viernes, 7 de agosto de 2009

Reflexiones tras un bocadillo

La coca cola light y el bocadillo especial del Acebo me duraron lo que una subvención al Gobierno. Totalmente restablecidos del cansancio acumulado nos encaminamos a la parte exterior del Mesón, ya que a pesar de estar bien surtido y dispuesto, el bar carecía de aire acondicionado. Yo iba pensando aún en el exquisito bocata... y en como la mente humana no deja de trabajar y sorprender.
Porque ¿a quien se le podía ocurrir, imaginar primero, y llevar a la practica después, combinar esos diferentes alimentos y lograr algo tan delicioso? Sin duda grandes Chef de la cocina mundial. Tal vez... ¿Adría, Arzak... Arguiñano? Puede ser. Pero no los veía yo a estos haciendo el Camino de Santiago, deteniéndose precisamente en aquella pobre aldea, de El Acebo, y "pariendo" una obra de arte culinaria.
Mas bien debía ser algún desesperado, con mas hambre que el cliente de un dietista y con solo una lata de atún, un par de huevos, un mendrugo de pan y ese pocito olvidado de tomate frito que todos tenemos en nuestras neveras. Bueno... hambriento... y borracho como una cuba porque, una vez rellenado el pan con esos simples ingredientes ¿a quién se le ocurre rebozarlo y freírlo? Solo a un borracho o a un gilipollas. Pues va el gilipollas.... y acierta. ! Que mundo este ¿verdad? ¡ !! Si es que lo que no invente el hombre blanco... ¡¡
El caso es que debía estar muy ensimismado en estos y otros pensamientos del mismo corte y que ahora no vienen al caso, ya que sin darme cuenta me vi rodeado de guiris de todos los colores. Ahí os dejo la foto.
El Señor, decía: "Dejad que los niños se acerquen a mi". Pero de estos no dijo nada.
Yo... que odio a los guiris, pues nunca sabes qué extranjero te despertará a las cinco de la madrugada a la mañana siguiente... hago tabla rasa con todos ellos, la cruz del gato, y los fustigo sin distinciones a todos con el látigo de mi mayor indiferencia... por si acaso.

1 comentario:

el vecino de abajo dijo...

Leyendo tu evocaciones al bocadillo, me he acordado de como durante el camino se valoran y añoran los placeres más insignificantes, que durante la vida cotidiana ni los apreciamos.
Un saludo.