A las ocho y media, el bus nos dejaba junto al Centro Comercial de Petrer con tiempo suficiente para un cafe en un bar cercano, mientras esperabamos a un pequeño grupo de petrelenses que nos acompañarían en aquella jornada.
Y a las nueve en punto, en escrupulosa fila india, iniciabamos la caminata bajo un paso elevado de la autovía de Madrid, y ascendíamos el monte, cruzandonos con algunas madrugadoras señoras que regresaban al pueblo tras su matinal ejercicio.
Poco después volvíamos a cruzar la carretera, esta vez por unos oscuros tuneles, que una vez superados, nos dejaban en plena naturaleza, alejados por fin de grandes superficies, minimo poligono industrial e intenso trafico de coches y camiones.
Reencontrarte con el campo, el monte, el sol, el aire de la mañana y los buenos compañeros del Camino, y a pesar de la repetición de etapas ya archiconocidas, invita sin embargo al buen rollo, la facil conversación en el grupo y al buen animo de los expedicionarios, con lo que cada uno con sus mas allegados charlaba de diferentes cosas casi sin notar que el estrecho sendero se iba empinanado, buscando una pequeña represa, hoy en estado de total abandono y desuso de un diminuto ramal del Vinalopo. La ligera ascensión era el unico punto discordante en una etapa de aproximadamente 20 Kms. completamente llana, y esas mismas charlas entre los amigos hizo que se nos pasara la subida sin apenas darnos cuenta.
Como siempre, en lo alto del embalse, repleto de una exuberante vegetación de verdes matorrales, numerosos cañaverales y con una magnifica perspectiva de la lejana sierra conocida como "La Silla del Cid" nos detuvimos para el reagrupamiento y la tradicional foto de grupo.
De nuevo en marcha, uno a uno fuimos bajando por un corto pero complicado sendero en descenso sin mayores problemas, y adentrandonos por una zona de arbolado, con el suelo plagado de hierbas que, en otras epocas del año, con menos rigores producidos por el sol y el calor, siempre aparece intensamente verde, produciendo una agradable, aunque corta sensación de estar atravesando zonas mas norteñas de nuestro pais. ! Puro espejismo, pero agradable ¡
La proximidad de la vía ferrea del tren a Madrid, nos acompañó durante aproximadamente un kilometro para, tras un inesperado giro del sendero, llevarnos hasta el camino proviniente de Elda y enseguida ofrecernos una espectacular vista de Sax y su bello castillo encaramado en la altura. Sax, nuestra primera parada del día y lugar en que almorzaríamos, iba acercándose y agrandándose a cada paso, y la proximidad del momento del bocadillo empezaba a hacer salivar a mas de uno y a que el ritmo subiera casi sin darnos cuenta.
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