viernes, 21 de noviembre de 2008

Charlando de prejubilaciones

El misterio de la Marca PIVA deberá esperar algunos días para resolverse. Aunque, la verdad, no es como para crear suspense, pues ya vereis que es de lo mas banal.
Las naves industriales se fueron sucediendo una tras otra. Como si el polígono industrial que atravesábamos conectara con el del siguiente pueblo. Pero siendo domingo, solo los locos caminantes de las mochilas lo atravesábamos, ahorrándonos el consiguiente trafico que sin duda debía reinar los días laborales.
Aburrido y monótono, aunque fácil de andar, ya que todo él estaba urbanizado y perfectamente pavimentado. Las señales, bien en los postes de luz, bien en el pavimentos o los bordillos, nos iban llevando sin perdida por la ruta.
Algunos peregrinos, pocos y dispersos, caminaban a lo lejos, delante nuestra, o cuando volvíamos la vista atrás comprobábamos que eramos punto de referencia de algunos otros mas rezagados.
Para combatir el aburrimiento que nos suponía el feo paisaje que nos rodeaba, comenzamos a hablar de nuestros respectivos trabajos. Sí. Ya sé que pasar unos pocos días de vacaciones mentando a la "bicha" del "currelo" no es lo ideal. Pero era nuestro primer día y aún la desconexión con el tedioso día a día no se había conseguido completamente.
Es curioso, como con apenas el paso de unas pocas horas, e inmerso en una actividad diferente y atrayente, nuestros pensamientos experimentan un cambio drástico, y cualquier referencia a trabajo, prisas, estres y, en general, monotonía, queda aparcada en un rincón lejano de nuestras mentes y olvidada. Pero, como ya digo, en aquellos momentos aún no se había efectuado del todo ese cambio.
Cada uno de los tres fue enumerando sus particulares fobias y manías surgidas en sus trabajos. ¿Quien no tiene alguna? Cada trabajo tiene sus cosas buenas... de las que ahora mismo siento no recordar ninguna... salvo el sobre del día 30; y un montón de problemas e inconvenientes... los cuales me vienen todos a la mente de inmediato, pero que no enumeraré por no aburrir.
Cuando le llegó el turno a Javier, me habló de unos problemas surgidos en cuanto a su deseada prejubilación. De alguna manera, yo pensaba que el vasco andaba sobre los 55 o 58 años. Tal vez un comentario, mal entendido, surgido en el año 2005, me inclinaba a pensar que era mas joven, y sabiendo que en banca las prejubilaciones están a la orden del día y cada vez con menor edad, comencé a protestar por la suerte que tenía mi amigo. Pero mi amigo, sorprendido, y supongo que contento porque le supusiera muchos menos años de los que realmente tenía, me saco de mi error, diciéndome que no era su caso, y que el ya tenía 61.
Con asombro hube de constatar que, en ese caso, estaba en mucha mejor forma física de lo que aparentaba. El, gracias al ciclismo que practica con asiduidad, y con la planta de puro vasco que no puede ocultar, tiene un aspecto rocoso y fibroso. Medio calvo y pelo cano, dan en él un contrapunto para no inducir a equivocaciones y confundirlo con un adonis o galán de cine.
Su problema residía en que el banco en el que trabaja, La Kutxa o caja de ahorros de San Sebastian andaba enfrascada con la caja de Bilbao o BBK, desde hacía ya demasiados años en unas negociaciones de fusión que no llegaba. Todo ello paralizaba las jubilaciones de los empleados.
Días pasados unas noticias aparecidas en los medios de comunicaciones indicaba que la fusión para una gran Caja de Ahorros vasca, habían dado un paso mas para que aquello acabara siendo una realidad, y supongo que reanimando las esperanzas de mi amigo donostiarra, al que supongo engrasando los mecanismos de su bici, para cuando felizmente llegue su día. El de Esperanza, su mujer, trabajando en la Sanidad vasca debería esperar aún unos años mas.
Pero sí que debo reconocer que desde ese día me ha surgido un sentimiento de envidia (no sé muy bien si sana) por todos los jubilados. No solo por mi amigo Javier, sino también con el contacto de otros amigos, estos del Camino del Sureste. El caso es que desde un tiempo a esta parte cada vez tengo mas ganas de jubilarme, y me sorprendo en ocasiones pensando en qué haría yo si dispusiera de todo mi tiempo libre y sin necesidad de trabajar.
Puede ser que dada mi facilidad para la escritura, alguno de mis lectores piense de mi que soy un portento literario o un tipo dotado de una exquisita vida interior o con algún otro don por el estilo. Pero no, querido lector. Algo no va muy bien en mi "sesera", alguna oculta tara que ningún PEC TAC vaya a poder descubrir. Porque con 50 años, con nada menos que 15 años por delante hasta alcanzar la edad meritoria, es de autentico gilipollas comerse el coco y anhelar la vida disoluta a la que sin duda me llevaría la jubilación. Aun me quedan muchas horas de despacho y de correr de un sitio para otro mandado por mi insensible jefe.
Ahora bien, que me quiten lo bailao, porque me lo paso bomba pensando en la cantidad de caminos de santiago que me podría recorrer con todo el tiempo del mundo. La cantidad de entradas que podría escribir en el blog, o la cantidad de novelas. O simplemente la cantidad de escupitajos que le podría lanzar a las palomas del parque, allí sentado con la colillita del cigarro en los labios y la boina calada hasta las cejas. ¿es o no una tara lo que me aqueja? ¿me lo hago ver?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como, que te vas a jubilar? de eso nada, conmigo no cuentes, que ya te veo yo enganchado a tu blog todo el dia y por las noches, escribiendo sin cesar. Asi no te quiero yo. Me gustan estas cosas pero dosificadamente, que te conozco.
Ojala nos jubilemos juntos y aprovemos para realizar ese viaje romantico que tanto me has prometido, vale?
Mª Carmen, gracias por tu enhorabuena, pero este ascenso también supone mucho más trabajo y más responsabilidad. No todo es un camino de rosas.

Anónimo dijo...

No seas tonto y mírate lo de la tara esa que dices, que por menos de eso mira los padres de la Campa, eso sí tu no sobornes a nadie, di solamente que estás de lo tuyo muy mal y que no sebes si podrás aguantar mucho así y que en la conciencia lo llevará el doctor pertinente.