También me puse manos a la obra en cuanto al entrenamiento físico se refiere, o ¿debería decir "pies a la obra"?
No me costó mucho salir casi cada noche a andar y engrasar de nuevo los mecanismos de mi cuerpo. Muchos años de entrenamiento deportivo en mi club de baloncesto hicieron que aquello no fuera demasiado traumatico. Sí que la primera semana la agujetas se hicieron notar, pero progresivamente fui aumentando el ritmo y las distancias, cronometrando los kilómetros, buscando llegar mas allá que el dia anterior.
Al mismo tiempo que mis piernas volvian a endurecerse, mis indices de glucemia iban manteniendose en numeros razonables, lo que ayudaba en el siempre aburrido entrenamiento en solitario. Llegué a andar hasta 28 kms en una mañana, y ademas cargado con la mochila y todos los pertrechos que pensaba llevar.
Mas tarde, una vez en ruta por Galicia, me di cuenta de que todo aquel entrenamiento solo había servido para preparar las piernas y poco mas. El entrenamiento por recorridos llanos y perfectamente asfaltados, distaba muy mucho de los toboganes, el sube y baja casi continuo que uno se encuentra por aquellas sendas. O que decir de las ascensiones a los puertos. Los caminos y veredas de tierra, cuando no con piedras, dejaban casi sin sentido todas mis caminatas por el carril bici de las vias que elegí para entrenar.
No quiero decir que sea innecesario practicar antes de una aventura como esa. Nunca está de mas ir preparado para las distancias a recorrer entre etapa y etapa, y que las piernas puedan responder adecuadamente. La madre del cordero está, en prepararse anímicamente para esos largos recorridos, y sobre todo, de repetirlos día tras día, siempre hacía adelante.
Recuerdo ahora a Mandi, una amiga de mi mujer, que deseaba ir al Camino y me pidió consejo, pues yo ya tenía la experiencia de dos años. Le comenté que lo de andar era importante, y a veces muy duro durante la ruta... y me contestó que ella ya andaba mucho todos los dias..... cuando sacaba a pasear al perro!!!. Me dió la risa y me santigüe, aunque ella debió entender que le daba mi bendición... la chica fue desde Sarria hasta Santiago, los minimos 100 kms exigibles para la compostela, y volvió tan campante y contenta, con ampollas... pero contenta. Habiendo entrenado lo que se anda entre meada y cagada de un perro. Cada persona es un mundo, y lo que le viene bien a uno, no necesariamente le sirve a otros.
Sin embargo, yo cada año continuo con los entrenamientos, y nunca falta, los ultimos dias antes de la partida, la mochila cargada a la espalda para recordarme que su incomodo peso estará ahí, acompañandome durante los dias que esté caminando.
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