Los arroces de Petrola

Callejeamos por Petrola, por algunas calles anodinas salvo por algunas vistosas banderolas con la imagen de San Bernabé, patrón del pueblo, que colgaban de algunos de sus balcones, haciendo notar que estaban de fiestas patronales. En otra de las calles, esta algo mas principal, ante la atenta mirada de algunos mozos y jubilados, varios operarios montaban un estrado donde por la noche, sin duda, habría "baile" como se suele denominar en los pueblos y seguro, pensarían los abuelos de esta España profunda, "Baile agarrao" como otros años. Sus lascivos pensamientos quedaron brevemente interrumpidos por nuestra fugaz presencia, solo una mirada a los locos de las mochilas, y de nuevo enfrascados en oscuras imagenes de desenfrenados pasodobles y alguna picantona rumbita. Los mas jóvenes, quizás deseosos de otras modernidades como el King Africa o "mueve tu cucu" o la "mayonesa", éxitos de verano imperecederos, que junto a la ingesta de Anís del Mono, debían hacer las delicias por aquellos pagos.

Llegamos a un cruce donde se celebraba el mercadillo de los sábados, donde muchos de nuestros compañeros se hicieron con algunas compras, principalmente frutas, mientras el grueso del grupo nos dirigíamos hasta la cercana Iglesia de San Bernabé para una rápida visita, comprobar que existía un albergue de peregrinos para pernoctar y descansar, y que el párroco estaba enfermo y no recibía. Sin embargo nuestros monitores consiguieron contactar con una señora, de nombre Charo, que nos esperaba para redirigirnos hasta la zona de la paella gigante, que para que nos vamos a engañar, era lo que mas nos preocupaba a todos. La zona habilitada para la comida era un bonito parque junto a la moderna Aula de Cultura de que disponía la localidad. Pero una desagradable sorpresa se fue pintando en los rostros de mis compañeros, ya que aquel año la efemerides no se celebraba con una multitudinaria paella gigante, sino que este año era una especie de Concurso de arroces en la que participaban diferentes peñas. A todas luces algo cerrado a los integrantes de los grupos privados de festeros, con lo que peligraba nuestra ya tradicional comida, y algo mucho peor, que algunos íbamos a pasar hambre ya que casi nadie había previsto bocadillos, sabedores de que siempre sobraba arroz para nuestro grupo de mas de 50 personas, e incluso si se terciara, para dos autobuses mas de turistas japoneses despistados.

Sin embargo la "Señora Charo", notablemente preparada para nuestra visita, ya había contado con esa eventualidad, y junto a otra parroquiana, que desgraciadamente sufría un grave problema de galopante alopecia, lo que le confería un aspecto un tanto especial, se pusieron manos a la obra en la preparación de un caldero especial para nosotros, los de la Asociación de Alicante, y con todos los ingredientes que habían traído con anterioridad, incluido el sarmiento para que el fuego. ! Salvados por la Señora Charo y su calva compañera ¡

Mientras aquello se cocinaba, la nuestra y casi una veintena de calderos mas, el ambiente se fue caldeando notoriamente, al punto de que era imposible permanecer cerca de tantas fogatas encendidas al mismo tiempo, y donde el humo que despedían hacían incluso difícil el respirar. Por lo que Berin y yo, juntamente con otros peregrinos, tras escaquearnos conseguimos encontrar el lugar en el que la Comisión de Fiestas había ubicado nuestra Exposición del Concurso Fotográfico, que la Asociación había prestado durante algún tiempo a las fiestas de Petrola. Visitamos la exposición para comprobar que no era la del año anterior, en la que yo había participado con 4 fotografías, sino de un año anterior. El grupo de fotografías del año anterior habían sido llevadas y dejadas en Biar, para otra exposición. Aun así disfrutamos de muy bonitas imagenes, en especial una del puente de Alcantara que me llamó la atención, y muchas de ellas presentadas por Daniel y Tere, tomadas a su paso por la Vía de la Plata, el Camino que sale de Sevilla, y que habían realizado con Finita y Valentin, a los que también podía verse retratados.

Unas vez hechos los arroces y fallado el concurso, con el consiguiente regocijo de la peña ganadora, uno a uno fuimos desfilando y recibiendo nuestro colmado plato. El elegido y realizado por nuestras cicerones, era un arroz con pollo y conejo caldoso. El arroz caldoso no es mi preferido, pero considerandome un enamorado y modestamente algo entendido en arroces, debo reconocer que estaba logradisimo y ciertamente exquisito, llegando a imaginarme lo que podían llegar a preparar aquellas buenas dos mujeres en sus respectivas cocinas, en lugar de aquel parque en medio de la vía pública, con todos los elementos de cocina a su alcance.

Tomamos posiciones a la sombra, corrimos hasta la barra de bar que estaba montada a la entrada del centro cultural, donde por 1 € se tenía derecho a dos vasos de cerveza o de zurra, y engullimos nuestro merecido arroz, del que todo aquel que lo necesitó pudo repetir, no una sino hasta dos veces, ya que del que iba sobrando del resto de peñas también pudimos tener cumplida cuenta. Luego, las fotos de grupo, algún cacho de sandía que conseguimos rapiñar de las diferentes mesas de peñistas, y cada cual a descansar dejándose caer bajo algún árbol, para la necesaria sobremesa. Yo con mis dos platos de arroz en el cuerpo, solo necesitaba para que la dicha hubiera sido completa, una cama para darme una siesta. Pero una siesta de las mías, eh, hasta con pijama como en casa.