martes, 30 de septiembre de 2008

Tarde en Bercianos

Estoy totalmente de acuerdo con MªCarmen en cuanto a que tratándose de un blog personal y temático, sobran intromisiones de terceros con la finalidad de vender sus baratijas. Todos recordamos a aquel que hace unos meses nos vendía secadores de pelo y aspiradoras. El caso de José Luis Romero, sin ser muy diferente, tiene su punto especial. El tipo cayó en este blog con una entrada de critica literaria a una novela negra, su especialidad. Es posible que no leyera mucho mas para darse cuenta de que la cosa, primordialmente, va del Camino de Santiago. De cualquier modo no lo disculpo, aunque tratándose de un autor de novelas, entiendo la necesidad de transmitir en cualquier medio la buena nueva de su alumbramiento literario, por ello siento cierta simpatía por su acto.
Aprovecho para recordar que todas la fotografías están ya, esta vez si, en picassa. Tuve un pequeño fallo la primera vez, pero ya esta totalmente subsanado... creo.
Y volvemos a aquella etapa con final en Bercianos, un pueblo anodino, dificilmente recordable, pero que sin embargo, en su albergue, me deparó una de las mejores tardes de todo mi periplo.
Descansamos en las destartaladas literas durante un rato. Antes, Javier y yo, hicimos la colada ya que Esperanza, cansadísima y aún enferma, se declaró en huelga enroscándose en su saco de dormir. Mientras la ropa secaba al sol hicimos amistad con un matrimonio palentino muy agradables y hablamos con unos franceses que, a pesar de ser gabachos, eran simpáticos.
Mas tarde confraternizamos con Marco, un cincuentón que se curaba las ampollas y que necesitaba las tijeras de Esperanza. Médico de urgencias brasileño, de Sao Paulo, una urbe inmensa de una violencia exagerada en la que nuestro matasanos había visto y atendido de todo lo inimaginable en su hospital. Aquel medico no nos era del todo desconocido, pues habíamos coincidido con él en Carrión, durante la cena, en la que vacilaba con unas alemanas. Su castellano era fluido ya que su madre era originaria de Logroño, y su simpatía arrolladora, siempre de bromas y chanzas, lo hicieron uno de los tipos mas populares de la tropa que formabamos.
Hicimos tiempo en un bar en la otra punta del pueblo. Allí todo estaba en la otra punta de todo. Cuando llegamos, la inglesa enferma, con nuevos colores de cara que giraban del amarillo pálido al verde botella, salía de tomarse una manzanilla ya que farmacias no usaban en Bercianos. Tras una coca-cola y unos cacahuetes, volvimos raudos hasta el albergue pues era la hora de un acto religioso que se celebraba en la capilla. Al llegar, el lugar estaba ya abarrotado, y Tina la hospitalera había empezado la función con unas lecturas de corte jacobeo-religioso, que a Dios gracias, fueron cortas. María, una de las francesas con las que habíamos hablado durante la colada, se arrancó con un canto en latín que puso a mas de uno la piel de gallina. La mujer cantaba maravillosamente, y otra compañera se unió a ella, consiguiendo ambas un efecto sublime al momento. Por lo visto María había hecho lo mismo en el Monasterio de San Juan de Ortega la semana anterior, improvisando ella sola, de "motu propio" ante el mausoleo del Santo constructor contando, los que presenciaron la escena, que había sido realmente emocionante.
Seguidamente la hospitalera pidió que todo aquel que quisiera hacer alguna petición hablara libremente, y de esa manera cada uno en su idioma, chapurreando en castellano en otras, varios de los asistentes hicieron sus preces, entre ellos Javier, nuestro amigo vasco, que pidió por todos nuestros familiares que quedaban en casa, esperando nuestro regreso del Camino.
Por ultimo se rezó un Padrenuestro, pero lo que le dio un carácter excepcional, fue que fue rezado al mismo tiempo en mas de 6 diferentes idiomas.
Puede ser que alguno no sea creyente, y que todo lo que suene a religión le parezca beatería, fanatismo o perdida de tiempo. Pero al mas descreido, al mas escéptico, aquel sencillo acto le hubiera removido algo en su interior, como nos pasó a la mayoría de los asistentes, que hubimos de hacer esfuerzos para que no nos saltara la lágrima.
Nunca un acto de esta índole, tan corto, tan sincero por su simplicidad, totalmente improvisado en su mayor parte, tan participativo tratándose de varias nacionalidades diferentes, había causado tanta impresión en mi y fue uno de esos momentos, uno de tantos momentos a lo largo de 800 kms. de viaje, en que me sentí especialmente emocionado y dichoso por haberlo vivido en primera persona.
Curioso, que en un pueblo perdido en la provincia de León, del que ya digo, nada digno de hacerle alguna referencia (salvo sus cacahuetes), en un albergue que dejaba mucho que desear, de ahí que todo fuera pagado con "la voluntad", alojamiento, cena, desayuno... sin embargo, un par de hospitaleros con gusto por hacer bien las cosas, por mantener vivo el espíritu jacobeo que alumbro la peregrinación antaño y que hoy, hay que reconocerlo, se ha perdido un poco en aras de una especie de turismo alternativo, en una carrera a veces desesperada y desenfrenada por llegar cuanto antes al final, por un ansia de aprovechar el negocio a cualquier precio, que estas dos personas, con verdadera simplicidad pero con voluntad e imaginación, con la precariedad de medios con que contaban, hubieran conseguido remover el animo y el corazón de los peregrinos que paraban en aquel lugar.

lunes, 29 de septiembre de 2008

El Caso del Cuquillo

Vídeo encontrado en el blog de José Luis Romero, el policía urbano que entra en los blogs ajeno, tal como el cuquillo, ese ave que deja sus huevos en nidos ajenos para que le hagan su propio trabajo, y de paso hace proselitismo de su propia novela en los blogs de los demás, cuando "no apatrulla la ciudá". El caso es que me ha picado la curiosidad... y no sé yo si bajarme alguno de estos días al Fnac y hacerme con la novela de este autentico pirado por Bobby Farrell, el cantante de Boney M. o incluso encargarle a Gambin que la vaya buscando.
El caso es que me ha gustado este onírico pensamiento del "Cop" barcelonés y os lo pongo para que veáis que eso de ser escritor no es siempre tan sano como parece, ni tan facil.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Piedras ensangrentadas

La escritora Donna León, nacida en Estados Unidos, pero que sin embargo cursó sus estudios en Italia, pasando la mayor parte de su vida en Europa y Asia, trabajando en Irán, China y Arabia Saudí, acabó por fijar su residencia en Venecia en 1.981, conociendo a la perfección esta ciudad, por la que siente especial predilección, y por ende la vida y la cultura italiana. Es por tanto de su ciudad, Venecia, de donde saca su inspiración para tejer sus novelas de crimen y misterio, siempre con el mismo protagonista, el comisario Guido Brunetti, que juntamente con sus fieles colaboradores, el inspector Vianello y la signorina Elecctra, va resolviendo casos que normalmente tienen como punto de partida los problemas reales y acuciantes de la sociedad. Temas como emigración, como es el caso en la presente novela, medio ambiente, incremento desaforado de la violencia, incongruencias de la justicia, las mafias, desesperanza de la juventud y otros muy variados, que no son exclusivos de la sociedad italiana y podrían servir para cualquier gran ciudad del mundo.
Pero la familia del comisario tienen también importante papel en todos los libros, y a la cabeza su esposa Chiarra, profesora de literatura en la universidad, otra de las pasiones de nuestro protagonista, heredera en un futuro de un titulo nobiliario de condesa y de la enorme fortuna de su padre, un mediático conde. La esposa, y muchas veces los jóvenes hijos de la pareja, ponen el contrapunto moderado a la violencia o sordidez de los asesinatos, lo que suaviza el devenir de las tramas y da el punto de vista ecuánime de las personas de la calle ajenas al sistema policial.
Las novelas de Donna León son ágiles, escritas con desenvoltura, y se leen con facilidad por su amenidad. Además, y ese estrecho contacto con la familia, da pie a un aderezo adicional, y nunca mejor dicho, ya que suele hacer referencias a platos y vinos de la cocina italiana, con lo que sus libros, no solo entretienen con el misterio, sino que dan una auténtica clase de gastronomía con nombres muy sugerentes de platos y caldos del país transalpino, creando cada cierto tiempo una especie de oasis en medio de la vorágine de las investigaciones policiales.
Todos sus libros tienden a predicar la buena voluntad y la solidaridad con los que sufren, quedando un poso... una reclamación de compasión para con los oprimidos en contraposición a los indicios de la intolerancia inquietante que hace mirar con temor al futuro.
De los libros de Donna León se ha realizado una serie televisiva con mucho éxito en Italia.
Los libros de Donna León (y del comisario Brunetti):

Muerte en La Fenice (1992) Muerte en un pais extraño (1.993)
Vestido para la muerte (1.994) Muerte y juicio (1.995) (a partir de ahí mejora los títulos)
Acqua alta (1.996) Mientras dormían (1.997)
Nobleza obliga (1.998) El peor remedio (1.999)
Amigos en las altas esferas (2.000) Un mar de problemas (2.001)
Malas artes (2.002) Justicia uniforme (2.003)
Pruebas falsas (2.004) Piedras ensangrentadas (2.005)
Veneno de cristal (2.006)

viernes, 26 de septiembre de 2008

Bercianos del Real Camino

Los últimos kms. de la etapa se hicieron realmente pesados. Al paisaje anodino, mas de lo mismo con respecto a los anteriores días, se unía el cansancio acumulado y al sol inclemente que nos caía sobre la cabeza. En esos momentos la mochila parece pesar el doble y hasta las botas suponen un pesado lastre. Esperanza se iba quedando atrás renqueando, y con ella su marido que trataba de animarla. En un momento dado, cuando atravesaba una serie de terrenos recién abonados con montañas de estiércol, el olor y sobre todo la legión de moscas que se nos echaron encima, ávidas de nuestro sudor y de la sombra que pudiéramos darles, nos hicieron casi correr, sacudiéndonos la invasión de los molestos y asquerosos insectos con las gorras como podíamos.
El andadero tenía plantados a uno de sus lados unos raquiticos arbolitos cada ciertos metros, con la intención de dar algo de sombra y tal vez algo de vida a aquel tramo, pero sin duda eso sería dentro de unos años ya que, recién implantados, no hacían ningún efecto.
Cada 500 metros un banco de mármol me servía para descansar mientras esperaba al matrimonio vasco, para una vez alcanzado reiniciar mi marcha de nuevo en cabeza. A la altura del arroyo de Perales, Bercianos apareció en lontananza, justo cuando dejábamos una frondosa chopera que fue un bálsamo para nosotros por la frescura que daban la cercana agua y los enormes árboles. Luego una ermita y junto a ella una cruz de mármol en recuerdo del peregrino Manfred Kress, fallecido allí en 1.998. Si no llegaba pronto al fin de la etapa, bien podía haber el próximo año otra con mi nombre... "Murió aquí de puro asco y aburrimiento, por no haber tomado el taxi en el último pueblo"... o algo así.
Y por fin, Loado sea el Señor en su infinita misericordia, Bercianos del Real Camino. Un nombre demasiado largo para lo que en realidad era el pueblo, que en la Edad Media fue repoblado por gentes de la comarca del Bierzo, como su nombre indica.
Un hostal de la entrada a la localidad cerrado por vacaciones (mal empezamos); casas de adobe y paja, en su mayoría amenazando ruina (normal); calles mal diseñadas y peor señalizadas para llevarnos hasta la otra punta del jodido pueblo, donde se encontraba el albergue municipal (inhumano, si es que así no puedo hablar bien del pueblo).
Pasadas las 3 de la tarde, ya en el albergue, una casona restaurada del siglo XVII, también de adobe y paja, y llevado por un joven hospitalero catalán muy agradable y por Tina, una veterana de pelo blanco y corto, una especie de replica de la monja argentina de Carrión de los Condes, aunque una escotada camiseta nos hizo desechar cualquier posibilidad de que fuera una religiosa... y el nombre: Tina a secas... si hubiera sido Sor Citroën o Sor Bercianos... tal vez.
La recepción del albergue recordaba a la del albergue de Boadilla, aunque aquí faltaba la bonita piscina del jardín. Mientras nos apuntaban apareció una peregrina inglesa que agarrándose lastimeramente el estomago se dejó caer en un sofá. No venía de Terradillos, con lo que no había probado las almejas, pero sin duda había tomado la insana agua de la comarca.
Por un lado tuvimos suerte, pues nos tocó una habitación con las últimas camas o literas de las 17 plazas de que disponía el lugar. A la inglesa le tocó uno de los colchones que se disponían en el mismo suelo para rezagados. Pero cuando observamos con mas detenimiento aquel antro pudimos ver que las vigas de los techos tenían más mugre y telarañas que le palo de un gallinero. Menos mal que el catalán nos informó de que colchones y mantas habían pasado, una semana antes, un buen lavado y desinfectado en la lavandería. Tampoco pudimos lamentarnos por la falta de piscina, ya que las dos únicas duchas rebosaban agua por cada rincón y uno podía hacerse unos largos por el pequeño pasillo. Sin embargo el agua caliente era abundante, con lo que yo recuperé de nuevo el animo y la alegría que me caracterizan, eso sí, tras una larga cola pues parecía que todos hubiéramos llegado a la misma hora (pasadas las tres de la tarde) y con la misma idea fija de desprendernos del sudor, el polvo y la mala leche que nos había producido una etapa tan larga y aburrida.
POR CIERTO, TODAS MIS FOTOS DEL ULTIMO VIAJE YA EN PICASSA. ! QUE USTEDES LAS DISFRUTEN ¡

jueves, 25 de septiembre de 2008

Visita turística por Sahagún

Resignados continuamos callejeando por Sahagún. Una lágrima me caía cada vez que veía pasar algún taxi, y así llegamos hasta la antigua iglesia de la Trinidad, hoy sin culto y reconvertida en albergue jacobeo y en lujoso auditorio municipal. Sellamos las credenciales y nos fotografiamos junto a un monumento en hierro al peregrino, para después meternos en un bar próximo donde una atenta y simpática camarera nos preparó unos suculentos bocadillos de queso y yo insistí en que nos acabáramos el litro de zumo que a mi me había tocado acarrear toda la mañana. Pero una vez dejados los posibles restos de las almejas de Terradillos en los aseos del bar, haber descansado 45 minutos sentados y relajados, la cosa mejoró notablemente, o al menos los ánimos se fueron restableciendo y yo ya no pensaba en taxis.
Tras entrar en una farmacia y comprar todo su stock de parches de silicona Compeed nos dedicamos a hacer la visita turística. Primero sellamos en el convento de las Benedictinas pero no pudimos visitar su Museo, perdiéndonos la famosa imagen de la Virgen Peregrina. Luego a la celebre iglesia románico-mudéjar de San Tirso, de esplendida fachada, como puede verse en la foto, pero austero interior, con algunas obras en exposición y sobre todo varios Pasos procesionales de Semana Santa de la escuela vallisoletana. Junto a San Tirso, las ruinas del Monasterio cluniaciense y el barroco Arco triunfal de San Benito. Y dado que nos pillaban fuera de ruta tanto la porticada Plaza Mayor, los barrios de judería y morería y las iglesias de San Juan y de San Lorenzo, optamos por y saliendo del pueblo, cruzando el río Cea por el Puente Canto de origen romano. Al ver el Cea recordé una curiosa anécdota leída con ocasión de la preparación de este tramo, y se la fui relatando a mis dos compañeros vascos: "En la Edad Media, los diferentes monasterios de Sahagún habían construido una represa en el río y aprovechado para crear una especie de piscifactoría, convirtiéndose en los máximos proveedores de pescado. Para potenciar el negocio (nada mejor que un cura para eso de las ganancias) convencieron al obispo de entonces para que dictara una bula en la que se prohibía, durante muchos meses al año, comer carne, o mas concretamente nada que no saliera del río. Los aldeanos, cansados de privarse de jamón, tocino y chorizos, se las ingeniaron para darle la vuelta a la famosa bula. Lanzaban al río a los cerdos, "pescándolos" después y de esta manera comían, efectivamente, lo que salía del agua del río". Ingenioso y eficaz.
Tras observar un rebaño de ovejas que pastaban a la orilla del andadero continuamos camino de nuevo sorteando piedras o aprovechando el escaso trafico para caminar por el asfalto. No duró mucho la alegría ya que el aburrido paisaje y la monótona caminata volvieron a hacerme soñar con taxis.
Al llegar a una marquesina de bus en un cruce de carretera, donde una señal representando a un pequeño y simpático león vestido de peregrino me sirvió para una foto del Concurso de la asociación, debatimos si tomar la variante a Calzadilla de los Hermanillos que discurría por la romana calzada de la Vía Trajana, pero ante la indicación en la guía de que atravesaba unas solitarios páramos, y que insistía con que era "ideal para la soledad y la meditación" (¡¡¡¡¡¡ ?) preferimos el camino mas corto hasta Bercianos del Real Camino, por aquello de "mas vale malo conocido que bueno por conocer". De cualquier manera nos quedaban aún 10 duros kms. que nos llevarían dos horas largas.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Enorme "pajara" hasta Sahagún

A la salida de San Nicolás del Real Camino, último pueblo de la provincia de Palencia, tuvimos la opción de tomar un sendero pedregoso que sin duda nos daba un pequeño rodeo, o bien tomar un andadero, también con piedras, junto a una carreterilla con poco tráfico. Elegimos la segunda vía, e incluso yo pasé la mayor parte del tiempo caminando por el asfalto. Las plantillas que tan gentilmente me había dado la hospitalera de Terradillos estaban obrando milagros con las llagas de mis pies. No, no es que se hubieran curado... para eso hubiera necesitado andar por Lourdes como hacia en esos momentos nuestro buen almeriense, pero si que era una autentica novedad para mi el ir pisando sobre algo mas blando que no fuera el duro plástico de mis botas. El camino por aquellos andurriales se había convertido en una especie de tobogán, con infinidad de subidas y bajadas, entre ellas el alto del Carrasco. Aquello fue minándome la moral, y una vez alcanzado el limite con la provincia de León, mi animadversión por la Tierra de Campos había alcanzado cotas insospechadas con anterioridad.
Sahagún se divisaba ya a lo lejos, pero aún nos costaría mas de hora y media llegar hasta ahí. Cuando lo mas fácil hubiera sido seguir la carretera, el sendero se desvió a la derecha, internándonos por una senda, como siempre pedregosa, para finalmente llevarnos hasta un bonito puente románico-mudéjar del siglo XII que salvaba el río Valderabuey, y a su lado la no menos esplendida ermita de la Virgen del Puente. Saqué mi cámara para fotografiar el conjunto pero, como si lo hiciera a posta, una extranjera se plantó en medio del puente. Esperé y esperé, pero como si lloviera... la guiri hacia la estatua, y así salió la foto.
Cerca, en un área de descanso con extrañas esculturas, tuvimos ocasión de volver a saludar a la alemana achaparrada, que se había acoplado con dos jóvenes extranjeros (Dios los cría, y ellos se juntan) a los que les reía las gracias... podía ser jorobada, pero no era tonta la tía.
Una larga recta, atravesando campos recién abonados y atufándonos a nuestro paso nos hizo acelerar el ritmo. Aquello era lo que me faltaba... jodido por los cuatro costados y además corriendo... Sahagún se veía a lo lejos pero no llegaba. La moral siguió bajando y ni siquiera las plantillas me alegraban ya el día, quedándome solo el consuelo de ver que Esperanza andaba peor que yo y se quedaba atrás acompañada de su marido.
Cuando llegué a las primeras calles de la ciudad, un triste y feo polígono industrial y agrícola, me dejé caer en el suelo desmoralizado y hundido, y empecé a incubar oscuros pensamientos de abandono. De arrojar la toalla y llamar al taxi que se anunciaba en una de las paredes de ladrillo, sentarme en el mullido asiento trasero, con la jodida mochila en el maletero... y por que no... con las malditas botas también, y así, con los deditos de los pies al aire, decirle "Lléveme a Bercianos,... o mejor aún... hasta Mansilla, por favor... y rápido".
659 563 390... ese era el numero del taxista, y con el móvil ya en la mano, acabé por dejarme convencer de lo contrario por Javier, que argumentaba que ya lo malo estaba hecho y acabado, que no podíamos abandonar ni hacer trampas después de haber andado desde Roncesvalles. Este año, Javier me ha confesado que se sintió decepcionado conmigo... por dejarme convencer tan facilmente y haber guardado el teléfono... ya que él andaba en aquellos momentos mucho peor que yo.
Cuando continuamos andando, pasando por el paso elevado sobre las vías del tren, me iba haciendo cruces con los comentarios que sobre Sahagún hacía Amery Picaud en su Códice Calixtino, allá por el siglo XII: "Sahagún es villa llena de toda clase de prosperidades".
¿En que andaría pensando el fulano ese? Seguro estoy que el tipo no andaba con unas botas como las mías, que no tenía las dolorosas ampollas que tenía yo. Seguro que no había bebido agua de la fuente en Calzadilla de la Cueza. Seguro que no había comido almejas en Terradillo. Seguro que no había hecho ambas cosas a la vez como había hecho yo.
El caso es que, ahora que he realizado completo los 800 Kms del Camino Francés, que he pasado momentos duros en ocasiones, no recuerdo un momento mas critico ni mas penoso que la llegada a Sahagún. Y sin embargo, continué... (desgraciadamente, pues la etapa aún no había acabado aquel día). Y hoy, cumplido el propósito de hacer todo el recorrido, recuerdo aquel momento con algo de orgullo, por haber superado la adversidad y el desanimo. Hoy sé, que aunque el momento sea complicado y duro, aunque el cuerpo parezca que no puede aguantar mas, siempre hay reservas físicas en nosotros. Hoy sé, que es la cabeza la que manda casi siempre, y que basta con un cambio de pensamiento para que el cuerpo siga adelante. Que es el pensamiento positivo lo que nos mueve a superar problemas y situaciones limites. Valió la pena.

martes, 23 de septiembre de 2008

Mucho frío hasta San Nicolás

Aquel Miércoles 12 de Septiembre, todas mis previsiones se hicieron realidad sobre las 6,15 de la mañana. El eje suizo-alemán que formaban nuestros compañeros de habitación incumplieron la palabra dada la víspera y nos despertaron, aumentando mi antipatía hacia ellos y ganándose un lugar de honor en mi futura novela como previsibles cadáveres. Hubimos de hacer tiempo hasta que los del albergue abrieran y nos sirvieran el desayuno. Aquel albergue abría todo el año pues sus dueños tenían la vivienda en la parte superior, y aprovechaban por si algún peregrino se aventuraba durante el invierno por aquellos andurriales. Me encontraba mucho mejor de la indisposición de la tarde anterior y el café, las tostadas, la mermelada y hasta una magdalena, me sentaron a gloria mañanera, ante la envidia de la buena de Esperanza que solo tomó una manzanilla.
7,15 de la mañana, aún de noche, y ya recorríamos las calles de Terradillos, comprobando que el pueblo no pasaba de aldea... y de las malas. Las casas, de adobe en su mayoría, amenazaban caerse abajo con el simple soplo del viento y dejándonos bien a las claras que no nos habíamos perdido nada digno de visitarse la tarde anterior. Sin duda en los siglos XI y XII, en tiempos de la Encomienda Templaria, aquello debió tener algo de vida, pero en pleno XXI la decadencia era notoria incluso a la luz de la luna como estábamos comprobando nosotros. No me resisto a dejar aquí una delirante historia sobre Terradillo de los Templarios, una de esas rocambolescas leyendas que sobre el famoso e imaginario tesoro de la Orden circula por ahí, y que no es otro que cuando empezaron las persecuciones y juicios sumarísimos a los Pobres Caballeros de Cristo, como eran llamados los Templarios, estos al marcharse huyendo de aquellos lares, escondieron para que no cayera en poder de sus implacables verdugos... LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO ¡¡¡¡ Increíble, pero... mentira, lógicamente... ya que de todos es sabido que ni la gallina de los huevos de oro, ni Papa Noël existieron. Solo el Ratoncito Perez y los Reyes Magos son ciertos y existieron realmente... o al menos a mi de pequeño me traían regalos y cada vez que se me caía un diente encontraba una moneda bajo mi almohada.
Cuando leí aquella inusual e increíble leyenda, y habiendo pasado por Terradillos y conocido el paño, no pude por menos que reír a carcajadas de la ocurrencia.
Pero lo que sí era realmente cierto, era el frío del carajo que hacía por aquella zona. Un viento helado nos dio la bienvenida una vez salimos a campo abierto y nos hizo caminar a trote cochinero para entrar en calor.
Una hora después, al paso por Moratinos, otro pueblo insulso, el sol ya entibiaba el ambiente y se estaba mejor, a pesar de que aquel día me tocaba a mi acarrear con la bolsa de plástico en la que llevábamos la cena que no habíamos comido la noche anterior y un brick de zumo, que hacía que las asas me cortaran literalmente la mano, ya de por si congeladas por el frío de la mañana.
Un pequeño andadero, paralelo a la desierta carretera nos llevó hasta San Nicolás del Real Camino, donde llegamos pasadas las nueve, y dejando de lado la iglesia de San Nicolás Obispo nos abalanzamos sobre la barra del bar del albergue con la finalidad de tomar algo caliente y reconstituyente, pues nos lo habíamos ganado. El bar estaba atestado, pero luchando a brazo partido con los dos japoneses con los que habíamos coincidido en Hontanas nos hicimos un hueco y desayunamos nuevamente. En la foto puede verse a los dos nipones y al gigantón Javier a punto de pelearse por la ultima napolitana de chocolate que quedaba en el mostrador.
Reconfortados salimos y encontramos a un matrimonio joven de ciclistas, (Si de mi hubiera dependido, la muchacha bien podía haber ganado la medalla en el Mundial de Fondo en Carretera solo por lo guapa y rica que estaba). Javier entabló inmediatamente conversación, como siempre que encontraba a gentes en bicicletas, contándoles sus aventuras de cuando él mismo había hecho el Camino en bici, y cuando estos volvieron a arrancar, nosotros también lo hicimos, pues aún teníamos por delante 18 Kms. hasta nuestro final de etapa.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Felicitaciones a Finita y Valentin

Empiezo la entrada de hoy dando los parabienes a Finita y Valentin, mis amigos zamoranos del Camino del Sureste, pues la pasada madrugada fueron de nuevo abuelos. Dicen que todo niño viene con un pan bajo el brazo y esperamos todos que el dicho se cumpla también en esta ocasión.
Al mismo tiempo quiero darles la bienvenida a este blog, ya que hasta la fecha no habían podido entrar en el. El pasado sábado trastee en su ordenador colocando la dirección de este "sitio" entre "sus favoritos" cuando Fina y Valentin, tuvieron a bien abrirnos su estupenda casa para una cena y posterior tertulia en su magnifica terraza. Una reunión difícil de superar. Tras la cena los matrimonios de siempre, Berin y Alfonso, Tere y Daniel, MªDolores y yo, junto a nuestros atentos anfitriones nos encontramos con una agradable velada a la luz de las velas, degustando helados y tarta, brindando con cava y con una animadísima charla en la que además de referir al resto nuestras estancias en el Camino y en Santiago, hablamos de infinidad de cosas. De manera tan agradable y amena que se nos fue el santo al cielo, y de no ser por el ruido de un camión de la basura que andaba por ahí a las 3 y media de la madrugada, no nos hubiéramos dado cuenta de la hora que era hasta que hubiera empezado a clarear el día.
Otra felicitación para Daniel, el marido de Tere y hermano de Berín, por ese Campeonato de España por equipos en Tiro olímpico conseguido tan meritoriamente la pasada semana en Madrid. Sabiendo ahora que se le da tan bien disparar y que tiene pistola en casa, haré mucho cuidado en lo sucesivo de no contravenirlo ni molestarlo... que esas cosas las carga el diablo y yo con lo bocazas que soy debo hacer cuidado.
Pronto tendremos también la ocasión de felicitar a esta pareja, pues su hija espera también un bebé dentro de pocos meses. Todo llegará.
Berín y Alfonso por su parte, me cargaron con una pila de libros para leerlos y comentarlos aquí los sábados. El mismo día en que a MD se le ocurrió hacer limpieza en sus estanterías y cargarme con mas libros. Tengo pues lectura para rato y deberé aplicarme en los comentarios. Y ya que estoy hablando de libros... encarguito a Rafa Gambín... que deberá hacer lo posible por buscar y colgar "Los pazos de Ullua" de Emilia Pardo Bazán, un libro que me propuse leer allá por 2004 cuando atravesaba por Galicia la zona de Ulloa, y que se quedó ahí, en solo una idea... ahora quiero enmendar el olvido a poco que rafa se enrolle y tenga suerte. A Nora, su esposa, decirle, que acabé por rezar la Salve delante del Apóstol, gracias a ella y a aquel envio en forma de comentario que me hizo hace unos meses. ! Como veras, querida, no cayó en saco roto. ¡ Y queda aún encontrar fecha para cenar juntos, tal y como me escribías hace apenas una semana cuando yo andaba con mi Cocido Maragato en Astorga... y también con un pequeño problema en la boca que por fin se solucionó sin mayores complicaciones.
Y para terminar, decir que para cuando se me acabe el rollo de las etapas del Camino que vengo relatando desde hace casi un año, amenazo con publicar aquí mi famosa novela sobre crímenes en el Camino. Este año, sin ir mas lejos, he tomado nota de un par de guiris que me despertaron a horas intempestivas tanto en Rabanal como en Villafranca del Bierzo, y un ciclista nacional en otra ocasión... Podéis estar seguros que son de los primeros que asesinará mi protagonista en cuanto me ponga a escribir en serio. Por contra, yo desperté a mas de uno en O'Cebreiro... Fue de manera accidental, al dejarme el teléfono móvil sobre la cama y programado con la alarma a las 6'15, marchándome al aseo y olvidando que la dichosa alarma vuelve a sonar de manera automática cada cierto tiempo. Ahí estaba yo, sentado en la taza del water fumándome el primer cigarrillo del día y a mi bola, cuando oí en la habitación donde dormían 16 personas el desagradable sonido de mi alarma... Estaba yo en un momento delicado como para correr a apagarla... así que la dejé sonar hasta que, automaticamente también, se apagó sola. Debieron ser 3 o 4 minutos apoteósicos con todos los guiris y varios nacionales (entre ellos mis dos amigos vascos) mentándome los muertos. Pero eran mis últimos minutos en el Camino, a las 7 tomaba yo el bus a Sarria y luego a Santiago, con lo que no había peligro de que me fueran señalando a mi paso por todos los pueblos, y con todo el morro del mundo entré en la sala-dormitorio una vez acabado el asunto que me tenía ocupado. Así, con chulería.
¿Deberé asesinarme por esto en la futura novela? Lo dejo al criterio de ustedesvosotros... !!! Ya me contareis ¡¡¡.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Ahora si, se acabó lo bueno

Mi primer día de trabajo, después de las vacaciones. Ahora sí que puedo decir que se acabó lo bueno y toca volver a la rutina. Ayer miércoles me encontré con un día mas de asueto que no estaba en el programa, y eso me sirvió para descargar las fotos de los días en el Camino. Un par de las mejores no han salido. Estaban tomadas en la subida al Cebreiro. La cámara debía estar mas "afonada" que yo en la subida... y es que una etapa de 29 Kms, con un final en aquellas cuestas me resultó demasiado fuerte. Pero las fechas mandaban y era lo que había.
Decir que me lo he pasado bien, es quedarme corto. He disfrutado como un enano. Y hoy viene el bajón.
A riesgo de que alguno diga que estoy obsesionado con el Camino, hoy me entran ganas de dejarlo todo y volverme para allá. Pero el BBVA y la hipoteca del piso no me dejan... que si no...¡
Luego en Santiago, con María Dolores, ha sido genial, y aunque fueron apenas dos días, hemos aprovechado el tiempo al máximo y recorrido por sus calles algo así como un par de etapas. Finalmente no hicimos la última etapa entre Pedrouzo y Santiago que teníamos proyectada, preferimos quedarnos durmiendo en el hotel... estábamos cansados de tanto andar y a mi por la noche aún me pesaba la mariscada del Mesón Santiaguiño que me habían aconsejado Tere y Daniel, local que descubrieron una semana antes.
El viaje de vuelta resultó mucho mas tranquilo que como se preveía, pues no hubo Spanair hasta Barcelona, ya que un retraso de ese vuelo hizo que nos cambiaran los billetes por otro hasta Madrid en Iberia. Lo mas gracioso fue en el momento del embarque. De los dos embarques, pues cuando íbamos a tomar el de Barcelona, detectaron una piedra que yo acarreaba desde antes de Astorga con unas inscripciones en japonés. En lugar de tirarla o dejarla en la Cruz de Ferro, decidí traérmela hasta Alicante. Había que ver la cara del Guardia Civil cuando me pidió que la sacara de la mochila. Debió pensar que soy gilipollas, y no le faltaría razón, por viajar con un pedrusco de casi medio kilo y pretender meterlo en un avión. Pero cuando razonó que aquello era un recuerdo, pues él mismo se quedó curioso por el galimatías de la escritura nipona, se apiadó de mi y me permitió quedarmela.
Cuando por megafonía nos llamaron para cambiarnos los billetes, hubimos de salir y volver a facturación, para una vez subsanado el entuerto y con los nuevos billetes, volver a embarcar y volver a pasar por el control, pensando que de nuevo la piedra daría problemas. Pero esta vez no vieron la piedra, pero sí un abrecartas de plata que MD había comprado y llevaba en su mochila. De nuevo un picoleto salió y tras comprobar una y mil veces lo puntiagudo del objeto, nos dejó pasar dándonos por imposibles. Es lo bueno de tener cara de gilipollas... que te dejan en paz en la mayoría de los sitios. "Anden, anden, ... pasen. Desde luego que hay cada elemento por el mundo..." Y nosotros pasamos... No quisimos secuestrar el avión y desviarlo hasta algún país de Oriente Medio, porque estábamos cansadísimos y queríamos llegar cuanto antes a casa... que si no... salimos en Tele 5 y en la Agencia Efe, con foto y todo.
Mas tarde vino la aventura de la T4 en Madrid. Eso sí es una odisea, con ese pedazo de aeropuerto que pareciera que se empeñan en que todo el que desembarca allí debe preparar los 50 Kms marcha apara las olimpiadas... !! Y ese sistema de numeración de puertas que cuando vas por la "J" y debes embarcar en la "K" tienes que hacer noche en el primer banco que encuentras. Con lo sencillisimas, pero tan eficaces, que son las flechas amarillas del Camino, que nunca te pierdes... !! Estudiando una pila de años Ingeniería y Arquitectura para eso... ¡¡
Pero bueno, todo esto lo iré contando cuando llegue el momento en el blog. Eso y la cantidad de gentes estupendas que he conocido, los lugares por los que he pasado, las cosas que he visto, todo lo que me he comido, y la cantidad de autobuses que tuve que tomar para ir del Cebreiro hasta Santiago.
Como dije antes, hoy de bajón. Creo que fue Tere, o tal vez Berín, que me mandaron un mensaje diciéndome que "todo lo bueno se acaba, pero el camino siempre estará ahí para volver".
Es cierto. Siempre estará ahí, eso es seguro, pero hoy no dejo de pensar con verdadero desespero, que quedan mas de 360 días para ello, y a la alegría de recordar estos días pasados recientemente se me une cierta melancolía que no puedo quitarme de encima. Pero a partir de mañana me pongo de nuevo a contar aquí mis cosas y se me pasa todo en un periquete.

sábado, 6 de septiembre de 2008

CERRADO POR VACACIONES


ESTE BLOG PERMANECERA CERRADO POR
VACACIONES DEL 7 AL 17 DE SEPTIEMBRE.

EL PEREGRINO NO PERMANECERA OCIOSO
SINO CAMINANDO DE LEON A O'CEBREIRO
EN BUSQUEDA DE NUEVAS AVENTURAS QUE
QUE RELATAR AQUI MISMO, A LA VUELTA.

PERDONEN LAS MOLESTIAS.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Tere, Daniel... y yo detrás.

Viernes y último día de trabajo. Mañana a estas horas ya estaré en el tren, camino de León donde me esperan mis amigos vascos, para el domingo iniciar la marcha. Decir que ya tenía ganas, es quedarme corto. Todo un año soñando y esperando este momento. Encima, las dos últimas semanas han sido duras en cuanto a trabajo. ! Claro ¡ De no pegar ni chapa a verme de pronto con algo que hacer... pues eso, que se me han hecho duras. Menos mal que no soy de los que van tachando fechas del calendario. Simplemente sé esperar sabiendo que todo llega. Y por fin me ha llegado el turno de mis vacaciones.
Ayer tarde recibí una llamada de Tere y Daniel, los compañeros del Sureste y de ya varias cenas nocturnas. La última el pasado sábado 23 de Agosto y organizada por Berin y Alfonso, con acto cultural en la ermita de la Santa Cruz para que nos bajara la cena con los gorgoritos de un mezzo soprano alicantina. Durante aquella cena, Daniel y Tere nos anunciaron que dos días después salían para el Camino, haciendo la misma ruta que inicio yo ahora.
El domingo pasado los llamé por teléfono justo cuando habían acabado la ascensión al Cebreiro. Etapa dura según me decían. Confirmándome lo que Rafa, nuestro querido "vecino de abajo" ya me había dicho con ocasión de la paella de Julio en Alicante, y para la cual me he estado entrenando a medias subiendo y bajando repetidamente tanto el Castillo Santa Barbara como la Serra Grosa, dos pequeñas tachuelas comparadas con la montaña que es antesala de Galicia. Sin embargo, una vez arriba, comidos y ya descansados, tanto Tere como Daniel flipaban literalmente en colores con lo bonito que era aquello. Ayer, cuando la llamada suya, aún me comentaban cuanto habían disfrutado allá arriba, y en general con la semana y media que han pasado por León y Galicia.
Que por Villafranca del Bierzo les había caído el diluvio universal, pero repetían, con buen criterio y siguiendo la tradición "que el Camino sin lluvia, no es camino". Que quien no haya vivido la experiencia, y no conozca estas sendas y estos paisajes, puede comprender nuestra forma de pensar y de disfrutar la ruta. Y tiene toda la razón. Por eso engancha a las gentes.
Andaban ayer tarde, en la Rua Do Franco, comiéndose una mariscada en el Bodegón Santiaguiño y Tere, en el momento de atacar los percebes, acordándose de lo que escribí en este blog en su día sobre estos animalillos, y que volví a relatar durante la cena del día 23, me llamaba para ponerme los dientes largos y causarme envidia. No sé si podré aguantarme hasta el día 13 en que llegaremos MªDolores y yo a Santiago, y nos homenajearemos con nuestra propia fuente de crustáceos y moluscos.
Andaban Tere y Daniel algo amoscados y enfadados porque en la Oficina del Peregrino, en la Rua Do Villar no les habían querido dar la Compostelana, al no haber andado los últimos 100 Kms. del Camino, a pesar de haberse recorrido mas del doble en estos días. Pero las normas son las normas, y al menos les quedaba el consuelo de haber visitado la urna con los restos del Apostol en la Catedral.
También recibí ayer tarde un correo de Berin, la hermana y cuñada de Daniel y Tere, deseándome un feliz viaje y conminándome a tomar buena nota de todo lo que me aconteciera para poder relatarlo aquí en el blog. Eso está hecho... bueno soy yo para mis historietas del Camino y hago buen cuidado de no perderme nada para luego tener tema.
A la vuelta, aquí me tendréis de nuevo para continuar con el tramo inconcluso hasta León, y mas tarde relatar la nueva andadura. Incluido el viaje de regreso vía Barcelona en vuelos con Spanair... !! Viaje de riesgo ¡¡ ¿Verdad?
Buen Camino a todos.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Todos enfermos

! Pues si, Rafa ¡ ¿Comprendes ahora mi "pequeña" animadversión hacia ellos? Y me alegro de que hayas sacado a colación el tema de los guiris, ya que nada mas entrar en la recepción del albergue de Terradillos, y cuando íbamos a inscribirnos, un suizo se nos coló por todo el morro. Un tipo, sesentón, "enterao" en su horrible idioma, alto, delgado, de pelo blanco, con barba y una gorra de lana colocada del revés, con la viserita para atrás en plan "latín king", argumentando no sé bien qué de la Convención de Ginebra, de los dibujos de Heidi o de privilegios de la banca suiza, se apuntó primero y por la cara. ! Mal empezamos, amigo ¡... le dije. ! Pero... como si lloviera ¡ En otra situación, uno se encoge de hombros, y transige, atento con los turistas, en aras del Sector Servicios, la "balanza exterior" y el PIB... Pero cuando uno ha sido despertado por otros guiris de su misma especie y a las 6 de la mañana, ha andado 27 Kms. con los pies llagados, ha estado horas oteando el horizonte por si veía aparece el puto pueblo sin resultados, ha sorteado chinches, piedras y pijas de Serrano... por fin se sienta esperando solo tomar una ducha y comer... y que le tomen el pelo a uno... Todos sabéis que yo no soy rencoroso, pero una vez con las cosas de aseo en los baños, me volví a encontrar con el helvético que se dirigía a la única cabina de ducha libre. La venganza estaba servida. Con una finta, que ya hubiera firmado Ronaldinho en sus mejores tiempos en el BarÇa, exigiendo un ultimo esfuerzo a mis dolorosas ampollas me colé en la ducha, dejándolo con dos palmos de narices y gritándole a Javier, que estaba en la otra ducha, que se demorara todo lo que pudiera con el agua caliente. Aquella ducha la recuerdo con especial afecto... es increíble la cantidad de agua caliente que puede dar un termo eléctrico cuando uno se lo propone. Además, yo acababa de salir del excusado, e imaginaba el nauseabundo olor que sin duda había dejado en el ambiente y que debía estar"disfrutando" el suizo con la toalla y el jabón en la mano esperando que saliéramos. He de decir que yo como rosas... pero cago mierda... y hueleeeee..... !! Jodete mamón ¡¡ ¿Que me dices ahora de la proverbial industria relojera de tu país? ! No te oigo ¡ ... ¿Que dices?
Cambiados y limpios volvimos hasta el comedor donde me sirvieron unas Fabes con almejas, pollo al horno y un plátano, que me devolvieron la lozanía que acostumbro.
Estaba cansado y decidí acostarme para una siesta mientras los vascos hacían la visita turística. Y... ¿quien ocupaba nuestra misma habitación...? Pues además de una gorda alemana mal encarada... el suizo, pero ya mucho mas pacífico.
No dormí bien. Estaba algo destemplado, como con frío. Un malestar general me tenía atenazado el estómago. ¿El estómago? Se me abrieron los ojos como platos. ¿Yo en el aseo a las 3 de la tarde, cuando mi organismo es un autentico reloj biológico ( japonés, no suizo) y mi hora con Roca es nada mas despertarme? Algo raro me estaba pasando y no podía culpar de ello al abuelo de Heidi. Javier y Esperanza volvían en aquel momento, pues la vasca había devuelto hasta su primera papilla nada mas salir a dar el paseo. No se encontraban bien y acto seguido se fue al baño. Javier comentó que él tampoco estaba muy allá, y empezamos a recordar las almejas de las Fabes... !! Pero tampoco...¡¡ Ellos dos habían comido otra cosa.
Mientras Esperanza se volvía a acostar y se tapaba hasta la cabeza, fuimos hasta la recepción del albergue por ver si tenían algún medicamento para Esperanza, que era la que estaba peor. Solo conseguimos aspirinas y sal de frutas. ! Menos da una piedra ¡ Pero yo, contándole mis desventuras con las botas y las ampollas a la mujer del hospitalero, tuve la tremenda suerte de apiadarla y de que tras una rápida búsqueda en su almacén, saliera entregándome unas enormes plantillas de silicona que algún peregrino despistado se había dejado olvidadas. Las finas plantillas que había comprado en Carrión no habían durado ni un asalto y habían quedado en una papelera junto a la fuente de Calzadilla, aquella fuente de agua tan fresquita... ¿agua fresquita? (me preguntó la hospitalera) No estaréis bebiendo agua de las fuentes ¿verdad? (continuó) Cuando le dijimos que sí... se le ensombreció la cara y nos dijo "aquello", sobre que las aguas estaban contaminadas y no eran de fiar.
Aclarado el misterio me dediqué a recortar con una tijeritas las gruesas plantillas esperando dejarlas de mi numero y fueran mi salvación. Cuando a las seis de la tarde abrieron la tiendecita de ultramarinos del albergue, Esperanza, ante la perspectiva de una "tarde de compras", aunque fueran fiambres, se levantó para acompañarme a pesar de sus molestias. Hasta la hora de acostarnos me dediqué a escribir postales, a recoger la ropa tendida, a fumar y a observar al enorme mastín del albergue que descansaba a la entrada de los cuartos. Parecía que solo faltara el Gran Maestre para terminar el cuadro mediovalista.
Ninguno cenó nada, salvo Javier y yo, que tomamos algo de fruta. Y cuando se iban a apagar las luces, el vasco pidió al suizo y a la alemana que por la mañana hicieran el mínimo ruido posible para que su enferma esposa pudiera descansar lo máximo posible. El suizo hizo de interprete con la dura y mal educada alemana, que dejó la hora de salida en las siete de la mañana. ! Mentira cochina ¡ No me creí nada y me puse los tapones de cera.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Hasta el final de etapa

Para cuando las pijas de Madrid llegaron al chiringuito, nosotros ya habíamos tomado nuestros refrescos y descansado y reprendíamos la marcha. Esperanza, en un gesto muy torero, pasó de largo sin saludarlas, y volvimos al andadero bacheado y con multitud de piedras. Andar y andar, aburriéndonos si no fuera por el cansancio en las piernas que nos mantenía atentos a los accidentes del sendero. De vez en cuando alguna charlita entre nosotros que hacía matar el rato y nos impedía fijarnos en el horizonte y comprobar que Calzadilla no aparecía nunca, pues al superar alguna ocasional elevación del terreno, con la esperanza de ver por fin el pueblo al fondo, solo conseguíamos ver una nueva recta kilométrica e inacabable.
Paloma, nuestra particular madrileña, nos dijo que el pueblín parecería de improvisto incrustado entre dos pequeñas lomas, y efectivamente así fue, solo que tras dos largas horas de caminata. A las 11,30 apareció el campanario de la iglesia, y a medida que alanzábamos se nos ofrecían los tejados de las primeras casas. A un centenar de metros del albergue de Calzadilla de la Cueza encontramos un par de bancos junto a una apetecible fuente y decidimos parar a descansar y almorzar. Uno de los bancos estaba ocupado por la jovencita alemana que habíamos visto un par de días antes en la fuente del Piojo tras bajar Mostelares. Era monilla de cara, rubia y de ojos claros, además de simpática ya que sin ningún problema acepto hacernos una foto que incluso salió bien. Pero seguía teniendo en la espalda una desafortunada protuberancia... vamos que la "jodía" era jorobada. Nos comimos los sandwich que traíamos y bebimos de la fresquita agua de la fuente. Días después, ya en Alicante, comprobando mi guía, observé que en toda aquella zona se avisaba, incluso con señales rojas de peligro, de que las aguas del lugar no eran fiables y posiblemente su subsuelo contaminado. Por cierto... ¿he dicho ya que el agua estaba realmente fresquita?
Conseguimos convencer a Paloma para que siguiera con nosotros, pues su intención era la de quedarse en aquel pueblo. Tal vez por vergüenza o tal vez por las pobres condiciones del albergue que mantenían dos brasileños, acordes con las impresiones de pueblucho, la chica accedió a continuar y tras dar un rodeo espectacular por las pocas calles y comprobar que el dueño de un bar se había encargado de pintar sus propias flechas amarillas para que algún despistado peregrino pasara por delante de su establecimiento y así poder hacer algo mas de caja, salimos de Calzadilla con mas pena que gloria.
De nuevo un andadero junto a una carreterilla, que yo utilicé a menudo pues me era mas cómodo andar sobre el recalentado asfalto que ir sorteando o pisando piedras, y de nuevo andar y andar, aunque esta vez unos escuchimizados arbolitos iban dando penosamente algo de sombra. Ahí fue donde empecé a notar un dolorcillo en una de las rodillas, señal de que ir sorteando piedras y pisando mal me estaba empezando a causar una pequeña tendinitis. Tomé nota de que debería ponerme cuanto antes el Flugoprofen, un medicamento en spray casi milagroso para mi, y al que le tengo sincera devoción.
Una y media de la tarde y finalmente alcanzábamos Ledigos, el siguiente pueblo. Las primeras casas que vimos eran enteramente de adobe y paja, un tipo de construcción típico de la zona que recorreríamos los siguientes días. Curiosas pero dando un aspecto de decadencia y antiguedad increíbles. Dejamos la Iglesia de Santiago sin visitar, perdiéndonos así el único lugar en el que se pueden ver las tallas de Santiago en sus tres representaciones, peregrino, apóstol y matamoros. Preferimos sin embargo parar en el bar del albergue El Palomar, donde un preciosa mulata me sirvió un zumo mediterrania, de los que había hecho conocimiento en Hontanas días pasados. Tras un rápida visita al interior del albergue para sellar credencial y sobre todo a sus añejos aseos, nos encontramos con que Paloma, la compañera madrileña, arrojaba "la cuchara" como se dice en argot ciclista, se había inscrito en aquel lugar y se despedía de nosotros incapaz de continuar andando, convirtiéndose así en Paloma, la fugaz madrileña. Al menos consiguió salir en una de las fotos.
Tras la despedida, de nuevo en ruta para cubrir los 3 Kms que nos separaban de nuestro final de etapa, con un calor ya que nos iba retrasando y haciendo bajar el ritmo. Una hora después conseguíamos llegar, tras 27 cansinos Kms. hasta el Albergue Jacques de Molay en Terradillo de los Templarios. Las instalaciones de aquel albergue, que llevaba el nombre del ultimo Gran Maestre de la Orden, estaba acorde con el nombre del pueblo y los Templarios. Una especie de torre almenada con un par de banderas con la cruz patada propia de aquellos monjes guerreros, y otros distintivos similares en el interior le daban un aire evocador a la época medieval si uno se esforzaba un poco. Esperábamos que todo fuera tan sugerente... pero el hombre propone y Dios dispone.

martes, 2 de septiembre de 2008

Momentaneamente, uno mas.

6 de la mañana, y a pesar de estar en una habitación repleta de nacionales, algún infiltrado desesperado por salir a andar nos despertó a todos. Los gallegos de las camas vecinas, que eran 5 o 6 protestaron airadamente, con lo que al ruido de los extranjeros había que sumar las imprecaciones en "gallegiño" de la peña... y ya estaba todo el mundo desvelado. Dos vueltas mal dadas en la cama y ante la imposibilidad de seguir durmiendo nos levantamos, mirándonos las piernas y el resto del cuerpo por si aparecían manchas rojas. O estoy hecho de acero sueco, o la mala leche agría mi sangre, pues no hay chinche que me hinque el diente a mi. ! Menos mal ¡
Nos levantamos, nos aseamos y salí el primero a la calle mientras los vascos andaban untándose la pomada. Y esperando en la plaza de la virgen, una peregrina solitaria me preguntó si sabía de algún sitio abierto para desayunar. Le dije que si, y que esperase unos minutos a que salieran mis compañeros para ir todos juntos, aunque no me pasó desapercibido que aquella mujer me había despertado sobre las 3 de la madrugada al ir al baño y bajar dificultosamente de la litera superior a la mía. La perdoné. Y así lo hicimos, volviendo para atrás, hasta donde estaban los restos de la muralla, donde había parada de bus urbano y un hermoso bar llamado Café España. Desayunamos copiosamente, pero no compramos vituallas para el camino, confiando en que los bocadillos que llevábamos del resto de la cena de la noche anterior fueran suficientes. Habíamos roto el hielo con la muchacha y esta había aceptado gustosa acompañarnos durante la etapa. Eran poco mas de las 7, el amanecer apenas despuntando, cuando volvimos a cruzar toda la ciudad, para pasar de nuevo sobre el rio y por el Monasterio de San Zoilo, saliendo al camino por un peligroso cruce e iniciando la andadura del día.
Una carreterilla medio asfaltada y sin trafico nos llevó enseguida hasta la Abadía de San Torcuato de Benevivere, que aunque estaba en ruinas aún mostraba restos de su viejo esplendor, y que juntamente con un pequeño riachuelo e infinidad de altos y frondosos arboles, le daban al lugar un aspecto fresco y relajante. Adelantamos a tres mujeres a las que habíamos visto tomando cervezas en el albergue de Boadilla el día anterior, confundiéndolas con simples turistas por el aspecto de pijas madrileñas que tenían. Se hubiera dicho que con sus mechas rubias, manoletinas doradas, collares al cuello, pantalones de pinzas, estuvieran de compras por las calles Serrano o Claudio Coello del barrio chic de Madrid. Y ahí estaban, de peregrinas, andando y hablando de la moda del otoño-invierno, de tal modo que no respondieron al saludo que les dedicó Esperanza, que esperaba poder tener la posibilidad de pegar la hebra con ellas. Cuando una es de Madrid y compra en Serrano, es una mayúscula ordinariez ir saludando a todo quisqui... a no ser que uno sea Ana Obregón o Victoria Beckham. De cualquier manera, por el desplante ocasionado, se ganaron todo el desprecio del que era capaz nuestra vasca.
Y pronto empezó la temida recta de 18 Kms. hasta Calzadilla, justo cuando empezaba la Vía Aquitania, calzada romana mas vieja que el propio Camino y que señalaba un pequeño monolito, ya que para preservar su conservación, alguna mente preclara, había mandado enterrarla con tierra y pequeñas piedras, que aún siendo pequeñas molestaban, y de qué manera, a mis ampollas al andar.
Nuestra nueva compañera se llamaba Paloma y también era de Madrid, concretamente de Vallecas, que de todos es conocido queda muy lejos de Serrano. De unos cuarenta años, divorciada con tres hijos y trabajadora social del Ayuntamiento en Lavapies. El día anterior había empezado en Frómista, lugar en que lo acabó el año antes, y había hecho la parte de Galicia con sus hijos y un grupo de chiquillos de su trabajo un tiempo atrás. No muy habladora, mas bien tímida y callada, sin embargo cuando habría la boca era para decir cosas sensatas y juiciosas, pareciéndonos a los tres una buena compañera de viaje, agradable y simpática.
A las once de la mañana, cansados y aburridos de sortear piedras llegamos hasta la zona donde el avispado leones había montado su chiringuito, o mas bien una caseta prefabricada bajo los famosos 22 olmos, los únicos arboles hasta Calzadilla, de ahí que se supiera su numero exacto de manera tan precisa, y colocando una plancha de gas, un par de neveras, una cafetera y un mostrador donde ofrecía su genero, daba la posibilidad de un refrigerio y un pequeño descanso a la sombra. Queda ahí la foto, como posible muestra de un futuro albergue, caso de que la cosa tuviera éxito y el resto de miembros de asociaciones de la comarca se lo permitieran. Al menos a mi me pareció buena idea, y un punto intermedio en la fastidiosa recta, inacabable recta, donde poder al menos descansar.
En cuanto a la recta, recordé a mis amigos del Sureste, y sobre todo a Berín, que tenían a la de Petrola como la madre de todas las rectas aburridas. Aquella solo tenía 6 Kms. Nosotros llevábamos 9 y sin parar... y solo estábamos a la mitad.