lunes, 3 de diciembre de 2007

Unos dias en Santiago

Nada más salir de la Catedral nos encaminamos hacia la oficina del peregrino con el fin de conseguir nuestras Compostelanas, ya que habíamos andado al menos los último 120 kms del Camino. Yo concretamente, 145 desde O'Cebreiro, nuestras queridas granadinas algo mas, pues habían empezado a pie de puerto, y la encantadora MªJesús y su marido Alberto, casi 300 desde Astorga. La cola para conseguirla era también de aupa, con lo que aproveché para recorrer los escasos 50 metros que me separaban de mi hotel y por lo menos registrarme y dejar mis cosas en la habitación. El Hotel Aires Nunes, en la misma Rua do Villar, me había sido recomendado por mi cuñado Jorge, que con frecuencia debe viajar a Compostela para dar conferencias en la Universidad de Santiago. Se trataba de un pequeño hotel, situado en un pequeño palacete recién restaurado, que había conservado sus muros de piedra de la fachada, y su interior, si bien con materiales modernos, no había perdido el encanto de las antiguas construcciones. Tras una rápida inscripción y una ojeada a la confortable habitación individual, solo tuve que ponerle un reparo... no había bañera, solo un plato de ducha con mampara, con lo que uno de mis mayores anhelos, darme un caliente baño de al menos una hora, debería quedar relegado a mi vuelta a Alicante.

Regresé rápidamente junto a mis compañeros, justo cuando ya nos tocaba el turno, y contesté sinceramente al pequeño cuestionario que nos hicieron, revelando que mi primer objetivo al realizar la peregrinación no había sido otro que un viaje de aventuras, pero que poco a poco se había abierto paso e instalado en mi interior un sentimiento mucho mas espiritual y religioso.

No paso desapercibida a la señorita que me atendió, la enorme cantidad de sellos que contenían mis dos credenciales, todas ellas conseguidas en solo una semana. Aunque mas asombro debieron producir las cartas de presentación de su parroquia, con sello del obispado, que Inmaculada, Mari y MªAngustias traían de La Herradura. Las tres, como creo que ya comenté anteriormente, estaban estrechamente vinculadas a su parroquia, en la que participaban muy activamente de diferentes actividades y sostenimiento de la iglesia.

Una vez conseguido esa especie de diploma que acredita haber realizado la peregrinación a Santiago, totalmente escrita en latín, que es la Compostelana, nos preocupamos de cuestiones mas terrenas como buscar un lugar donde comer. Elegimos un pequeño restaurante en la Rua Do Franco, en el que se encontraban todo tipo de mesones, tascas y restaurantes. Degustamos productos típicos gallegos, como vieiras en salsa, pulpo a feira, que no a la gallega como nos corrigió el camarero, mejillones y como plato fuerte un pote galego. Estábamos todos cansados, y mas que eso, exitados, por todo lo acontecido durante la jornada y sobre todo a la velocidad que nos había ido sucediendo, sin casi un respiro entre una y otra emoción. Permanecimos allí en una larga sobremesa, hablando, riendo y recordando anécdotas que nos habían sucedido aquellos días. Tuvimos que levantarnos, al ver a los camareros preparando ya las mesas para la hora de la cena y quedamos para vernos durante la tarde.

Cuando estaba a punto de entrar en mi hotel, una nueva anécdota o mejor dicho una coincidencia inesperada me esperaba en su puerta. Me encontré en la calle con mi hermana Isabel que andaba por ahí con una amiga. Dicho así, puede resultar un hecho mas, sin casi importancia, pero el caso es que con mi hermana no me veía, ni mantenía relación desde hacía 18 años. Problemas familiares que no vienen al caso o que prefiero obviar aquí, pero que quedaron aparcados allí mismo en el mismo momento en que nos dimos casi de bruces el uno con el otro en aquella simpática calle de Galicia. Sin duda el contacto con el apóstol y el camino habían aplacado mi animo, con lo que nos fundimos en un cariñosos abrazo. Tiempo despues, y normalizadas las relaciones, en gran parte gracias a mi mujer MªDolores, fui asesorando a mi hermana para su propio viaje al Camino de Santiago. Pero todo a su tiempo. Ya habrá momento para relatar todo ello.

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