martes, 12 de agosto de 2008

Castrojeriz

Y ahí estaba yo, sentadito en la terraza del bar y sin poder creerme que hubiera podido cometer semejante fallo con tanto tiempo de preparaciones y entrenamientos. Mis talones por el momento solo aparentaban haber pasado un ratito en la barbacoa... rojos y muy doloridos, y tal vez con unas pequeñas ampollitas que apenas asomaban. Antesala de lo que tenía que venir después. Me puse manos a la obra, desmonté la mochila para encontrar los parches de Compeed, me los coloque en las zonas afectadas, y con esparadrapo y algo de algodón que me dejó Esperanza, intenté recomponer y rellenar los agujeros en el interior de las botas. Continuamos caminando por las calles de Castrojeriz después de tomarnos un cafetito, pasando por la iglesia de Santo Domingo en cuyos muros vimos un par de inquietantes calaveras esculpidas en la piedra, para poco después alcanzar la bonita plaza Mayor porticada, donde un paisano con boina y a instancias de Esperanza, nos indicó que, siendo domingo, la única tienda abierta sería la de la "Tía María" quien vendía de todo cerca de la iglesia de San Juan. Hacia allí nos dirigimos pues estaba al paso del Camino y mientras Javier hacia fotos a la antigua iglesia, nosotros entramos en la tienda para aprovisionarnos de pan y embutidos con los que mas tarde almorzar. Mientras Esperanza comprobaba la madurez de los tomates y fecha de caducidad de los plátanos, yo curioseando en la tiendecilla me encontré con el mayor stock que quedaba en España y parte de Portugal de rollos de papel higiénico de la marca El Elefante. Sí, aquellos rollos de papel de nuestra infancia, hace 30, casi 40 años, con su celofán amarillo y su tacto de papel de estraza, que había que cortar a cachos pues aún no se habían inventado las tirillas de agujeritos para un corte limpio y dosificado. Me quedé pasmado pensando las décadas que aquellos rollos debían haber pasado sobre aquellas lejas de madera... y la de peregrinos que debían haber visto pasar, ahí mudos... esperando comprador y algún culo que limpiar... De tan pasmado, se me olvidó sacar la cámara y hacerles alguna foto. Andy Warhol con mucho menos, con unos dibujos de latas de sopa Campbell's, estúpidamente repetitivos, se había forrado y los museos se peleaban por exponer sus obras... y yo allí dejando pasar mi oportunidad... Todavía hoy me doy cabezasos en la pared por ser tan gilipollas, pero la posterior vista del salchichón y el chorizo que compraba Espe, la salivación que continuó con el pensamiento del bocata que tomaríamos de almuerzo, me acabaron por despistar.
Salimos de la tienda... casi museo etnológico, y fuimos saliendo de la población con algo de curiosidad por ver como era el Alto de Mostelares, siguiente punto que deberíamos salvar y que, según el camarero del bar donde habíamos parado antes, era un tanto exigente y duro.
Yo sin embargo caminaba atento y buscando sensaciones que me mandaran mis doloridos pies. Parecía que la improvisada reparación había surtido algún efecto positivo, ya que no me dolían mucho mas que al llegar. Pero aún faltaban cerca de 20 kms para el final de etapa, tiempo de sobra para que la cosa se jodiese mas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios mio papel higiénico el elefante. Ya me escuece el culo nada más de pensarlo, claro que sí lo usaste, pudo ser un buen sistema para olvidarte del dolor de los pies.
No se sí Andy Warhol podría sacarse una obra de arte con semejante obgeto de consumo en plan retro, pero desde luego se podría sacar un buen gustito en el culo, por que seguramente a este le haría falta algo fuerte para....