miércoles, 8 de octubre de 2008

Desayuno en Puente Villarente

Dicen que las mañanitas de junio son buenas de dormir. Pues bueno, ... las de septiembre ya sin los odiosos guiris y acompañado de MªDolores, mas bien agarradito a ella, son todavía mejores. Se nos pegaron las sabanas a pesar de que la alarma del móvil había sonado a su hora, y cuando por fin salimos a la calle, ahí nos esperaba el matrimonio vasco para decirnos que no había ningún bar abierto para desayunar... y que la espera con el frío de la mañana no les estaba sentando nada bien. Por lo que iniciamos sin mas demora la etapa del día esperando desayunar en el primer lugar que se nos pusiera a tiro.
Cruzamos, cuando apenas amanecía, el Esla y nos internamos por un andadero paralelo a la transitada carretera hacia la capital. Saludamos y hablamos unos minutos con una peregrina canadiense sin detenernos, ya que el pararse hubiera supuesto darle oportunidades al gélido ambiente para acabar de congelarnos.
Apenas medio kilómetro recorrido y primera parada para que las señoras sacaran ropa de abrigo extra. El sol iba saliendo timidamente en el horizonte, a nuestras espaldas, pero no era suficiente para hacernos entrar en calor, además la humedad que desprendía el agua de un tumultuosos canal de riego a nuestro lado no contribuía a mejorar la cosa, ni tampoco las choperas y álamos que flanqueaban el sendero, que en otro momento del día hubieran sido ideales para disfrutar sus sombras, pero a aquella hora hacían mas mal que bien.
Una gasolinera al otro lado de la carretera nos hizo plantearnos el jugarnos la vida cruzándola para ver de poder tomar algo caliente, pues el trafico de coches de gente que marchaban al trabajo, sin duda a León, pero desechamos la opción ya que no parecía que allí hubiera lago comestible.
Pasaban de las ocho y media de la mañana cuando llegamos hasta Villamoros, pero aquello mas que pueblo era un pequeño conjunto de chalets, plantas bajas y una pequeña iglesia, con lo que no quedaba mas remedio que continuar hasta Puente Villarente.
A la entrada de aquel pueblo había un enorme mesón llamado Los Molinos, pero para nuestra desgracia cerrado a cal y canto. Cruzamos el enorme puente de piedra sobre el río Porma, y a los pocos metros vimos un bar, que además tenía albergue de peregrinos, llamado El Delfín Verde. Estaba claro que en esa región de España le ponían nombre a los sitios sin parase mucho a pensarlos, y si Las Delicias era dudoso y extraño, el susodicho delfín no aparecía por ningún sitio. Pero en el interior inmediatamente entramos en calor, y sentados en unos confortables butacones tapizados de color... verde (ya solo faltaba encontrar al delfín) esperamos que el camarero, un morito que parecía espabilado, pero no tanto como para soportar la avalancha de peregrinos que le habían caído encima, atinara a servirnos los cafés con leche y las tostadas con mermelada. Esperamos un montón, pero no nos importó ya que realmente estábamos a gusto, MD y Esperanza las que mas. Tras sellar nuestras credenciales, con un sello descomunal que ocupó 6 recuadros y acabó por llenármela definitivamente, procedimos a intentar despegar a Esperanza de la butaca, donde se había acomodado a placer y le contaba sus peripecias diarias en San Sebastián a MD, quien aguantaba el chaparrón verborreo con muestras de enorme estoicismo. Reiniciamos la marcha por la calle principal de Villarente, donde encontramos diversos bares mucho mejor surtidos que el del morito, pero sin los cómodos asientos. En uno de ellos, y como venía siendo habitual en ella, la vasca se empeñó en comprar unas barras de pan y algunos fiambres para el almuerzo. Yo por mi parte compré mi consabido paquete de Ducados y me escaqueé hasta la puerta, con la excusa de fumar un pitillo, esperando que no me tocara a mi acarrear con la nueva bolsa de vituallas. Solo habíamos recorrido hasta allí un tercio del camino del día, y no me apetecía hacer de porteador de la vasca. Javier, con mas paciencia que el Santo Job, tomó para sí la bolsa... y punto pelota.

1 comentario:

Anónimo dijo...

FRANCAMENTE, TU FORMA DE CONTAR LAS COSAS ES SENCILLAMENTE GENIAL.
SÍ NO FUERA POR ESOS COMENTARIOS TUYOS, POSIBLEMENTE ESTE SERÍA OTRO DIARIO MÁS DEL CAMINO, PERO TU LO CONVIRTTES EN ALGO SENSACIONAL DE GRACIOSO, Y ESO QUE EN APARIENCIA ERES UN TIPO NORMALITO,VAMOS ASÍ, AL PRIMER GOLPE DE VISTA, QUIEN PODRÍA PENSAR EL GENIO QUE HAY BAJO ESAS CANAS (QUE POR CIERTO, O POR LA CRISIS, O POR LA EDAD, O YO QUE SÉ POR QUÉ, ÚLTIMAMENTE TE ESTÁN COMIENDO TERRENO)AUNQUE NO SE TE CAE NI UNA, NO COMO YO QUE ADEMÁS DE CANOSO ESTOY MEDIO CALVO.