martes, 25 de marzo de 2008

Tarde en Santo Domingo

Martes, y de nuevo al trabajo. Hoy tengo un ansia infinita de paz... pero seguro que viene mi jefe, o algún otro, a joderlo y a darme faena. ! Total...¡ ¿Que hubiera costado alargar un poquito mas las vacaciones... digamos, hasta el fin de semana que viene?
Pero volvamos al tajo... Callejeé por Santo Domingo, hasta dar con el hostal Miguel. Era domingo y andaban cortos de personal para hacer las habitaciones por lo que no pude ducharme y cambiarme hasta cerca de las 3 de la tarde. Mis canarios se habían marchado a casa de unos amigos y no volverían hasta la hora de la cena. De nuevo abandonado, me dediqué a llamar a casa, luego a granadinas, ovetenses, vascos y almeriense. Echaba de menos a mis amigos de años anteriores, y aquel buen ambiente que me había acompañado en los anteriores tramos.
En esto que apareció por el bar del hostal el joven ponferradino de la entrada a Navarrete. Por lo visto era muy aficionado a la Formula 1, y seguidor de Fernando Alonso (como todos). No quería perderse la carrera por televisión y allí nos pusimos ambos a ver como Alonso salvaba los platos con un adelantamiento en los boxes a Kubica lo que supuso mas puntos para ganar aquel año de nuevo el mundial. Mi joven acompañante era mecánico y se creyó en la obligación de explicarme aspectos técnicos de los coches... yo que apenas sé echar gasolina, aproveché un momento suyo de descuido y subí a ducharme, y lavar la ropa.
Durante la comida, que tuve que pagar yo pues se había dejado la cartera en el albergue, me contó cosas de su acompañante italiana, quien por lo visto había huido literalmente de su lado, y puesto tierra de por medio pues andaba una etapa por delante de nosotros con nuevos compañeros. Sopesé la posibilidad de adoptar a aquel chaval para los siguientes días, pero la diferencia de edad y el peligro de que el resto de lecciones, sobre carburadores y bujías, acabaran con mi poca paciencia me lo desaconsejaron.
Dormí algo de siesta en mi enorme cama, y tras comprobar que el tiempo andaba encapotándose y amenazando lluvia, decidí hacer la visita al pueblo.
Los alrededores de la gran Plaza de España, con el Ayuntamiento y una antigua alhóndiga que luego sirvió de cárcel, centraron primeramente mi atención. Recorrí varias calles del casco histórico hasta dar con la estafeta de correos, donde deposité algunas postales que había escrito. Luego, a pesar de mi diabetes, no desperdicie la ocasión de probar, en la pastelería Isasi, los famosos ahorcadillos, y tuve que contenerme para no arramblar también con las rogas del Oja y con algunas doncellitas, todos embadurnados de azucares. De nuevo, por la calle Mayor, me encaminé hasta la Catedral.
Nada mas entrar en la enorme iglesia, me sorprendió oír el canto de un gallo !!! En una especie de pequeño corral, bellamente decorado, acristalado y elevado, dominando aquella zona del crucero, se encontraban un gallo y una gallina, en una clara referencia a la leyenda de Santo Domingo de la Calzada, donde la gallina cantó después de asada.
La contemplación del mausoleo y la bajada a la cripta del Santo, que tanto hizo por el Camino de Santiago, con la construcción de puentes, hospitales y arreglo de los caminos, fueron también momentos muy especiales de aquella visita.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como pudistes saborear los famosos ahorcaditos en la Pasteleria Isasi si dicha pasteleria tan solo tiene imitaciones burdas de un producto que si te distes una vuelta por el pueblo como bien dices, es un producto patentado y registrado por la pasteleria Isidro, que es a su vez Casa y Cuna de los Ahorcaditos que excepto en la copia de su forma no tiene nada que ver con lo que dices que saboreastes.. donde tiendes el paladar

Anónimo dijo...

te recomiendo que ya que no vas a ir a comprobarlo busques en cualquier sitio ahorcaditos, quien es su creador, quien lo comercializa y ante todo chiquillo que no te tomen el pelo... y te diré no sabes lo que te perdistes pues están de vicio..