Antes de continuar con nuestras peripecias por Santiago, contesto al comentario de Rafa Gambin, que me pide que coloque fotos como antes. Sintiendolo mucho, no puede ser, amigo.
Desde que empecé a incluir fotografias, me sale un cartel de 400 ERROR (¿ o será que me cuenta los errores y faltas de ortografia y ya llevo 400?) El caso es que ya en mas de una ocasión, y tras enrrollarme ampliamente en algunas entradas, al ir a editar lo escrito, y tras aparecer el dichoso cartelito, todo lo escrito a desaparecido en el limbo, y me he visto obligado a reescribir de nuevo la entrada. No es por la cara de bobo que se me queda cuando ocurre esto, es por un trabajo realizado y hechado a perder.
Ya avise el primer día que inicie el blog, que soy un manazas y un verdadero torpe con esto de las nuevas tecnologias. No obstante estoy en tramites de aprender y solventar el problema. Por favor permanezcan atentos a mis avances.
Y volviendo a aquellos dias en Santiago, tras admirar, y llorar ante la plaza del Obradoiro y fotografiarnos todos en Praterías, nos encaminamos hasta la Praza da Quintana, en cuyo muro acababa la cola para pasar por la Puerta Santa y abrazar la figura de Santiago.
Allí nos mezclábamos simples turistas, jubilados del Inserso de excursión y cantidad de peregrinos. Diferenciarnos era fácil, los primeros guardaban respetuosamente la fila, los del inserso intentaban colarse o dar lastima para que los colaran, y los peregrinos eramos los que intentabamos quitarnos las botas o hacíamos extrañas piruetas intentando liberar nuestras espaldas del cansancio de acarrear mochilas desde hacia muchos dias.
Fue casi una hora de cola, pero la ocasión era excepcional. Por fin nos llegó nuestro turno y subimos respetuosos y en silencio al camarín del Apostol. Mª Jesus, con mi cámara, sacó la foto que decora este blog y en verdad que consiguió imortalizar el momento. No sé bien que pasó por mi mente en aquellos momentos, infinidad de experiencias pasadas aquella semana con la meta puesta en ese preciso momento. Fueron solo unos pocos segundos lo que duró aquel pequeño acto, pero el sentimiento fue muy fuerte y dificil de expresar.
Tengo entendido que el Cabildo de la Catedral tiene pensamiento de dar fin a esta tradición del abrazo, argumentando deterioro en la figura por el sinfín de achuchones que recibe, y que en breve pondrá a buen recaudo este tesoro artístico instalando una urna de cristal. Una lastima para tantísimos peregrinos que, tras un arduo camino, se habrán de conformar con verla de lejos. O que decir de esas pensionistas, que llegado su momento, besaban a Santiago como si de uno de sus nietos se tratara, con esa ametralladora de besos tan característica en las abuelas. ¿Recordais a vuestra abuela besándoos el día de Navidad, cuando el aguinaldo, y ese eco que parecía acompañar el momento? Solo quedaban un par de langostinos y empezaban a trinchar el pavo, y aun parecía oirse el beso... ! Soy un sentimental !
Bajamos por el otro lado para ver el sepulcro de plata del Apostol, todo esto a la puta carrera, pues el Inserso empujaba por detrás, y de pronto nos encontramos de nuevo en la salida. La cola fue larga, el momento visto y no visto, pero no por ello menos emotivo y muy sentido. Incluso y a pesar de los comentarios de Alberto, el ovetense, que descreido, dudaba que ahí estuvieran los restos de un ápostol de Cristo, mandado decapitar en Palestina por Herodes Agripa hacía casí 2000 años. Es dificil de creer. Lo sé. Pero todo es cuestión de fe y tradición, y no me incumbe a mi polemizar sobre ello.
viernes, 30 de noviembre de 2007
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