Recibí la llamada de mi padre que, nueva coincidencia de la vida, tambien andaba por Galicia esos dias y pensaba visitar Santiago aquella mañana con su esposa y unos amigos de Vigo, con lo que quedamos en vernos tras la misa y luego comer juntos.
Con mis compañeros visitamos la obra maestra del Portico de la Gloria, entre apretujones y empujones del gentio que allí se congregaba, e hicimos la consiguiente cola para primero tocar la columna de piedra y luego darnos cabezazos con el Santo Das Croques, esperando como millones de visitantes antes que nosotros, conseguir potenciar la inteligencia y la memoria. Este rito, debe tratarse de una leyenda con poco fundamento, ya que a mi edad, mi inteligencia es ya dificil de potenciar, y en cuanto a la memoria, a estas horas aun no he conseguido recordar como se reza una Salve.
Cuando nos quisimos dar cuenta, la iglesia estaba abarrotada. Una exageración la de gente que había allí metida. Creo que tuvimos bastante suerte, ya que aquel día terminaba una reunión pastoral con religiosos latinoamericanos, y oficiaban la misa los obispos de Santiago y de Oviedo. Con lo que tuvimos derecho a ver volar el famosísimo Botafumeiro, ya que creo que solo está reservado para ocasiones especiales o previo pago. Incluso lei en algun sitio que los Tiraboleiros se habían sindicado, exigian mediante huelgas mejoras salariales y no trabajaban así como así. Extraño, tratandose de un acto religioso en una de las catedrales mas importantes del orbe, con final de una de las tres peregrinaciones mas importantes de la cristiandad, pero así estan las cosas.
La Misa, que fue de las largas, nos deparó momentos inolvidables y otros realmente curiosos. Entre los primeros, el volver a ver a peregrinos encontrados durante las jornadas y ya casi olvidados. También el recuento de los diferentes peregrinos llegados a Santiago aquel día y el dia anterior, y que habían declarado su intencion de asistir a aquella misa en el comento de recibir la Compostela. Fuimos nombrados por nacionalidades, predominaban alemanes, brasileños y franceses, pero resaltaban varios mexicanos, australianos y hasta dos japoneses. Los nacionales fuimos nombrados por autonomías, y casi me emociono cuando me supe entre los nueve valencianos allí congregados.
La curiosidad mas destacable la supuso el momento de la comunión. Una gran cantidad de sacerdotes se diseminaron por diferentes lugares de la Catedral para dar a los fieles la sagrada forma. Pero para que estos pudieran saber en que lugar se encontraba el sacerdote, inmersos entre aquel maremagnum de gente, cada uno de ellos era acompañado por un acolito que portando un paraguas a rayas azules indicaba su situación. Gracias a ello conseguí comulgar y cumplir con mi Jubileo. Luego como curiosidad, tambien resaltar el vuelo del botafumeiro, y la altura que llegaba a alcanzar, rozando casi el techo de la de por si alta catedral. Fueron unos momentos muy emocionantes y que no olvidaré. Y de paso, me aseguré una parcelita en el cielo de los peregrinos con el Jubileo ganado.
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