miércoles, 16 de diciembre de 2009

Un poco de todo

Con el vasco mas cabreado que una mona por la perdida de su querido bastón, nos dirigimos hasta el albergue Municipal, una especie de Escuela cerrada durante el verano y aprovechada sus instalaciones para dar acogida a los peregrinos. El lugar no estaba mal, y sobre todo disponía de duchas con suficiente agua caliente, a diferencia del Ave Fénix.
Estando allí, bajo el chorro de agua, pensé en mi propio bordón, una caña con punta de goma que por 3 € me había agenciado en la Asociación de Alicante, con la intención de abandonarlo al finalizar el tramo. Aquel año había decidido dejar mis "palos oficiales" en casa. Las puntas metálicas y lo aparatoso del instrumento me hacían pensar que acabaría teniendo problemas en el aeropuerto a la hora de embarcar para el viaje de vuelta, y no estaba dispuesto a desprenderme de cualquiera de mis fieles palitroques, pues tengo dos, y tener que abandonarlos en Labacolla, con la Guardia Civil temerosa de que fuera a secuestrar el avión a punta de bordón.
El caso fue que, nada mas volver a nuestro cuarto, y dado que al día siguiente yo acababa por este año en el Cebreiro, decidí regalarle mi palo a Javier y que él lo aprovechara el resto de días que pasarían por la zona de Galicia, puesto que el matrimonio seguiría y acabaría en Santiago.
A Javier le hizo ilusión recibir el regalo. No era lo mismo que aquel longuísimo palo de avellano que con tanto cariño había portado durante tres años, pero al menos podría continuar su periplo acompañado y apoyado en una caña, que además le daba su buen amigo alicantino.
Lo guardó debajo de la cama, como una especie de preciado tesoro, al amparo de miradas indiscretas, temeroso de que también este se lo fueran a robar.
Cambiados y mas descansados, iniciamos la bajada hasta el centro de Villafranca, al final de unas empinadas cuestas, no sin antes disfrutar con la contemplación del Castillo-palacio de los Marqueses o de Peña Ramiro, un robusto edificio con varias tonalidades de grises en sus fachadas, y sus imponentes torres esquineras en forma de macizos cubos.
A medida que bajábamos hacia la plaza Mayor, el Convento de San Francisco, enorme y encaramado en uno de los numerosos oteros y montes que rodeaban la villa, cada uno diferenciado de los otros por curiosos nombres, y que visto allá arriba el edificio religiosos iba cambiando su fisonomía a medida en que nosotros nos movíamos y lo veíamos desde diferentes ángulos.
Una vez junto al Ayuntamiento y los soportales de las construcciones que lo rodeaban, despreciamos algunos bares que anunciaban sus cartas con carteles coloristas y decidimos, a instancias de Javier, buscar por alguno de los numerosos callejones que iban a dar a la plaza, algún mesón típico y recogido. Dimos finalmente con uno, con algunas vistas de la zona de confluencia de los ríos Barbia y Valcarce.
El restaurante, acogedor y cálido, estaba a rebosar por lo que tuvimos que esperar que alguna mesa se desocupara, pero pronto ocupamos nuestro sitio junto a una mesa en la que comían el grupo de jovencitos catalanes, con los que habíamos coincidido la tarde antes en Ponferrada y por la mañana en Cacabelos.
Atendidos por unas camareras ecuatorianas que nos tomaron la comanda, nos dispusimos a devorar una sopa castellana y unas chuletillas de cabrito, regadas además con un buen vino de la tierra. Hubieron de ser tres botellas de tinto las que sacaran, ya que Javier, piquito sibarita y entendido en vinos, las fue rechazando una por una con el pretexto, o realmente por que así era, de que el vino estaba picado y un tanto avinagrado. A la tercera botella fue la vencida, y cuando el vino fue de su gusto, para alivio de las inocentes camareras y de la preocupada dueña del local, iniciamos la comida que despachamos en un santiamén.
Tras la comida salimos a la animada Alameda y continuamos por ella hasta llegar a la fuente conocida como la "Chata". Desde aquella fuente se adivinaba el final del pueblo, con lo que optamos por visitar, subiendo por sus escalinatas, a la iglesia jesuítica de San Nicolás el Real donde admiramos su Cristo de la Esperanza situado en su retablo barroco. El Museo de ciencias naturales, situado en el claustro de la iglesia estaba cerrado por lo que, tras un breve rezo, salimos de nuevo al exterior.
El café, decidimos tomarlo en algún bar cercano a la plaza del Ayuntamiento, pero antes giramos visita a la parte antigua de la localidad, deteniéndonos especialmente en la Rúa del Agua donde proliferaba los palacios y casas señoriales, todas ellas blasonadas con grandes escudos, y de entre las que destacaban la casa de Torquemada y el palacio de los Alvarez de Toledo (los Alvarez de Toledo de toda la vida... vamos). Estando allí, admirando aquella arquitectura que según mi guía pertenecía al estilo genovés o toscano, según el gusto de sus antiguos dueños, apareció un abuelete, de los de pitillo apagado en los labios y boina calada hasta las cejas que empezó a lanzarle piropos a Esperanza. ! Aquello, desde luego era una novedad ¡ La vasca ante aquel inesperado admirador, encantada de la vida y de haberse conocido... Javier anonadado ante el morro que gastaba el paisano y en sus propias narices... Y yo en un aparte que tuve con el viejecito, le indique una óptica que momentos antes había visto en la Alameda.
Llegamos por fin hasta un bar donde nos pusieron unos cafés cargaditos mientras veíamos la etapa de la Vuelta Ciclista a España. Ya teníamos casi hecha, media tarde. Faltaba por ver como se desarrollaría la siguiente media.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La pequeña Compostela

Villafranca del Bierzo, preciosa, vista desde cierta altura desde donde nos encontrábamos, nos recibió con una de sus joyas, la Iglesia de Santiago, románica del siglo XII.
Aquella entrada me recordó a Estella, allá por Navarra, y su Iglesia del Santo Sepulcro.
Dos lugares en que antes incluso de pisar sus primeras calles, te ves obligado a olvidar la búsqueda de cama donde pasar la noche, la necesidad de la ducha y otras menudencias por el estilo, para recrearte en algo magnifico y soberbio, manteniéndote absorto y con la boca abierta, como suspendido en el tiempo, mientras algunos guiris te adelantan y te quitan el sitio en el albergue. Pero, a pesar de que a los guiris ni agua, valía la pena detenerse y contemplar aquella maravilla con la tranquilidad que requiere la contemplación de las verdaderas obras de arte.
La iglesia, pequeña pero solida, sobria y vetusta, es otro de los numerosos hitos del Camino de Santiago. Ningún peregrino que se precie deja de entrar en su nave para la contemplación de sus recias paredes y altares, su Cristo gótico. Para, sin duda, proceder a una corta plegaria y sobre todo, volviendo a salir por su atrio, fotografiarse ante su puerta norte, o del Perdón. Esta puerta, que solo queda abierta los Años Santos, al igual que la Puerta Santa de la Catedral compostelana, y que antiguamente tenía la particularidad de que cualquier enfermo o impedido que la cruzara, y que no pudiera continuar por su enfermedad hasta la tumba del Apóstol, obtenía automáticamente las gracias del Jubileo.
Al lado mismo de la iglesia, uno de los albergues mas conocidos del Francés, el Ave Fénix de Jesús Jato, o simplemente El Jato, como es mas conocido este hospitalero, y que lo construyó con la inestimable ayuda de numerosos peregrinos que se trasladaron al lugar con la solo intención de acometer aquella obra. Dicho y hecho, pues en apenas unos años el albergue quedó terminado y listo para acoger a los cansados peregrinos y que repusieran fuerzas antes de acometer la dura etapa del día siguiente, con la mítica subida al Cebreiro.
Hoy, pasado ya el tiempo de la altruista empresa de aquellos peregrino, que no del Jato y su negociete ahí montado, el albergue deja algo que desear en ciertos aspectos. ¿Aspectos? Pues por ejemplo que se hubiera cambiado o arreglado el termo eléctrico, ya que cuando estábamos a punto de inscribirnos, una peregrina a nuestro lado se quejó de lo congelada que estaba el agua. Aquello nos hizo frenar en nuestros ímpetus por coger sitio en aquel famoso albergue. Haciéndonos los despistados, sellamos nuestra credencial, eso si, y poco a poco fuimos saliendo del lugar para buscar el albergue municipal y probar suerte allí.
En ese mismo momento, nuestro amigo Javier, que durante cuatro años se había hecho acompañar por su bordón, se despistó solo un momento, con tan mala fortuna que se lo dejó olvidado en algún rincón. El bordón, una vara de avellano comprada a Miguelito, otro conocido personaje jacobeo, en su pueblo riojano, era el orgullo de nuestro vasco, que estaba realmente encariñado con él, lo que, cuando por fin reparó en su falta, le supuso un disgusto del doce. Volvió para atrás en su búsqueda, de nuevo hasta el Ave Fénix, pero quiso el destino que la vara de avellano no volviera a aparecer. El destino... o algún descastado extranjero que se apropió de él, ! Vaya usted a saber ¡... Porque de los extranjeros... ya se sabe... NI AGUA, que luego se quedan con tu palo.
Un verdadero drama para Javier que, aun y a pesar de que la ducha fuera de agua caliente en el Municipal, no volvió a ser el mismo hasta después de la comida, y la botella de vino que se tomó en ella.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La sabiduría de la edad

Uno va teniendo ya una edad. Estoy a punto de cumplir 52, y menos mal que no aparento mucho mas de 51... y medio. Y cuando uno va cumpliendo años está mucho mas atento a cualquier gilipollez que le pueda servir para consolarse ante el inevitable deterioro que se avecina. Cualquier detalle positivo o valor añadido que pueda encontrarse a esta especie de cuesta abajo, y sin frenos (excepto la crema antiarrugas de Diadermin del Mercadona) que estamos algunos a punto de iniciar.
El siguiente párrafo podría muy bien ser unos de esos:
" Un viejo tenía un lago en su finca. Después de mucho tiempo, decide ir a ver si estaba todo en orden.
Cogió un cesto para aprovechar el paseo y traer unas frutas por el camino. Al aproximarse al lago, escucho voces animadas.
! Vio un grupo de mujeres bañándose, completamente desnudas ¡
Al verlo todas se fueron a la parte más honda del lago, manteniendo solamente la cabeza fuera del agua. Una de las mujeres gritó:
_No saldremos mientras usted no se aleje !
El viejo respondió:
_Yo no vengo hasta aquí para verlas nadar o salir desnudas del lago!
Levantando el cesto, les dijo:
_He venido para alimentar al cocodrilo....
Edad, experiencia y oficio, siempre triunfarán sobre la juventud y el entusiasmo".

!! GENIAL, ESTO ES LO QUE ME HACIA FALTA...¡¡ pero...
Primer problema: No tengo finca... Por no tener, no tengo ni una simple maceta en el balcón. En el balcón... polvo... todo el que quiera y mas... pero no puede considerarse una finca propiamente dicho.
Luego viene el tema del lago... ¿Donde está el lago o embalse mas cercano a la provincia de Alicante? ! Joder, pero si nosotros somos de secano...¡
Tercer problema, el cesto. Me lo imagino de mimbre, amplio y hondo donde quepan muchas piezas de fruta. Tampoco tengo. Pero no es problema, puedo comprar uno en cualquier "chino". ¿No servirá una de esas bolsas de papel del Carrefoure que ahora nos cobran?
Y para remate... seguro que cuando dé con un lago, me haya aprendido de memoria eso de "vengo a alimentar al cocodrilo y tal", y haya comprado el cesto de mimbre, llego y ni una sola "titi" bañándose... y menos en pelotas... Lo mas que me puedo encontrar es a algún guarda del Seprona, que encima me multará por acampada indebida, por pisar el tomillo y el romero protegidos, o por vaya usted a saber qué.
Con lo que me quedaré como estoy... aquí esperando el 22 de marzo y que ustedesvosotros se acuerden de felicitarme por ser mas experto, mas sabio, con mas oficio... y sobre todo con mas años.

sábado, 5 de diciembre de 2009

El Funeral

Un hombre estaba desayunando, a las 8 de la mañana, un sándwich y un café, cuando vio una procesión, un funeral muy inusual que se dirigía al cementerio cercano.
Un gran ataúd negro era seguido por un segundo gran ataúd negro, como a 50 pasos detrás del primero.
Detrás del segundo ataúd caminaba un hombre solitario con un enorme perro pitbull, al que sostenía de la correa.
Detrás de él caminaban unos 200 hombres en una sola fila.
El hombre no pudo aguantar la curiosidad con mucho respeto se aproximó al hombre que llevaba al perro y le dijo:
_ Señor, sé que este es un muy mal momento para molestarle, pero nunca he visto un funeral como este. ¿De quien es este funeral ? El hombre respondió:
_ Bueno, en el primer ataúd está mi esposa.
_ ¿Qué le pasó a ella? - replicó el primero, y el hombre respondió:
_ Mi perro la atacó y la mató. Él siguió adelante:
_ ¿Y quién está en el segundo ataúd ? Y el hombre respondió:
_ Mi suegra. Ella estaba tratando de ayudar a mi esposa y el perro se volvió hacia ella y también la mató.
Un momento solemne de silencio transcurrió entre los dos hombres.
_ ¿Señor, puedo pedirle prestado el perro ? Y el hombre respondió:
_ ¡¡ A LA FILA ... ¡!

martes, 1 de diciembre de 2009

! Criaturitas...¡

Cada cierto tiempo encontramos noticias en prensa que nos causan asombro, estupefacción, y a veces incluso risa. Y es así como me encuentro un estremecedor relato, el tremendo testimonio de Eduardo Suarez, corresponsal del periodico en Londres, que dice así:
"Hay mujeres que darían lo que fuera por tener un par de orgasmos a la semana. Y, sin embargo, durante años Michelle Thompson hubiera dado lo que fuera por bajar de los 300 al día.
(Sí, habéis leído bien... dice !! 300 al día ¡¡ )
Durante años pero ya no. Porque Michelle ha dado por fin con la horma de su zapato: Andrew, un vecino divorciado capaz de satisfacer su voracidad. (El periodista no dice si ya estaba divorciado antes de conocer a Michelle, o si fue esta reciente amistad la causante de su ruptura matrimonial... que todo pudiera ser... cosas mas raras se han visto por ahí...)
Lo de Michelle no es un vicio sino una enfermedad poco frecuente llamada SINDROME DE EXITACIÓN SEXUAL PERSISTENTE. (! Vale, de acuerdo... una enfermedad... Pero aún así, Michelle... ¿no crees que te estas pasando ? ¿Pero Michelle, tu sabes lo que son 300 de eso ?)
Hasta ahora Michelle había sobrellevado su trastorno entre la alegría y la desolación. Alegría por el trajín repentino y constante que le late en la entrepierna. (Es de suponer, Michelle, nos hacemos cargo) Desolación por no poder encontrar un hombre que lo satisfaga. (Ay, ay ay...)
Los hombres se cansaban de ella
_ Pero cuando se lo dije a Andrew - aclara Michelle- se rió y me dijo que él acabaría conmigo primero. (Bien por Andrew, bien... bien, bien-bien-bien-bien)
Dicho y hecho: Michelle y Andrew viven en la misma calle pero en casas distintas y de vez en cuando cruzan de acera para abandonarse a los placeres del dulce meneo. (¿ Dulce meneo ? ¿Es así como lo llaman ahora ?)
_ Yo podría hacerlo las 24 horas del día y él también. normalmente cruza la calle hasta mi casa para tener sexo.
_ Y lo hacemos al menos 10 veces al día", dice Andrew. (Vamos a ver, vamos a ver... Andrew... que a mi no me salen las cuentas... Tu debes cruzar mas veces al día... ¿verdad? Porque... 300 orgasmos en solo 10 viajes...)
Un traqueteo que ha disparado la calidad de vida de Michelle. (Y tanto que se le ha debido de disparar. Y ¿ves? traqueteo ya va siendo mas apropiado. Menos grosero que "follar" pero no tan remilgado como "dulce meneo") Sumida antes en una insatisfacción continua por culpa del trastorno. (¿ Trastorno. ? Ya estamos de nuevo con el lenguaje rebuscado... Bueno, venga... aceptamos pulpo....) Y no sólo en el plano personal sino también en su puesto de trabajo, pues tuvo que dejar su empleo en una fábrica de galletas porque el ruido de las máquinas le provocaba orgasmos continuos. (Joder, Michelle... eso casi que no me lo puedo creer... y cuando te sucedía... ¿Tu que hacías....? Creo que voy a dejar de comer galletas...)
Andrew es el primer hombre que está a la altura del reto de Michelle. Por su cama han pasado muchos hombres. (Ya me parecía a mi que tu, Michelle, con síndrome o no, eras un poquito casquivana. ¿A que sí...? ! Di la verdad, Michelle ¡) El primero aguantó sólo unos meses, incapaz de seguirle el paso. Hubo uno que aguantó cinco años pero también tiró la toalla.
_ Cuando rompimos, estaba exhausto, era un hombre derrotado", dice ella. (¿ Tu que te creías, Michelle?... Yo no te hubiera aguantado ni 5 días... ya solo con el trajín de cruzar la calle 10 veces al día...)
Antes, Michelle buscaba una cura para sus orgasmos. Ahora no. Dice que le basta con Andrew. (¿Estas seguro Andrew ? ¿Completamente seguro)
_"Ahora amo la vida de verdad, estamos planeando mudarnos a una casa juntos y lo haremos en cuanto podamos permitírnoslo. ( ! Hombre, buena idea ¡ Eso allanaría mucho el camino) He estado buscando alguien como Andrew durante mucho tiempo y ahora me siento como si estuviera en el cielo". (No blasfemes, Michelle, tu limitate a lo tuyo...)
Suponemos que Andrew, por ahora, también. (Cuentanos, Andrew, ¿tu le tienes que dar un mazo a las pastillitas azules, verdad ?)
Esta es la tremenda historia de estas dos criaturitas del Señor. Dios los cría, crea el síndrome ese, y ellos se juntan... Pero "se juntan" diez veces al día, ...y lo hacen 30 veces cada vez para un total de 300 orgasmos... una exageración... ! vamos, un dislate. ¡