martes, 26 de agosto de 2008

Tierra de pan y agua llevar

Tras el café del Manolo, solo tuvimos que andar cien metros para encontrarnos con la famosa iglesia de San Martín del Camino. Fue realmente espectacular contemplar aquella joya del románico español, mandada construir en 1.066 por la viuda de Sancho el Mayor de Navarra y varias veces restaurada muy pulcramente. El sol iluminaba timidamente los tres maravillosos absides circulares, y con aquella especial iluminación a hora temprana, y con la tranquilidad y paz que había en la zona sin prácticamente nadie a nuestro alrededor, tuvimos la oportunidad de recrearnos en la contemplación de la obra de arte. Lastima que la iglesia estuviera cerrada y no pudiéramos admirar su interior, pero nos contentamos con observar sus mas de 300 canecillos, pequeñas esculturas de piedra que suelen representar bestiarios y otras figuras, que jalonaban todo el perímetros de sus fachadas. San Martín es otro de los hitos importantes del camino francés, y los tres vivimos especialmente aquel momento, conocedores de que estábamos en un punto importante de nuestra ruta y lo disfrutamos como correspondía, casi como una experiencia religiosa, tal y como dice la canción.
Aún tuvimos tiempo de acercarnos hasta otra de las iglesias de Fromista, la de San Pedro, donde la batería de mi cámara, solidarizándose con la del móvil, empezó a dar muestras de agotamiento, lo que supuso un trastorno tremendo ya que debería en adelante utilizar pilas convencionales con el problema de que no podría sacar mas de 10 o 12 fotos sin tener que cambiarlas.
Frómista puede considerarse una de las poblaciones importantes del tramo entre Burgos y León, con muchas cosas que ver y disfrutar, y suele ser un lógico final de etapa. Pero nosotros, con los días muy limitados, debíamos ir adelantando etapas a destajo. Hubiera sido genial poder parar en aquella pequeña ciudad y visitarla con detenimiento, pero no podía ser, con lo que tras sellar las credenciales en una oficina de Información y Turismo iniciamos la salida del pueblo por un tramo de autovía en obras y pronto nos encontramos en los típicos andaderos de la zona que nos llevaban en paralelo a la carretera. Aburrido por la monotonía de los paisajes, que en lugar de vegetación nos ofrecía coches que pasaban a una decena de metros, pero por otro lado discurríamos por terrenos completamente llanos y sin subidas desagradables.
El refranero popular es muy sabio, y para la zona por la que nos movíamos en aquellos momentos, y los siguientes días, era Tierra de pan y agua llevar. Pero nosotros, mas de ciudad, no hicimos caso pensando que encontraríamos algún bar donde aprovisionarnos o almorzar. Craso error, ya que los pueblos fueron pasando lentamente, Población de Campos, Villovieco, cruce de Arconada, Revenga de Campos... y en ninguno encontramos ni tan siquiera una triste tienda, super, panadería o simple bar. Increíble pero cierto, y si no es por unas barritas energéticas y media bolsita de frutos secos que Esperanza llevaba en esa inacabable mochila, nos hubiéramos tenido que conformar con alimentarnos del cálido aire que nos acompañaba. Empecé a reconciliarme con "Manolo" el del bar de Frómista, y si bien recordaba que el billete de lotería no me sacaría de ningún apuro, al mismo tiempo rememoraba la suculenta tortilla de patata que descansaba sobre su mostrador y a la que no le habíamos dado en su momento la importancia debida.
Paisajes anodinos, andadero cerca de la carretera totalmente llano pero lleno de piedras, solo roto cada pocos kilómetros por unos pilones con señales Jacobeas, nada de sombra y para completar el mal panorama, el zumo de naranja del desayuno, el café de Monolo, tal vez las barritas energéticas, con seguridad todo ello junto, andaba empujando con fuerza, con ánimos de salir cuanto antes. Fue un muy mal trance, pues tenía el siguiente pueblo a casi 3 Kms. Nada a mi alrededor para cobijarme y evitar que mi culo fuera visto por decenas de peregrinos y cientos de automovilistas. De como conseguí llegar indemne y con los pantalones limpios hasta Villarmentero de Campos y encontrar una especie de bar en una caseta prefabricada, solo el Apóstol lo sabe... pero llegué, para encontrarme con el aseo y la taza de water mas cochambrosa de los 800 Kms del Camino Francés, y dejo foto para constancia. Pero no estaba yo en situación de ser remilgoso y haciendo de tripas corazón, tomé posesión de aquel reducido espacio en dura pugna con las moscas, la mugre y el asco. Por cierto, no había agua... ni por supuesto papel.

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Eres complicado "culito delicao" ,y no fuiste previsor en la exposicion del "Elefante" ese celofan amarillo.bueno pero el rato antes de pensar en limpiar sin duda seria un rato agradable. y ademas , ya te lo digo siempre , no salgas al camino ,sin , klenex.