
Un par de kms mas adelante hicimos acopio de agua en la fuente de Praotorre y continuamos por unos caminos carreteros que subían hacia un cerro, en un paisaje bastante árido que se fue extendiendo a todo lo que nos abarcaba la vista durante 7 Kms. El calor iba apretando de lo lindo, pero con las fuerzas todavía intactas caminamos a buen ritmo hasta alcanzar a ver a lo lejos una cruz con humilladero donde un paisano con boina descansaba ajeno a los peregrinos que pasaban. Pero no había contado con Javier y Esperanza, que se vieron en la necesidad de charlar un rato con él preguntándole si faltaba mucho para Hornillos del Camino. El tipo solo movió la cabeza a su izquierda, y nosotros siguiendo el movimiento pudimos ver un extenso valle, árido como el resto del camino anterior, y el pueblo en todo su esplendor allí en medio.
No hacía falta mayor explicación, y ante la desidía del buen hombre a entablar conversación, iniciamos el descenso, encontrándonos al poco con el joven que hacía footing a la salida de Burgos. El muchacho regresaba ajeno a lo que se le volvía a caer encima, ya que al reconocerlo Esperanza, lo paró y volvió a la carga con sus preguntas y sus historias. El tipo se estaba metiendo entre pecho y espalda algo mas de 38 Kms. de carrera y sin duda tenía que haber parado a almorzar en Hornillos. Hubiera sido un magnifico día de entrenamiento de no haberse topado... y por dos veces con la donostiarra. Eso sí es mala suerte.
Al borde del camino nos encontramos un rebaño de ovejas y con un burro que abría la marcha y junto al pastor y su perro, formaban una bellísima estampa que me sirve para decorar el rollo de hoy.
Tras cruzar un pequeño puente sobre el rio Ruyales entramos al pueblo, y pronto encontramos una especie de colmao, frente a una casa rural que estaba siendo ocupada por una numerosa y ruidosa familia en aquel mismo momento. La tienda-bar llevaba por nombre "Area Km 469", nombre que nos provocó un tremendo despiste ya que no nos cuadraban las distancias, ni en un sentido ni en otro, a Santiago. Pero no me demoré mucho en aquella diatriba y me pedí un suculento bocadillo de Jamon serrano y queso, que me encargué de despachar en la entrada, viendo como Esperanza, Buena Samaritana, se había puesto a curarle las ampollas a un enorme alemán, que flipaba en colores, ya que no había pedido nada, y además no entendía nada de lo que la vasca le estaba contando.
Aquel bocata debería servir para resucitar a un muerto tras casi 20 kms. de caminata. Y me las prometía felices para los otros 10 kms. que nos restaban de etapa para aquel día. Nada mas lejos de la realidad, pues habría de llegar roto y descompuesto... pero no nos adelantemos a los acontecimientos.
1 comentario:
La verdad es que esta etapa es durilla, yo semas después pasé frío y calor, además de una gran apatía que llevaba ese día.
Publicar un comentario