lunes, 31 de diciembre de 2007

Zubiri

Lo primero que vimos de Zubiri, fue su puente gótico de dos ojos sobre el río Arga. Llamado el puente de la Rabia, ya que existía en la antigüedad la rara costumbre de hacer pasar a los animales por uno de sus ojos para librarlos de esa enfermedad. También mi guía decía que corría la leyenda de que en uno de los estribos del puente se encontraban los restos de Santa Quiteria. Visto esto, ya habíamos visto lo mejor y mas interesante de la localidad.
El primer albergue, el privado de Zaldiko, estaba lleno con lo que nos encaminamos hasta el municipal. Antes de continuar, decir que en la Edad Media, Zubiri era famosa por su leprosería, la de La Magdalena. Ya se que tener una leprosería en el pueblo, hoy día estaría mal visto. Pero para no romper drásticamente con la tradición de tener algo cutre en el pueblo, si bien no contaban ya con el lazareto, Zubiri contaba con el albergue municipal de peregrinos. Y, la verdad, después de echarle la primera ojeada hubiera firmado por dormir en la leprosería.
A día de hoy, casi he completado todo el Camino Francés, pero en ningún sitio he visto un peor albergue de peregrinos. Viejo, con aspecto descuidado, pesimamente dotado, de manera que los aseos y duchas estaban instalados en el exterior, en unas casetas prefabricadas, ya que la única ducha y único water del interior daba pena, casi miedo, usarlo. Pero, aun así, tuvimos mala suerte, ya que a pesar de su estado, estaba lleno a rebosar con lo que nos recolocaron en el contiguo frontón.
El frontón, posiblemente inaugurado por Franco cuando ascendió a cabo, tenía una vasta cantidad y variedad de telarañas en sus techos y paredes, pero eso no era lo mas frustrante, sino que la "cama" consistía en unos oxidados somieres de muelles, y por "colchón" unas tablas de madera de encofrador. ¡¡¡ Y nosotros tuvimos muchísima suerte !!! ya que cuando se fueron acabando los somieres, los peregrinos que fueron llegando tuvieron que extender sus sacos de dormir en el sucio y frío suelo.
Yo que la noche anterior no había dormido nada por el viaje en autobús y por tanto eran casi 48 horas sin dormir, cansado por el sube y baja de los 23 Kms. recorridos aquel día y ante las perspectiva de pasar una noche en aquellas circunstancias, tuve un bajón en el animo. Bueno, en realidad me entraron ganas de echarme a llorar. Me contuve, pero me vino a la cabeza el sempiterno dilema de... ¿Que hago yo aquí? ¿Quien me mandaría a mi venir a esto...? Y cada vez me acordaba mas de mis dias en Galicia, con mis buenos amigos, donde todo había salido tan bien y a pedir de boca. Me entraban ganas de huir de aquel sitio. Sin embargo el frontón acabó llenándose con aproximadamente 70 u 80 peregrinos en la misma situación que yo.
Pero no había escapatoria. Lleno total en las pensiones y hostales. Autobuses que fueran a Pamplona, solo uno y a primera hora de la mañana. En Zubiri no existían taxis. Tampoco se podía continuar hasta la siguiente localidad con albergue, pues en Larraosaña estaban de fiestas patronales, y todo estaba cerrado, albergue incluido, de ahí que todo el mundo se quedara en Zubiri y hubiera tal "over bouking".
La comida en el bar que elegimos, tampoco sirvió para subirme la moral, un arroz a la cubana con el tomate frío, recién sacado del frigorífico, un filete correoso (¿¿vestigios de la leprosería??) y un yogourt a punto de caducar.
La tarde la dedicamos a ver como se secaba la ropa, a tratar de esquivar a la hospitalera que quería cobrarnos 7 euros por "la habitación". A ratos escribiendo notas para el diario y observando como tres "veteranas" madrileñas (al final fueron las mas listas) sacaban sus cosas y se ponían en la carretera a hacer autostop para escapar de allí. Al final lo consiguieron, y un paisano, en un antiguo Seat 127, a la vista de tanta carne junta, paró y las llevó. Cuando las vi marchar, yo, que nunca he renegado de mi condición masculina en casi 50 años que pronto voy a cumplir, desee con todo mis fuerzas ser mujer y poder levantar el animo y el deseo de algún viejecito lujurioso con un Simca 1000 que me hubiera llevado a la capital, aunque en pago hubiera tenido que detenerme en alguna cuneta de aquella carretera navarra.
Hasta las 10 de la noche, mi animo no mejoró. Mientras, un joven belga y un alemán barbudo, como sacado de un casting de Jesucristo Superestar, se dedicaron a dar "masajes cósmicos"... sí, así como suena... Esperanza la vasca pagó 5 € por uno... y es que esta, por lo visto, se apuntaba a un bombardeo. Luego se dedicaron a amenizarnos la estancia con un concierto, soplando por unos largos tubos de cartón, sin duda sacados de algun contenedor de basura, lo que daba un sonido como si un barco de vapor saliera del puerto. Al menos a mi me fueron adormilando por lo monótono y reiterativo de aquellos ruidos.
Y aunque pudiera parecer lo contrario, me quedé dormido sobre aquellas tablas de madera y una manta que finalmente había conseguido agenciarme, robándola de encima de una cama ya que su dueño no había estado lo suficientemente al loro. Solo que a las tres y media de la madrugada me despertaron, primero la torrencial lluvia que estaba cayendo fuera, y luego tres peregrinos que recogieron bártulos a aquella hora y se marcharon para adelantar camino. Como sería aquello, que 3 tipos prefirieron andar en la oscuridad mas absoluta y bajo un fuerte aguacero, antes de continuar una hora mas en aquel antro y sobre aquellas improvisadas camas.

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