martes, 18 de diciembre de 2007

Reencuentro con los compañeros

Al final de la primavera, 6 meses después de regresar, me volvió el gusanillo de la peregrinación. Solo faltaban unos meses para mis vacaciones de Septiembre y me puse manos a la obra de planificar mi nueva salida al Camino. La decisión estaba ya tomada desde aquel día en que le prometí al Apóstol que volveríamos a vernos, y si bien aun no he cumplido con mi promesa dada, mi intención era la de empezar mi nueva andadura desde Roncesvalles, y poco a poco, un tramo cada año acometer la totalidad de la ruta que transita por territorio español, hasta cumplir con la promesa, de nuevo en Santiago.
Pero en el mes de Junio recibí una llamada de mis amigas Inmaculada, Mari y Angustias, las granadinas "peregrituristas" como las llama en sus comentarios el amigo Rafa de Almería. Me anunciaban que Alberto y MªJesús pasarían una semana de sus vacaciones en La Herradura, con lo que se hacía imprescindible que yo también bajara para poder reunirnos de nuevo en su pueblo.
Para mi fue una ocasión que no se podía desaprovechar. ! Volver a ver a mis buenos amigos, estar al menos un día con ellos y echarnos unas risas ! Incluso cabía la posibilidad de lanzarles el guante, y que realizaran de nuevo el camino conmigo ese año. Además, la ilusión de que mi mujer viniera conmigo, conociera a aquellas buenas personas, que ellos conocieran a su vez a"La Princesa", como siempre la he llamado cariñosamente, y de paso fuera entrando en nuestro ambiente, y ¿quien sabe? tal vez conseguir que con el tiempo se embarcara en la aventura.
Y el 18 de Junio, tras cuatro horas de viaje que no sentaron nada bien a MD, poco dada a los viajes, llegábamos al precioso pueblecito costero, y me abrazaba de nuevo con mis amigos.
Las granadinas nos tenían preparado un intenso plan de vida en las pocas horas que íbamos a pasar en su feudo. Todo estaba pensado de antemano, cada comida, la cena, el alojamiento en un apartamento propiedad de Inma, incluso las visitas turísticas a la localidad... no cabía oponerse o se corría el riesgo de que se pusieran "tremendas" y eso es lo ultimo que se debe hacer con estas mujeres.
La emoción de reencontrarme con mis amigos fue muy intensa. No parecía que hubieran pasado tantos meses desde nuestra despedida en la Rua Do Villar de Santiago, y nuestras conversaciones se convirtieron en un amasijo de recuerdos inconexos, un batiburillo de anécdotas que salían a relucir en tropel, a medida que uno refería aquellos días. Fueron unos momentos inolvidables. La ocasión no era para menos.
Incluso tuvimos la ocasión de hablar con Martin, el escocés, ya que Inmaculada tenía su teléfono y mantenía contacto con el. Cada uno de nosotros pudo echar unas frases con el, y a mi me expresó su envidia por el buen tiempo que nos hacía en España, ya que en su tierra el invierno aun no había desaparecido y se encontraban en medio de una fuerte niebla.
La foto escogida para acompañar esta entrada, puede que sorprenda a mas de uno, ya que no guarda relación con el relato, pero debo advertir que aquel viaje, se convirtió en una aventura culinaria, pues "las tremendas" debían vernos demasiado delgados, escuchimizados incluso, y nos cebaron a base de bien. Y en ello contribuyeron también Alberto y Mª Jesús, que habían traido de Oviedo todo el apaño para una autentica fabada asturiana. ! No podía ser otra cosa !

1 comentario:

Anónimo dijo...

Después de varios días, sin meterme en tu blog, me he puesto al dia de tus etapas y visitas a lugares tan pintorescos. Hablas con mucho cariño de tus amigos del Cámino y de lo que sientes en cada paso de das. Se nota que los Viajes te han marcado y te hacen vivir la vida de un modo más comprometido. Me imagino que cuando relatas estas vivencias, contagiarás a todo el que te rodea. Es gratificante, leer tus relatos y sobre todo el sentido que tienes de la amistad. Tus amigos deben de estar encantados contigo. Tengo una pregunta que hacerte: Te gusta ir solo en tus etapas o prefieres la compañia de personas que ya conoces?