sábado, 23 de agosto de 2008

Mamma mia, la pelicula del musical

Aprovechando el estreno de la película, en lugar de un libro, hoy quiero comentar este film, y casi por obligación, hacer un paralelismo con la obra teatral que estuvo en cartel durante varios años.
Tras ver la película, sobre todo si anteriormente se vio la obra en teatro, uno se queda algo frío. Como esperando algo mas. Un algo que sí tenía la obra teatral... humor a raudales.
No es que la película sea una sosería, pues ya solo con los paisajes de las isla griegas en que está rodada, en especial la escena de la boda en una ermita en lo alto de un acantilado, y el elenco de actorazos con que cuenta, ya vale la pena verla. Ahora bien, el humor que desprendían Marta Valverde y Paula Sebastian, las dos actrices secundarias de la obra vista en el Teatro Lope de Vega de Madrid, ambas irreverentes y geniales, aquí, en el film, brilla por su ausencia y solo consiguen despertar alguna sonrisa y poco mas, sobre todo la bajita. Meryl Steep, a la que hay que alabar por su arrojo y valentía por meterse en un musical de este calibre, del que sale muy airosa en cuanto a canto y baile, pero no logra sin embargo dar la imagen de una madre "hippie y camp" de cuarenta años hoy, ya casi con 60. Y digo que sale airosa del envite, ya que no desentona. Pero muy lejos de nuestra Nina, con su tono cómico-dramático y su esplendoroso chorro de voz que deja a la Streep a años luz.
Curioso sin embargo ver a Pierce Brosnan y a Colin Firth (Stellan Skarsgard me era totalmente desconocido) vestidos con los horteras trajes y plataformas, totalmente kitsch, años setenta, y recordarlos como James Bond en el caso del primero, o en los papeles de clásicos británicos, tipo Jane Austen, del segundo. Menos mal que no les exigen cantar demasiados temas ya que en ese aspecto andan muy limitados los tres, siendo sin embargo un acierto la elección de Brosnan como principal protagonista masculino, pues con su excelente presencia da lustre a la pantalla.
Por lo demás, la película respeta el formato de la obra teatral, con profusión de los colores pastel, azul y blanco, ganando muchísimo con respecto a aquella con la posibilidad de escenas en magnificos exteriores.
Cumple por tanto su objetivo de hacer pasar un buen rato, provocando el movimiento de caderas y el tarareo de las canciones. Sobre todo para los que ya vamos peinando alguna que otra cana, pues la música de Abba nos trae, a casi todos, unos recuerdos especiales, ya que crecimos, o mas bien pasamos nuestra juventud con ellas. Este musical se convierte en un viaje por aquella música, escrita por los dos suecos Benny Andresson y Björn Ulvaeus, y cantada por la morena Frida y la rubia Agnetha, ambas en la época objeto de deseo de mas de uno. Es una obra de un absoluto descaro y de verdadera diversión, aunque el film no haya quedado totalmente redondo. Transgresora y políticamente incorrecta, con sentido del humor, emotividad y grandes dosis de ironía, sin dejar de lado algunos momentos de reflexión.
Por tanto, y a pesar de mis reparos que enumero aquí, puede ser una buena receta contra la tristeza, o al menos una idea excelente para pasar una agradable tarde-noche en el cine, con el aire acondicionado a tope y las palomitas y la coca cola al lado.

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