Primeras flechas de MD

Las excursiones programadas y subvencionadas por el Ayuntamiento habían terminado por aquel año. Pero para la semana siguiente, concretamente para el 16 de Junio, se tenía previsto realizar una etapa patrocinada por los Ayuntamientos de Biar y Villena, que contando con la experiencia de nuestra Asociación, y utilizando un tramo del Camino del Sureste, que en su ramal con salida desde Benidorm, unía los santuarios de la Virgen de Deu de Gracia, en Biar, y el santuario de la Virgen de Las Virtudes, patrona de Villena. No se esperaba mucha asistencia ya que el calor en esas fechas era ya agobiante, y además el viaje en autobús era de pago.

Creo haber dicho ya por aquí, que una de mis mayores ilusiones era que MªDolores me acompañara alguna vez en estas etapas y sobre todo que hiciera el Camino Francés conmigo. Durante aquellos días habíamos proyectado, por fin, que ella iría a León en mi siguiente tramo y realizaría la ultima etapa de 18 kilómetros entre Mansilla de las Mulas y la capital leonesa.

Sin decirle yo nada, MD decidió acompañarme a aquella excursión con el fin de entrenar para la etapa de Septiembre. La corta distancia le venía bien para calibrar lo que era andar "tantisimos kms" según ella. Aquel era uno de sus mayores miedos, y quería probarse para saber si podría resistirlo. El que mi hermana Isabel también nos acompañara aquel día acabó de convencerla, y solo la mala suerte hizo que Berin no pudiera acudir a la excursión aquel día malogrando que ambas se conocieran, pues sabía que acabarían por hacerse amigas. Aquello debería quedar para otra ocasión.

Tras una pequeña discusión en casa a las 7 de la mañana, sobre que llevar y qué no era necesario en la mochila (que debería acarrear yo, por cierto) discusión que fue preludio de la que tuvimos un par de meses mas tarde, cuando en su lista de cosas que pensaba acarrear hasta León figuraba un secador de pelo, un paraguas, una manta a cuadros... y creo que recordar que el tostador de pan para amenizar el desayuno...

Descendíamos pues del bus sobre las 8,30 de la mañana en las inmediaciones del Santuario de Gracia con un inicio de etapa de lo mas agradable, ya que el santuario estaba rodeado por una bonita pinada, y el edificio que alberga la iglesia era una pequeña maravilla arquitectónica. Tras una visita a la iglesia para admirar su interior y echar una rápida plegaria, nuestro guía, Juan Romero, nos explicó cosas referentes tanto a la ermita biarense como al ramal que el mismo, en compañía de un grupo de peregrinos de la Marina Alta, se había encargado de abrir y señalizar. Al saber que MªDolores eran novata en ese tipo de excursiones y mas concretamente en el camino, la tomo bajo su protección y dio la sensación de que solo se dirigía y hablaba para ella. Las mechas rubias, la sonrisa perenne en su rostro y algo de sonrojo por la timidez hicieron el resto y a lo largo de la mañana, en demasiadas ocasiones diría yo, se acercó hasta ella para interesarse por su estado a la menor ocasión. Cuando por fin se dió cuenta el buen señor de que tenía además otros 30 peregrinos al lado y no solo a la rubita simpática, dió comienzo por fin a la marcha, acompañados de un grupo de peregrinos villenenses, y de una ambulancia y miembros de Protección Civil que cada año acompañaban a la expedición.

A los pocos metros, colocada en una piedra junto a un pino, MD pudo ver su primera flecha amarilla, señal inequívoca de una peregrinación milenaria y multitudinaria. Y lógicamente hubo de inmortalizarse el momento con una foto que me sirve para decorar la entrada de hoy.

Un centenar de metros mas adelante, cuando camináramos por una pronunciada cuesta abajo flanqueada por numerosos árboles, hacíamos nuestra primera parada en un nevero, que tras una exaustiva labor de restauración por parte del consistorio, había quedado como una muy original sala de exposiciones donde, aprovechando la ocasión de nuestra visita, estaban la fotos de nuestro Concurso. De nuevo Juan, y en un aparte, explicó a MD la función que en siglos pasados tenían los neveros, cuando no existían los frigoríficos y se hacía necesario hacer acopio de la nieve caída durante los inviernos, y envuelta en sucesivas capas de esparto, se conservaba hasta el verano en que se hacia necesario para la conservación de los alimentos o el simple enfriamiento de las bebidas.

Nos dispusimos por fin a visitar su interior. Yo nervioso por ver si mis fotos presentadas el año anterior se encontraban expuestas.