sábado, 4 de octubre de 2008

Clave Gaudí

Escrita en 2.007 por los periodistas catalanes Esteban Martin y Andreu Carranza, esta novela de 430 paginas tiene todos los ingredientes para hacerla parecerse a cientos de otras obras similares: salto atrás en el tiempo para situarnos en una época remota en la que el tesoro o elemento excepcional hará cambiar el mundo tal y como lo conocemos (normalmente haciendo tambalear a la Iglesia Católica); el ya trillado contacto con los archiconocidos Templarios, su legendario tesoro o sus esotéricos conocimientos y poder; nuevo salto hasta nuestros días con el, o mejor aún, pareja protagonista, que inesperadamente son puestos sobre la pista del mayor descubrimiento de la Historia (casi siempre, quien les da las primeras claves acaba muriendo cruelmente asesinado); e invariablemente una secta masónica que guarda el secreto perpetuándose sus miembros en el tiempo, y que pondrán en grave peligro la vida de nuestros héroes.
Y nada de esto falta en "Clave Gaudí". Pero lo que la hace diferente, incluso simpática su lectura a nuestros ojos, es que toda la trama se desarrolla en Barcelona, ciudad que a los españoles nos cae bien cerca y conocemos; y que la acción tenga su "piedra angular", y nunca mejor dicho, en la figura del genial arquitecto catalán.
Novelando buena parte de su vida, desde su nacimiento en un pueblo de Tarragona a finales del XIX, hasta su muerte, atropellado por un tranvía en 1.926, hace un exaustivo recorrido por los emblemáticos edificios que dejó para la posteridad en la Ciudad Condal, y sobre todo en su obra cumbre, La Sagrada Familia, la catedral de los pobres.
Así, y dado que entre los muros y fachadas de las pintorescas casas creadas por este maestro, quien a partir de la naturaleza... de los arboles, las nubes, las hojas... naturaleza en la que no existe la linea recta, acabó concibiendo su famoso concepto de arquitectura orgánica.
Con ello el libro se convierte frecuentemente en un paseo por la Barcelona de Gaudí, donde su particular simbología e infinidad de signos que dejo esculpidos, va dando las pistas para desentrañar el rompecabezas.
Vamos conociendo pues, aspectos de la vida del prohombre, aspectos sociales de esa convulsa época, con la dictadura de Primo de Ribera, desembocando en los alborotos sindicalistas de la Semana Trágica, o el resto de las otras inmortales obras del artista, como el Parque Güell con su casa encantada, La Pedrera, las Casas Vicents y Batlló o el Palacio Güell, y todo ello es siempre de agradecer, pues además de entretener da un toque de cultura a quien lo lee. Incluso a la novela, le da tiempo a dar otro salto atrás en uno de sus capítulos y situarnos en plena Guerras Carlistas, una época difusa y poco conocida. De nuevo de agradecer.
El interés por la acción que va narrando no decae en ningún momento, entremezclando sabiamente los aspectos antes referidos con toques de amor, suspense, violencia y aventura; con Barcelona y sus calles siempre como telón de fondo. Y así consigue llegar hasta el final, donde como siempre en este tipo de libros, y dado que nada cambia bajo el sol, salvo que la Sagrada Familia se venga abajo por la obras subterráneas del Metro y el AVE, el desenlace ha de ser invariablemente tomado por los pelos, con un final deslavazado e indefinido, pues es difícil que le mundo se venga abajo, por mucho que se empeñen templarios, masones, satanistas, hombres Ménsula o Arboles de Moria.
Pero aún así vale la pena adentrase en esta entretenida obra, pues no defrauda a pesar de las premisas antes señaladas, incluso si uno ya ha leído ese centenar de libros parecidos y todo le es previsible de antemano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A MI ESTE TIPO DE NOVELAS HACE ALGÚN TIEMPO QUE ABURREN, AUNQUE SUELEN SER MUY DISPARES, PERO EL RECURSO DE UTILIZAR EL NOMBRE DE UN AFAMADO ARTISTA O CIENTÍFICO DE TIEMPOS PASADOS, COMO QUE YA NO ME CONVENCEN.