sábado, 26 de enero de 2008

Fuente de la que mana vino

Volviendo al tema del Asador Astariaga de Estella y a su camarero, simplemente decir que fue motivo de rechifla por parte de Rafa nada mas comentarlo a la peña. Cuando escribo estas lineas he recibido una llamada de Esperanza desde San Sebastian y al comentarle que precisamente estaba relatando en esos momentos aquel episodio, también se ha echado unas risas a nuestra costa.
Unos meses después, Javier me mandó una hoja del periodico El Correo Vasco, en el que venía una entrevista al matrimonio propietarios del asador. Hablaban de los riquisimos platos que preparaban, de su extensa carta de vinos, etc... pero ni una palabra del camarero. Mal rayo lo parta. Tuve que dar gracias a Dios de que no hubiera participado de la entrevista. Ese era capaz de contar que en cierta ocasión tuvo el honor de servir la cena a dos maricas, recién salidos del armario, y con pensamiento de ser los primeros hombres en casarse en la localidad... o ¿que sé yo...? Y menos mal que iba yo con Javier... imaginemos por un momento que yo hubiera ido solo, que el tipo se hubiera enamorado de mi... tenía yo la entrepierna para pocos flirteos... y ¿como hubiera acabado yo? Bastante jodido por delante... y luego mucho mas por detrás...
Una vez en el albergue, aquella noche, nada mas entrar, Javier se dió cuenta de que le faltaba el movíl. Palidecí. Pero menos mal que no se lo había dejado en el restaurante, sino que recordó haberlo dejado por la mañana sobre el cesped, en el momento de hacerle una foto a la fachada del Santo Sepulcro. Me pidió que permaneciera cerca de la puerta del albergue, por si el hospitalero cerraba con llave, y se encamino hasta el prado de la entrada del pueblo. Puede decirse que fue su dia de suerta pues allí estaba el dichoso teléfono, y por fin pudimos acostarnos, que no dormir, al menos yo, pues el cansancio y los dolores de piernas no me permitieron hacerlo.
Por la mañana me levanté como un zombie. Esta vez muy temprano y de noche, con la consiguiente alegría de Miguel que por fin veía cumplido un sueño. Tal era su estado de ánimo que me lo encontré en la puerta haciendo las paces con el hospitalero, que para mas "inri" era valenciano, un paisano prejubilado de Bancaja. Un tipo bastante serio en el desarrollo de su cometido, pero simpático cuando se le trataba mas ampliamente. Miguel y el hospitalero quedaron como buenos amigos una vez dadas las correspondientes explicaciones y disculpas.
Desayunamos cumplidamente en el comedor del albergue e inmediatamente iniciamos la marcha. Rafa estaba bastante recuperado e inició sus relatos de los skech de Faemino y Cansado y los mejores chistes de Gila.
A la salida de Estella me encontré con una de las peregrinas que consiguieron salir de Zubiri en auto stop. Era una "veterana" madrileña de unos cincuenta años, la superviviente del grupo pues sus compañeras habían regresado a sus lugares de origen, terminadas sus vacaciones. Charlé un rato con ella, justo hasta que llegamos a Ayegui, poblacion que casi podríamos decir que era una pedanía de Estella. Allí nos detuvimos a hacernos unas fotos frente a un monumento al peregrino, desde el que ya se divisaba el Monasterio de Irache a lo lejos.
Tras cruzar una peligrosa carretera y andar un corto trecho alcanzamos las Bodegas Irache, o lo que es lo mismo, la fuente de la que mana vino. Otro de los sitios significativos del Camino Francés, pues tienen esas bodegas, en su fachada, la particularidad de tener un grifo del que el caminante puede servirse vino de la tierra totalmente grátis. También hay una cámara web en una de las paredes, y desde Internet uno puede ver llegar a los peregrinos en tiempo real, y como se sirven, unos un vasito, otros con mas morro llenando botellas de litro y medio, pero todos y a pesar de la temprana hora a la que se llega al lugar, con las lagañas puestas y ya empinando el codo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

desde que llegastes a la fuente del vino, ya no te hemos vuelto a ver por aquí, que pasa que el impacto y la resaca fue grande?