viernes, 3 de octubre de 2008

Una Legua hasta Mansilla

El almuerzo, que consistió en la susodicha tortilla, y un plato colmado de tomates trinchados con cebollitas tiernas, efectivamente me dejo con cara de satisfacción tal y como apunta el Vecino de Abajo. William, que era americano pero no tonto, se apuntó a la fiesta. En una mesa cercana se sentaron el grupo de gallegos con los que habíamos dormido en Carrión. A este grupo se había unido un italiano y una muchacha, una autentica jabata, que le había dado el toque femenino a la peña... y de que manera, pues todos intentaban demostrarle lo graciosos que eran como pavos en celo. Junto a ellos, se sentaron el matrimonio palentino y los dos zamoranos. Estábamos todos... y apareció la madre superiora en forma de vejete con boina raída y pitillito en los labios, que para animarnos nos dijo que ya lo teníamos hecho y que a Mansilla... en media hora.
Eso sería él... de joven y con la "amoto", porque nada mas salir de Reliegos encontramos un cartel que indicaba una "Legua a Mansilla" y aunque yo no esté muy ducho en ese tipo de mediciones, hoy ya solo de uso pueblerino, me barruntaba que debían ser alrededor de 5 Kms. o lo que es lo mismo una horita larga de camino. Lo que me pasó en esa larga legua se vía venir, y la relajación del almuerzo tras los muchos kilómetros andados, la opípara comida, la galgana que entra tras ello, el engaño del jodido vejete de Reliegos... me produjeron una pájara del 12 y fue un verdadero suplicio el volver a caminar. A eso hubo que añadirle que a Esperanza el descanso le produjo el efecto inverso que a mi, y salió andando con ganas enormes de hablar y hablar.
Conseguí zafarme como pude, encasquetándosela a William y andando por el asfalto de la concurrida carretera. Aquella le contó con pelos y señales las maravillas académicas de sus tres hijos (todos en Deusto), y las competiciones de traineras del País Vasco. Ya quisieran en el As o en el Marca saber tanto de traineras, de técnica de boga, de qué pueblos ganaron La Bandera en la última década y de como iban la competiciones hasta la fecha como nuestra Esperanza, y todo ello se lo fue transmitiendo al de Orlando, que educado y serio como era, lo fue soportando estoicamente. Durante el trayecto me gané numerosas pitadas de los enormes trailers que debían pasarse al carril contrario para evitarme y no atropellarme, pero el asfalto era mucho mejor que oír lo de las gabarras vascas por el Cantábrico o pisar las piedras del andadero.
Eran mas de las 2 de la tarde cuando entrabamos en el populoso pueblo, muy importante siglos atrás por su importante feria de ganado. En una de sus primeras calles me encontré con una estatua muy romántica de una pareja de peregrinos abrazados bajo un cruceiro y me acordé de MD que debía estar ya cerca de Madrid. De romanticismo ando yo muy corto, esa es la verdad, pero a la vista de la dudosa estatua me dio el punto... pero me la tuve que envainar pues los móviles estaban fuera de cobertura (cuando no es una cosa, es otra... diría después MªDolores).
Llegamos hasta el albergue, donde sellaba un anciano alemán, con 17 caminos en sus piernas y que había hecho el camino de La Plata saliendo desde Almería (???) y pasando por la Alpujarra granadina, con lo que se sonrió socarrón cuando le hablé de Lanjarón, Orgiva, Trevelez, Capileira y Pampaneira, pues los conocía bien. El lugar era un estrecho y abigarrado batiburrillo de toda clase de cosas: fotografias de peregrinos, libros, toda clase de objetos a la venta, un ordenador para Internet siempre ocupado, camisetas colgadas de los techos y un sin fin de cosas mas. Otra hospitalera, regordeta y española, nos comentó que estaban muy disgustados, y extremando la prudencia, pues un desaprensivo, amigo de lo ajeno, había conseguido entrar en el albergue y robado la cartera a un peregrino alemán. La Guardia Civil, que los había visitado para el tema de la denuncia, les había dicho que muy posiblemente eran un grupo de rumanos, bien organizados, que se dedicaban a ese tipo de golpes en albergues y hostales, saltando de pueblo en pueblo.
! Lo que le faltaba al Camino ¡ Además de chinches en los albergues, desaprensivos intentando hacer negocio a toda costa, vejetes que engañan a los peregrinos con falsas distancias, tortillas de patatas que se acababan antes de las 12 del mediodía... nos faltaban los "manguis de albergue" para añadir mala prensa a la Ruta. Y es que ¿ no se les podía ocurrir otra cosa a esos rumanos? ¿No sé? Tal vez dedicarse a limpiar de piedras los andaderos... por ejemplo.
Dejé a mis compañeros en el albergue y yo me dirigí, a la calle Mesones, para tomar la habitación reservada un mes antes en el Hostal Las Delicias. Una vez en la habitación estuve pensando en que podía haber llevado a aquellas personas a ponerle ese nombre al lugar. Por mucho que busqué no encontré motivo ni explicación posible a tan lírico nombre. Una mosca revoloteaba en el baño cuando entré para ducharme, pero la maté con mi camiseta sudada con un hábil movimiento de muñeca. Luego de una magnifica ducha de agua caliente abrí las ventanas para tender y que se secara mi ropa, lo que dio lugar a que se corriera la voz de que había una mosca muerta y acudieran todas las del resto de la región al velatorio.
Bajé hasta el bar del hostal y con un plato de ricas albóndigas, dos frescas coca colas y el Marca para volver a ponerme al día en deportes, me dispuse a esperar a que llegara mi mujer. Ya tenía ganas de verla y darle un gran achuchón... aunque tenía mis dudas sobre como encajaría Las Delicias y sobre todo, como se le daría la etapa a pie del día siguiente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LA VERDAD, SOY EL PRIMER SORPRENDIDO DE UNA RUTA DE LA PLATA DESDE ALMERÍA.
Y ES UNA PENA QUE EL CAMINO SE ESTÉ CONVIRTIENDO EN PRESA DE LOS "MANGUIS", UNA DE LAS COSAS QUE MÁS ME ATRAE ES EL BUEN AMBIENTE QUE NORMALMENTE ENCUENTRAS EN EL CAMINO Y GENTE ASÍ ES LO ÚLTIMO QUE NECESITAMOS.