viernes, 29 de mayo de 2009

Con riesgo de mi propia vida

Tras las consabidas fotos de las piedras, fuimos dejando sitio a nuevos peregrinos. Nos encaminamos hasta la pequeña ermita, naturalmente cerrada, y nos dispusimos a descansar un rato ya que, a las 9,20 de la mañana, nos pensábamos sobrados de tiempo. Mochila fuera, traguito de agua y cigarrito sentado sobre la hierba que rodeaba la diminuta edificación, disfrutando del momento y de los tibios rayos de sol, y recordando el mal trago vivido apenas un par de horas antes a la salida de rabanal en la mas extrema oscuridad y soledad.
Es lo que tiene el Camino, que en momentos puntuales te asaltan todo tipo de dudas y miedos, lo pasas mal cuando atraviesas por alguna dificultad... pero un momento después, a la vista de un bonito paisaje, de alguna cosa curiosa, o simplemente que el sendero se endereza o llanea, se te olvidó como por ensalmo lo que sucedía minutos antes.
Y de esta manera, descansando en Cruz de Ferro, observé que junto a la carreterilla, en tramos regulares, existían unos extraños palos pintados de rojo y verde. Me picó la curiosidad, dejé la vida ascético contemplativa junto a la hierba, y me dirigí a curiosear por los alrededores. Los famosos palos eran señales de carretera para los crudos inviernos que debía haber allí, en los que la nieve debía cubrir la totalidad de los margenes de la vía, sus arcenes y los campos que la rodeaban.
Y en uno de esos prados junto a la carretera me encontré con varias vacas que desayunaban pacientemente. ! Menuda foto podía salir de ahí ¡
Me interné por el prado con total sigilo, para no molestar a los animales, dando un rodeo descomunal ya que no me caracterizo por una innata valentía... vamos, para entendernos, que las vacas no me asustan... lo que me da "acojone" son los cuernos...
Poco a poco, paso a paso.... ahora me paro... que creo que la vaca me mira... Como el cazador asechando su presa o el caminar del presentador del National Geografic en plena sabana africana rodeado de guepardos (que por cierto, no tienen cuernos pero también acojonan) Así... conseguí situarme a distancia prudencial (! joder...¡ que buen invento eso del zoom ¿verdad?) y disparar mi cámara para una foto en la que... ! Señores ¡... me jugué literalmente la vida, para poder hoy mostraros la Cruz de Ferro desde otros ángulos.
Ya sé que muchos no sabréis o querréis apreciar la dificultad que entrañó esta obra de arte. Solo Antonio Bienvenida (q.e.p.d) maestro de toreros y que acabó sabiendo mas de vacas y vaquillas que de toros de lidia, me felicitaría y aplaudiría mi arrojo, pero aún así os la dejo para su disfrute.

1 comentario:

M. Carmen dijo...

Muy buena imagen pocas veces vista de la Cruz y la Ermita juntas. Mereció la pena el riesgo.

Buen finde