miércoles, 11 de marzo de 2009

5 años

Hoy es 11 de Marzo. Hoy se cumplen 5 años de aquellos cruentos y salvajes atentados en las estaciones de trenes de Madrid. Cinco años desde que aquellos trenes quedaron completamente destrozados y, entre sus restos, infinidad de personas inocentes que marchaban a sus trabajos, murieron o quedaron seriamente mutiladas. Cinco años ya que en la estación de Atocha siguen alumbrando con su luz centenares de velas recordando a los que "se fueron". Cinco años en que se hicieron desgraciadamente famosas las estaciones de Santa Engracia y la del Pozo del Tio Raimundo. En que a los españoles también empezaron a sonarnos palabras, antes desconocidas, como Wahhabismo, Sharia, Salafismo, GIA, y otros tantos que solo quieren decir MUERTE Y TERRORISMO.
Todos recordaremos ya aquella fecha con el típico "donde estabas cuando los atentados de Madrid". Fue un día muy triste, y fueron diferentes las emociones que surgían a cada nueva información, a cada nueva imagen de la barbarie desatada por los terroristas.

Pero yo, hoy quiero volver a recordar aquel paso por Galicia de aquel mismo año, y de como a lo largo de varios kilómetros, entre los pueblos de Brea y Pedrouzo, cada poca distancia aparecían, bien clavadas en un árbol, bien sobre algún muro o tapia, o bien sobre algún pequeño montón de piedras colocadas al efecto, unas pequeñas placas doradas en la que, además de los números del 1 al 191, llevaban grabados los nombres de cada una de las victimas de aquel penoso y fatídico atentado de Madrid.
Era el homenaje del Camino de Santiago con aquellas victimas totalmente inocentes de Madrid. Algún peregrino o tal vez alguna Asociación Jacobea, había tenido la sensibilidad de recordarnos al borde de nuestro camino, que recorríamos ufanos y alegres, que para 191 personas, con nombres y apellidos bien definidos, su CAMINO había concluido de manera inesperada y cruel.
Cuantas oraciones calladas debieron suscitar aquellas simples plaquitas al paso de los peregrinos de aquel año 2.004 y posiblemente de otros años si aún quedaron allí clavadas. Cuantos Padres Nuestros para las almas de unas personas a las que se había detenido en su caminar por la vida de una manera tan brutal. Cuantas lágrimas calladas y cuanta rabia contenida.
Creo que fue un bonito homenaje del CAMINO, un lindo detalle que sirvió a mas de uno para pensar en lo efímera que es la vida, algunos sin sentidos que entraña de vez en cuando, y sobre todo para rezar por nuestras victimas del 11-M. Para recordarlas siempre.

3 comentarios:

Angel dijo...

Tristeza, rabia, dolor... Hay cosas que un pueblo no puede ni deb olvidar.

Un saludo. Te sigo

Anónimo dijo...

Buenos días:

No eres el único que tienes trabajo y algún achaque. Acabo de entrar en tu blog y desde aquí quiero recordar a mi amigo y compañero FRANCISCO JAVIER MANCEBO, que falleció en el atentado. Su hijo, que tan solo tenía 5 años, sufrió quemaduras y todavía no le han dado el alta, aunque hace vida normal, sigue yendo al Ramiro de Maeztu, donde su padre estudió y por supuesto jugó al baloncesto.

Tremendo lo vivido en Madrid durante ese día. Probablemente una de las cosas más impactantes fueran esos móviles sonando en los andenes y nadie para contestar.

Menos homenajes a las víctimas, que lo único que hacen es que sus familiares se revuelvan y acciones para los terroristas. ¡Cadena perpetua en España ya! Qué modifiquen la Constitución.

Besos y hasta mañana

Anónimo dijo...

Hay cosas que no se pueden olvidar, cuanto dolor. Yo soy apolitica desde hace años pero opino como M ª Carmen, que se dejen de historias y que impongan la cadena perpetua en España para los terroristas. Ya está bien de darles tanta cancha.
Besos