Otro milagro... y este no puede achacarse al bueno de Antonio, aunque estuvo mas de una vez andando por los Caminos de Alemania, cada vez que con su esposa Barbara, que es germana, iban a visitar a la familia por esos "Landers de Dios".
Resulta que mis recién conocidos amigos de Mönchengladbach, Fred y Marlene, para visitar mi blog y la pagina de picasa donde guardo las fotos, han debido requerir la ayuda de alguno de sus hijos, o vaya usted a saber quien es el tal Dieter que me manda el comentario. Del blog no se habrán enterado de nada... ¡¡¡ natural ¡¡¡ mas o menos como yo, de lo que escribe el fulano alemán. Pero sin duda han agradecido el poder ver todos los lugares por los que pasaron en su peregrinación gracias a mis fotos.
Y como la vida sigue su curso de manera inexorable, nosotros continuaremos con nuestra costumbre de ir escribiendo las anécdotas del Camino.
Y nos habíamos quedado en que nos dirigíamos hacia el Barrio Húmedo de León para ver que cenábamos. Pero antes tuve la mala suerte de que Esperanza se encontrara con una conocida suya de San Sabastián que hacia turismo con su marido cerca de la Catedral. Aquellas dos mujeres, que en circunstancias normales, de haberse visto por las calles de Donosti tal vez ni se hubieran saludado, allí, lejos de su casa y por la novedad, se vieron en la necesidad de contarse sus respectivas vidas. El marido de la turista, tal y como hicimos nosotros, puso los ojos en blanco, alzo los hombros con gesto de resignación y siguió fumando su pipa, cuya cazoleta representaba la cabeza de un marino mercante.
Mas de veinte minutos de plantón, con los dos calzonazos aquellos que no se atrevían a cortar el rollo a sus mujeres aunque lo deseaban, me llevaron a dar una ojeada a las cercanas tiendas de souvenirs de la Plaza de Regla, y sobre todo a que el frió me fuera calando, debido a mi atuendo de boy scout, con pantalones cortos y en chanclas.
Sé que estoy aburriendo al personal... pero de esta manera todo el mundo se dará cuenta de que todo en aquellas aventuras no son precisamente maravillas. Y que, si vas acompañado de otras personas, has de aguantar ciertos inconvenientes que de otro modo te ahorrarías.
Pero tranquilos, ya que en la entrada de mañana tendremos ocasión de disfrutar de una de las fotos mas apetitosas del tramo de este año. Porque yo sin cenar no me quedaba... y tras una de esas caras que me han hecho mundialmente famosos en el mundo entero cuando me enfado, las dos señoras se dieron por aludidas y fueron despidiéndose.
A grandes zancadas fui llevando a mis dos vascos hacia el lugar elegido para las tapas, con Esperanza contándonos los detalles, que todos ya habíamos soportado minutos antes, de la conversación con la amiga. A palabras necias... oídos sordos, dice el refrán. Yo intentaba entrar en calor y acallar los ruidos de mi estomago, ante la idea de una buena cena.
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