jueves, 25 de septiembre de 2008

Visita turística por Sahagún

Resignados continuamos callejeando por Sahagún. Una lágrima me caía cada vez que veía pasar algún taxi, y así llegamos hasta la antigua iglesia de la Trinidad, hoy sin culto y reconvertida en albergue jacobeo y en lujoso auditorio municipal. Sellamos las credenciales y nos fotografiamos junto a un monumento en hierro al peregrino, para después meternos en un bar próximo donde una atenta y simpática camarera nos preparó unos suculentos bocadillos de queso y yo insistí en que nos acabáramos el litro de zumo que a mi me había tocado acarrear toda la mañana. Pero una vez dejados los posibles restos de las almejas de Terradillos en los aseos del bar, haber descansado 45 minutos sentados y relajados, la cosa mejoró notablemente, o al menos los ánimos se fueron restableciendo y yo ya no pensaba en taxis.
Tras entrar en una farmacia y comprar todo su stock de parches de silicona Compeed nos dedicamos a hacer la visita turística. Primero sellamos en el convento de las Benedictinas pero no pudimos visitar su Museo, perdiéndonos la famosa imagen de la Virgen Peregrina. Luego a la celebre iglesia románico-mudéjar de San Tirso, de esplendida fachada, como puede verse en la foto, pero austero interior, con algunas obras en exposición y sobre todo varios Pasos procesionales de Semana Santa de la escuela vallisoletana. Junto a San Tirso, las ruinas del Monasterio cluniaciense y el barroco Arco triunfal de San Benito. Y dado que nos pillaban fuera de ruta tanto la porticada Plaza Mayor, los barrios de judería y morería y las iglesias de San Juan y de San Lorenzo, optamos por y saliendo del pueblo, cruzando el río Cea por el Puente Canto de origen romano. Al ver el Cea recordé una curiosa anécdota leída con ocasión de la preparación de este tramo, y se la fui relatando a mis dos compañeros vascos: "En la Edad Media, los diferentes monasterios de Sahagún habían construido una represa en el río y aprovechado para crear una especie de piscifactoría, convirtiéndose en los máximos proveedores de pescado. Para potenciar el negocio (nada mejor que un cura para eso de las ganancias) convencieron al obispo de entonces para que dictara una bula en la que se prohibía, durante muchos meses al año, comer carne, o mas concretamente nada que no saliera del río. Los aldeanos, cansados de privarse de jamón, tocino y chorizos, se las ingeniaron para darle la vuelta a la famosa bula. Lanzaban al río a los cerdos, "pescándolos" después y de esta manera comían, efectivamente, lo que salía del agua del río". Ingenioso y eficaz.
Tras observar un rebaño de ovejas que pastaban a la orilla del andadero continuamos camino de nuevo sorteando piedras o aprovechando el escaso trafico para caminar por el asfalto. No duró mucho la alegría ya que el aburrido paisaje y la monótona caminata volvieron a hacerme soñar con taxis.
Al llegar a una marquesina de bus en un cruce de carretera, donde una señal representando a un pequeño y simpático león vestido de peregrino me sirvió para una foto del Concurso de la asociación, debatimos si tomar la variante a Calzadilla de los Hermanillos que discurría por la romana calzada de la Vía Trajana, pero ante la indicación en la guía de que atravesaba unas solitarios páramos, y que insistía con que era "ideal para la soledad y la meditación" (¡¡¡¡¡¡ ?) preferimos el camino mas corto hasta Bercianos del Real Camino, por aquello de "mas vale malo conocido que bueno por conocer". De cualquier manera nos quedaban aún 10 duros kms. que nos llevarían dos horas largas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy el espiritu de Manfred Kress , busco al negro de Bonny M ,que me han dicho que sabe donde estan las fotos nuevas del Sr. Alberto