jueves, 3 de julio de 2008

Don Josico

Finalmente el buen curita nos abrió un lateral de la iglesia, y uno a uno fuimos entrando y pasando bajo una pequeña estatua de Santiago en una hornacina que coronaba aquella puerta. Además, en un lateral de la puerta se podía apreciar una placa en recuerdo del Papa Juan Pablo II, sin duda mandada colocar con ocasión de su fallecimiento. Poco a poco, mirando a derecha e izquierda, respetuosamente fuimos ocupando los primeros bancos frente al Altar Mayor, mientras el setentón párroco iba encendiendo todas las luces, y una vez hecho esto nos dio la bienvenida primero, y luego se embarcó en una explicación sobre aquella iglesia del siglo XVI que, cuarenta años atrás, cuando fue destinado a Minaya, se encontró en verdadero mal estado de conservación. Pero que él, con aquel carácter suyo tan particular, simpático, dicharachero, extrovertido, pero firme y tozudo cuando se proponía alguna cosa, "Pidiendo, pero sin pedir nada" había conseguido volver a darle el esplendor que debió tener en su origen aquella iglesia. Que su personalidad y extrema constancia había conseguido a base de mucho esfuerzo y años, pulsar la fibra sensible de numerosas personas con el fin de conseguir la restauración de la Seo, que como podíamos ver era toda una realidad, a pesar de que por el camino se había grangeado numerosos problemas y sinsabores, tanto con autoridades locales como eclesiásticas, pero que él dada como buenos ante los resultados obtenidos.
Fue explicándonos cada una de las restauraciones practicadas, confesando sentirse especialmente satisfecho por el Altar Mayor, que juntamente con otro cura especialmente dotado para la pintura, había logrado rehabilitar un gran tríptico con escenas de la vida del Apóstol Santiago, a las que habían añadido infinidad de conchas de vieras traídas por peregrinos al Camino, añadiendo en los laterales pinturas con escenas de la vida de Jesús y de la vida del Beato Alonso Pacheco, natural de Minaya y uno de sus mas insignes y venerado vecino, del que además se conservaba como reliquia en una capilla adyacente, unos huesos de su brazo.

Otra de la joyas de la Iglesia de Santiago de Minaya era la capilla de la Virgen del Rosario, a la que nos invitó observar desde mas cerca y donde, efectivamente, pudimos apreciar las maravillas que unas buenas capas de pintura pueden hacer, así como las filigranas de unos angelotes y querubines primorosamente realizados resaltaban la imagen de la Virgen. Una vez allí, también nos hizo visitar la sacristía donde se conservaban y custodiaban en urnas de metacrilato todo lo que se había podido recuperar de épocas anteriores, como varias casullas antiguas, numerosos libros y misales litúrgicos, y todo tipo de rancias fotografías de otras épocas, ediciones y revistas religiosas, consiguiendo así un pequeño museo local.

El desparpajo de Don Josico, nos había cautivado a todos. Con su simpatía y manera de hablar nos iba ganando uno a uno, dando una contundente muestra de que cuando un cura está en lo suyo, su parroquia, y cuando sus sermones y pláticas son cercanas a los problemas de nuestras vidas cotidianas, a nuestro mundo, y por tanto a problemas y temas que nos alcanzan a todos indistintamente a que seamos creyente o escépticos, consiguen despertar la curiosidad y el interés de cualquier agnóstico. Que este tipo de sacerdotes, cocientes de las realidades de la vida y sus dificultades, pues ellos las padecen en la misma medida y las cuentan con el mismo lenguaje que el pueblo llano, en una palabra: Hacen Iglesia.
El Pater, acabada sus explicaciones sobre su querida iglesia y su restauración continuo en un aparte departiendo con las "fuerzas vivas" de la Asociación, ocasión que aprovechamos el resto para visitar por nosotros mismos el resto de capillas y altares, mientras poco a poco nos íbamos encaminando hacia la salida.

Fue alrededor de una media hora la que estuvimos allí, pero todos salimos con la idea de que había sido un rato muy bien aprovechado, no solo por la belleza de la iglesia y de las imágenes allí conservadas, sino también por haber conocido a aquel curita simpático, pero a la vez "tocahuevos" cuando algo se le ponía entre ceja y ceja, y al menos yo pude hacerme una composición de lugar de los avatares y problemas que D. Josico debió causar a los diferentes Alcaldes y concejales de su pueblo, y a los miembros de su Obispado, que durante mas de cuarenta años debieron soportarlo cada vez que debía acercarse "pidiendo pero sin pedir nada" como decía el buen hombre, pero con la convicción de que lo iba a conseguir a base de tozudez. Y digo yo... que mejor manera de sacar los cuartos a unos y otros, si la motivación y el fin último de todo ello era la restauración de una iglesia del Siglo XVI, una de las pocas cosas de cierto interés que tenía aquel pueblo de La Mancha. Por tanto... ! bien por Don Josico ¡

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Katon, Goukakyu no jutsu.