Al regreso de La Herradura, con el animo por las nubes por el contacto con mis buenos amigos, me puse de lleno a planificar mi siguiente tramo del Camino. El tramo elegido era Roncesvalles-Logroño.
Pero antes deberé señalar que de las fotos hechas en Granada mandé algunas a Martin por correo electrónico. Cual fue mi sorpresa al recibir su contestación, en la que me decía que había sentido envidia... y bla,bla,bla... y que veía que habíamos comido... un espetó de sardinas y migas !!! El "jodío" escocés, con solo unas pocas fotos había reconocido la comida. Y lo mas chocante... sabía lo que era un espetó, y conocía las migas de pan. Yo siendo nacional, creo que en alguna ocasión había probado las migas, pero desde luego desconocía hasta hacía solo uno días lo que era un espetó de sardinas. Cuando les conté aquello a las granadinas, a ellas no les extrañó, pues sabían que Martin había pasado alguna que otra temporada por la costa andaluza.
Desgraciadamente, aquel fue el ultimo contacto que tuvimos con el británico, debió cambiar de correo y de número de móvil, por que ya nunca mas contactamos con el.
Pero volviendo al proyecto, como la vez anterior me surgía alguna duda. Como llegar hasta Pamplona era relativamente fácil, pero no tanto el subir hasta Roncesvalles.
Un tiempo después y por casualidad, un proveedor y amigo de la empresa en la que trabajo me saco de dudas. Este amigo, David, siendo de San Sebastián tenía por costumbre cuando viajaba a su tierra tomar un autobús que pasaba por Alicante (creía recordar que sobre las 10 de la noche) y paraba en Pamplona. Desde esa estación un nuevo autobus hacía el recorrido hasta Roncesvalles. Incluso lo de que saliera a las 10 de la noche me podía venir bien por temas de logística en el trabajo.
Una rápida visita a la estación de Alicante me sacó de dudas, y efectivamente, existía aquel bus, y no solo eso sino que la misma compañía cubría el trayecto de vuelta desde Logroño hasta Alicante, con lo que no me preocupé mas de ese tema.
Con la experiencia del año anterior, todo lo demás fue cocer y cantar. Las etapas eran perfectas con kilometrajes no muy largos, y hasta me podía sobrar un día para pasarlo en Logroño y conocer la ciudad.
Los primeros días de Septiembre conseguí mi credencial en mi Asociación y compre los billetes de autobús. Pero confiando en lo dicho por mi amigo David, con respecto a que el bus salía a las 10 de la noche, solo le dí una ligera ojeada a aquellos billetes, casi sin mirar la hora impresa... las 20 horas.
Y llegó el día 8 de Septiembre fecha de mi partida. Muy previsor yo, acudí en compañía de MªDolores hasta la estación sobre las nueve y cuarto de la noche, y nos pusimos allí a esperar.
Hasta las diez y cuarto casi ni me preocupé, pues el autobús, que venia de La Manga del Mar Menor en Murcia, podía venir con retraso. Las alarmas sonaron hacía las diez y media,
! Aquello si que era raro ! A todo esto MªDolores guardaba un respetuoso silencio, pero a las once menos cuarto de la noche ya no pudo aguantar y preguntó si yo estaba seguro que la salida era las 10. Aquella muestra de desconfianza hacía mi me molesto profundamente, y ya iba a contestarle alguna grosería de las mías, cuando de pronto se me hizo la luz. Fue como un rápido destello que paso por mi cabeza... luego !!! la oscuridad mas absoluta ¡¡¡ Sí, queridos lectores, yo, lo mas listo que haya parido madre... había confundido las 20 horas con las 10 de la noche, y el autobús había salido sin mi, a su hora, las ocho de la tarde. Me había quedado en tierra, tras varios meses de exaustiva preparación de mi viaje.
Como una autentica culebra coreana, agaché la cabeza y "tiré palante" de regreso a casa. María Dolores, mujer sensata y comedida donde las haya, no hizo leña del árbol caído... hasta pasadas un par de horas, lo que agradecí en el alma.
jueves, 20 de diciembre de 2007
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