sábado, 19 de enero de 2008

Llegada a Puente La Reina

Rectifico: Mi blog vuelve a ser provinciano. El comentario anónimo de días pasados, siendo extranjero, no significa que haya despertado el interés internacional. Si acaso, el de alguna empresa que quiere que inserte anuncios en el blog. Entré en la "famosa" página y me encontré con que estaba en portugués (brasileño) y el rollo era que me pagaban 20 centavos?? por hora de conexión en internet. Con 20 Ç a la hora no tapo ningún agujero, con lo que sigo echando la Primitiva. De todas formas ¿Sabe alguien a cuanto está el cambio del cruceiro brasileiro?
A lo que íbamos... Empezamos a bajar el Alto del Perdón y a los pocos metros Miguel, el valenciano y yo nos encontramos con un chaval de unos 20-25 años que venía en sentido contrario, subiendo en lugar de bajar. El de Enguera le preguntó si se había dejado olvidado algo en la cima, y el chaval nos contestó, chapurreando un poco en castellano, que el volvía de Santiago. Nos quedamos atónitos, pero aun mas cuando nos dijo que era letón (o puede que lituano, no recuerdo) y que había venido andando desde su país subsistiendo a base de la caridad de las gentes y parroquias por las que pasaba durante el año y medio que llevaba en camino. Cuando le preguntamos si volvía andando de nuevo a su casa, nos dijo que que no... que ahora peregrinaría hasta... !Roma ¡¡... y cuando hubiera cumplido con su propósito, !!! continuaba hasta Jerusalén ¡¡¡ Y que pensaba que la aventura le duraría entre 4 y 5 años. Nos quedamos de piedra, sin reaccionar... pero él se despidió y nos dejó siguiendo con su peregrinación. Continuamos nuestra difícil bajada todavía pensativos y extrañados. Mi conclusión fue que sin duda aquel muchacho no tenía una hipoteca con el BBVA como tengo yo. Con lo que podía tirarse toda la vida andando sin tener que preocuparse. Yo deberé seguir esperando a mis 10 días de vacaciones al año y continuar trabajando o los del banco se enfadarían.
La subida al alto no había sido demasiado dura, pero la bajada se las traía. Una cuesta abajo bastante agresiva, pero sin duda lo mas duro era la cantidad de enormes piedras que te impedían andar cómodamente. No podías dar un paso sin pisar en suelo firme y con grave peligro de caerte. Solucionamos a medias el problema caminando por el borde del sendero y sobre todo mirando muy atentamente donde poníamos los pies, durante aproximadamente kilómetro y medio que duró aquel suplicio.
Sin embargo un veterano francés nos adelantó llevando su equipaje sobre un carrito de niños... el tipo le había cogido el tranquillo a aquellas piedras y parecía disfrutar con ello.
Esperanza, con Javier acompañándola, se fue quedando atrás con problemas en las rodillas además del de las piedras. En un momento dado y recordando algún comentario mio acerca de como bajaba el año anterior Martin el escocés, utilizó la táctica de andar de espaldas lo que pareció irle bastante bien. Aun así tardaron mas de una hora en recorrer aquel dichoso kilómetro.
Mientras tanto, yo con Miguel y Rafa, esperábamos al pie de la montaña, tumbados en el suelo sobre la hierba, intentando reponernos del esfuerzo. Y en aquel momento sucedió una de las cosas mas cómicas que me haya podido acontecer en cuatro años de camino de Santiago. Y aquello no podía provenir de otra persona que no fuera nuestro almeriense, que en un momento dado, sintiendo un fortísimo dolor de vientre, se retiró tras unos árboles y matorrales.
Cuando volvió, y sin ningún complejo, nos explicó que había sentido, de momento, un "apretón", y que aquello había salido de tal manera que... se sentía ultrajado, pues había sido como una violación. Miguel y yo no pudimos aguantarnos, y nuestras carcajadas debieron oirse hasta en Compostela. Así de ocurrente era nuestro amigo Rafa, el casto varón.
De nuevo todos juntos, continuamos hasta Uterba, donde paramos a descansar en la terraza de un bar, donde una malagueña como un tren tomaba el sol. Salerosa, como deben ser las malagueñas, soportó estoicamente los piropos del almeriense, que cuando ve un par de tetas bien puestas se desmelena.
El episodio no fue a mas, por lo que continuamos con ritmo cansino hasta Murazabal, donde debimos habernos desviado para conocer Eunate y su famosa iglesia templaria octogonal, pero era ya bastante tarde y estábamos cansados. Después Obanos, confluencia de Caminos pues en dicho pueblo se unen el Aragonés, que viene de Jaca, con el Francés. En este último pueblo volvimos a demorarnos con el tema de las fotografías y cerca ya de las 3 de la tarde entrabamos, tras 23 Kms. en Puente La Reina.
Lo primero que vimos al llegar fue un hotel, el Jakue, que anunciaba también hospedaje por seis euros para peregrinos en albergue privado, y por no continuar trescientos metros mas hasta el de los Padres Reparadores, decidimos quedarnos allí, cosa que fue un acierto ya que el sitio estaba completamente nuevo, realmente curioso, con camaretas para 4 personas separadas por unas persianas de mimbre, un salón grande, con lavadora, secadora, internet y demás servicios, y para completar, en el baño hasta había sauna. Todo un lujo para unos peregrinos cansados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOLA ALBERTO, TE AGRAZDEZCO MUCHO ESTE RELATO, POR QUE ME HACES RECORDAR COSAS QUE YA SE ME VAN BORRANDO DE LA MEMORIA. LO DEL ULTRAJE, NO HE PODIDO OLVIDARLO AUN, COMO PODRÍA OLVIDAR SEMEJANTE TRAUMA? PASARAN MUCHOS CAMINOS ANTES DE SUPERARLO Y QUIZÁS NI SIQUIERA ENTONCES. PERO DEL PAR DE RAZONES DE LA MALAGUEÑA.., DE ESAS YA NO ME ACORDABA, GRACIAS OTRA VEZ POR TU OPORTUNO RECUERDO.