jueves, 14 de mayo de 2009

Foncebadón

Y tras coronar la montaña no sin cierto esfuerzo, alcanzamos una planicie por la que se iban uniendo a nuestro propio sendero varios ramales por los que adivinamos a otros peregrinos caminando entre la espesa niebla. Pronto nos topamos con el vetusto cartel de la aldea y unos pasos mas adelante, descubrimos que ya nos encontrábamos en plena calle Real. Eufemismo lo de Real, ya que a simple vista todo en el pueblo era una pura ruina y se hacía difícil imaginar que allí, en el siglo X, se hubiera celebrado un importante concilio presidido por el Rey Ramiro II, o que un siglo después el eremita Gaucelo instalara una alberguería que con el tiempo se convirtió en una prospera abadía.
Por el momento, y a tenor de lo que estábamos viendo, incluso se hacía extraño que hubieran 2 personas censadas y dudé en varios momentos de que fuera cierto que estuvieran viviendo en la aldea. Con lo que nuestra entrada fue un tanto dubitativa. Como si solo un esfuerzo de imaginación y nostalgia pudiera hacernos ver lo que debió ser Foncebadón en otros tiempos. Pero un sonido familiar y monótono llegó a nuestros oídos, que no a nuestra vista pues la bruma podía cortarse con un cuchillo... una hormigonera en pleno funcionamiento. Efectivamente, a unos metros de nosotros alcanzamos a ver entre montones de piedras que otrora fueran los recios muros de alguna casa, un par de albañiles que intentaban recomponer su cimentación... por tanto.... mientras hay vida, y algo de dinero, hay esperanza. Y recordé en aquel mismo momento haber visto en internet una pagina de cierto restaurante que se había establecido no hacía mucho en el pueblo.
Aquello nos animó, al menos a mi, a explorar el contorno y separándome de mis compañeros, que andaban buscando algún lugar apropiado para cierto problema intestinal que acuciaba a Esperanza, y adentrándome entre las ruinosas casas llegué hasta una especie de precioso prado, que luego entendí era un parque, y de pronto quedé extasiado ante un par de auténtica palloza, completamente restaurada y en perfecto estado. Pero no acabaron ahí las sorpresas, ya que cuando me fui moviendo y la niebla me lo fue permitiendo, observé que por aquella parte del villorio las restauraciones de edificios era una esplendorosa realidad y que, además, la primera casa restaurada era el susodicho restaurante o Taberna de Gaia. Lamentablemente en Septiembre, acabada la temporada, estaba cerrado y me era imposible entrar a tomar ni siquiera un café, ya que a las 8,30 de la mañana tampoco hubiera podido pedirme ninguno de los suculentos platos de su menú medieval.
Y como creo que todos vosotros disfrutareis también de esa pagina, me permito dejaros el enlace para que la visitéis tranquilamente, aconsejandoos que pinchéis en los enlaces titulados: "El Local", "Los Exteriores" y sobre todo en "Especialidades". Auténticamente mágico y como un viaje al medievo... como invitando a pasarse por allí y vivir un momento inolvidable.
! Que lo disfrutéis ¡

2 comentarios:

M. Carmen dijo...

Seguramente lo mejor de Foncebadón "Gaia". En un ambiente medieval, los camareros, un matrimonio con su hijo pequeño, ataviados correspondientemente, nos sirvieron dos buenas jarras de vino y aperitivos para pinchar. Realmente no parecía Foncebadón, que tiene poco que ver.

Lo realmente curioso fué que, cerca hay una comuna donde vive una chica llamada Ruth y que atiende el albergue que junto con la taberna es lo mejor.

¡Cómo me gusta tener tiempo para leer tu blog y recordar, aunque sea en la distancia, mi Camino.

Besos

el vecino de abajo dijo...

Hola Compañero.
Te agradezco mucho el enlace que has puesto. Pues en el 2005 tuve la buena fortuna de cenar en esa taberna, ya que hice noche en Foncebadón. Y no solo es realmente binita y con un ambiente evocador, sino que además se come muy bien, a buen precio y la familia que lo regenta es encantadora.
Un saludo.