jueves, 7 de mayo de 2009

Las 5... y ya despiertos?

Dormí profundamente, con un sueño reparador... hasta las 5 de la madrugada en que nuestro ciclista se levantó para ir al baño y moviendo la litera al bajarse como si nos encontráramos en medio de un terremoto de magnitud 6 en la escala Richter (escala V según Mercalli, en la que se ocasiona daños ligeros en algunos edificios... pero sobre todo despierta a quienes duermen) y dejando además la puerta de la habitación abierta con lo que la luz del pasillo acabó por fastidiarnos a todos. _ ! Fils de puuuuuta ¡.... pero el tio no se dio por enterado... es mas... dio un portazo a la puerta del aseo.
Cuando volvió de desaguar... (mejor... mear... que los animales de bellota no orinan... mean) la cosa no mejoró... pero para entonces ya estábamos sobre aviso y bien despiertos. Sobre todo las dos brasileñas... que tardaron bien poco, solo media hora dando vueltas en sus camas, para levantarse y prepararse para la marcha... y apenas unos minutos mas para volver, encender las luces y buscar el bordón de una de ellas que, gracias a Dios, estaba bajo la cama y fue encontrado enseguida. Pero entonces Esperanza, que no había conciliado el sueño en toda la noche, se vio en la necesidad de venir hasta mi cama y comunicarme dicha novedad. _ ! Pero bueno...¡ ¿No tienes a tu marido para contarle estas cosas, mujer? ¿No dijo el cura... para lo bueno y para lo malo?... !! Pues anda con él... petarda ¡¡
Resumiendo: Aún no eran las 6 de la mañana, y ya estábamos aseados, vestidos y preparando el desayuno. Mientras Esperanza calentaba el nescafé pude comprobar desde la ventana de la cocina, donde me fumaba el primer pitillito del día, que fuera aún la noche era cerrada, oscura y algo fría, y una especie de repeluz recorrió mi cuerpo ante nuestra inminente salida a la calle. Esperaba al menos que las dos brasileñas, entre aquella extrema oscuridad, se despeñaran por un barranco... y detrás de ellas... el cabrón de nuestro ciclista de la litera. Para este, una vez acabamos con el café, tuvimos los tres un especial recuerdo en forma de ruidosa entrada a la habitación para recoger nuestras mochilas, y una vez acabamos le dejamos la luz bien encendida como puede verse en la foto y la puerta abierta de par en par.
El primero en salir a la calle... yo, como siempre. La segunda Esperanza, y también, como siempre el ultimo Javier, que tenía que ir al baño todos los días nada mas acabarse el cola cao.
La completa oscuridad, solo rota por una exigua bombilla en la puerta del albergue y alguna mala farola en algún lugar de la calle, iba acompañada de un frío considerable. Ansiaba desesperadamente que la visita al excusado del vasco no se demorara demasiado, que todo le fuera bien en aquel trance en solitario y poder así iniciar la marcha y entrar en calor. ! Qué cosas tiene la vida a veces... y que problemas este dichoso Camino de Santiago ¡

1 comentario:

Lorena dijo...

Ale, haciendo amigos por el mundo, jejeje... ¿Intuyo entonces que no intercambiásteis e-mails? Una lástima, porque los animales de cuadra suelen ser cariñosos...