Y yo continuaré relatando aquella etapa del domingo 7 de Septiembre, que paso a paso nos fue llevando hasta Virgen del Camino. Hasta el momento no habíamos abandonado el asfalto, bien por calles, polígonos o la misma carretera. Fuimos entrando en aquella pequeña pero moderna localidad, comprobando que desde allí salía el desvió hacía el aeropuerto de León, aunque no pudiéramos ver ningún movimiento de aviones por los alrededores, pero si en cambio un fluido trafico de vehículos. Atravesamos la localidad, comprobando que existían toda clase de servicios y tiendas, y por fin llegamos hasta la otra parte del pueblo donde nos topamos con la iglesia-santuario cuya foto utilicé el pasado viernes para decorar la entrada.
La iglesia, según las guías del Camino, ocupaba el lugar en que antiguamente estuvo situada una ermita erigida en el lugar en que cayó la piedra que, con la honda del pastor Alvar Simón, la propia Virgen María lanzó en 1.502. Posteriormente la ermita fue sustituida por un templo barroco, y a este siguió el actual edificio racionalista, inspirado por Le Courbusier, con capacidad para mil feligreses, y en que destacan el exceso de hormigón y sobre todo las figuras de los apóstoles de Pentecostés de su fachada y una increíble cruz, también de hormigón armado y de 52 metros de altura. Para gustos están hechos los colores, y las opiniones a favor y en contra de una iglesia tan fea, están a la orden del día.
No llegamos a entrar en la iglesia, pues a la hora en que pasamos estaba cerrada, con muchos fieles esperando en la puerta la misa. Pero nos llamó la atención, un numerosos grupo de personas, posiblemente excursionistas, que esperaban la llegada de un autobús, y que cuando este llegó, varios hombres fueron subiendo y cargando unos postes de madera, del que desconocíamos su utilidad, pero imaginamos que sería para algún juego o acto en concreto en el lugar al que iban.
Nos quedamos por allí un rato corto, lo suficiente para descansar las piernas tras un par de horas de andar sin parar, y una vez hecho esto cruzamos la carretera y nos internamos por una calle en pendiente que desmbocaba en un sendero de tierra. Eran los primeros metros en tierra de la jornada, y tras un breve recorrido alcanzamos una especie poza o pequeño lago con agua, llamado Fuente del Cañin, del que dejo ahí la foto, así como de un muñecote de hierro que tenía dedicatoria para los peregrinos que pasábamos por allí. Junto a la poza la tapia del cementerio del pueblo, y un poco mas allá un nudo viario con enlaces de la carretera que acababamos de cruzar y dejar atras.
2 comentarios:
Dime la verdad , lo de PIVA , es una cortadora de cesped¿¿¿¿¿ ,Muy bien tus escritos , todos.
Gracias por los animos.
Hola Alberto, me gustaría saber sí estas mal o te preocupa algo, pues ya son varios los días que no me mandas tus queridos correos de tías en pelotas y o en posturas obscenas.
Atentamente "anónimo" el de abajo
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