De nuevo en la buena senda, el calor nos fue haciendo olvidar el mal trago pasado en el pueblo anterior. El camino, ahora, se veía flanqueado de viñedos hasta donde abarcaba la vista. El valle del Barbia entre marrones y verdes intensos, siempre ondulante, con un continuo sube y baja de pequeñas lomas y oteros, nos ofrecía vista magnificas de un paisaje de hojas de parras, uvas de diferentes tonalidades y algunas montañas dispersas entre las que veíamos un pueblo a lo lejos.
La visión de una localidad desde la ruta, sobre todo cuando presientes próximo tu final de etapa, hace que te asalten algunas dudas de si ese, ese pueblo, será la meta del día. Durante algunos minutos la esperanza de que así sea se instala en tu mente haciéndote aligerar el paso involuntariamente. Mas tarde, cuando descubres que tu avance va dejando de lado o incluso atrás ese pueblo soñado, la dura realidad vuelve de golpe y te saca la lengua, como burlándose de ti despiadadamente. Hay que volver a atemperar el ritmo de zancada, tratar de pensar en alguna otra cosa menos desesperanzadora, tal vez... echar un trago de agua, como si fuera vino, y así olvidar... Aún mejor, pararte y limpiarte el sudor, echar la vista atrás y observar lo que ya has recorrido para que eso te de fuerzas a continuar... ! Coño....¡ y al echar la vista atrás te das cuenta de que tus compañeros no te siguen.
Que se han parado porque a Esperanza le ha dado un apretón y anda la mujer abonando, a su manera, los campos de viñedos del Bierzo.
Mejor continuar. Dejar intimidad a la buena mujer en sus quehaceres. Y pensar... ! Que se jodan los de Valtuille de Arriba con el "recadito" que les está dejando la vasca...¡ Y de paso... ! Que se jodan todos de Valtuille de Abajo ¡, que seguro que no andan muy lejos y son tan cabroncetes como sus vecinos.
Con lo que... continuas caminando y pensando... ! Joder ¡ El pueblo ese que se veía podía haber sido Villafranca ¿no?... parecía tan cercano...
Y llega un momento que ya no sabes si prefieres ver el pueblo o que te asalte de improviso cuando tenga que llegar el momento.
Con esas disquisiciones, y otras del mismo calibre, un paso adelante, otro paso mas... seguí caminando, tratando de no impresionarme con lo que nos esperaba al día siguiente con la ascensión al Cebreiro... Y hablando de impresionarme... una cuesta mas pronunciada que las anteriores me hizo detenerme a descansar, y de paso dar tiempo a mis compañeros a alcanzarme. Cosa que hicieron unos minutos después, y de nuevo los tres juntos, acometer la subida correspondiente, para encontrarnos con que, el tobogán en que se había constituido aquel tramo de la etapa, debía continuar aún algunos kilómetros mas.
Hora y media pasa deprisa, salvo que estés en la consulta del dentista. O que el Bierzo empiece a aburrirte con su desigual orografía... y cuando menos nos lo esperábamos, como surgido de la nada, apareció el campanario de una iglesia... unos minutos después los tejados de las primeras casas algo alejados aún. Y pasito a pasito, alcanzamos el cartel de Villafranca del Bierzo o la "Pequeña Compostela" como rezaba debajo del nombre y era antaño llamada.
lunes, 23 de noviembre de 2009
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