viernes, 17 de octubre de 2008

Tarde bien aprovechada

Ya solos y mas relajados, hicimos tiempo paseando por un mercadillo en la Plaza Mayor, donde entre otras curiosidades, vimos y fotografiamos varios puestos de productos alimentarios leoneses, entre ellos las ricas cecinas, momento que aproveché para preguntar a un tendero y así salir de dudas, por la posibilidad de que hubiera cecina de carne de burro o mula. Me dijo que posiblemente en la antigüedad así se hiciera, pero que hoy en día era exclusivamente de vaca. Que solo en algunos pueblos, y en primavera, tenían costumbre hacerla de chivo como especialidad local.
La comida, como no, de tapas. Pero esta vez conseguimos encontrar un local en que la especialidad era la morcilla leonesa. Calentita, desmigada, riquísima, lo que nos hizo pedirnos una ración mayor... y ya sin los vascos y su manía por los vinos, un par de coca colas con las que mitigar cierto toque picante que llevaba la exquisita morcilla.
De nuevo al hotel, a por el café y la siesta, para mas tarde encaminarnos andando hasta San Marcos en un paseo de aproximadamente 20 minutos, que nos llevo por las murallas romanas, y las Plazas del Espolón y de la Inmaculada.
Si León tenía del románico San Isidoro y del gótico la Catedral, del renacimiento también iban muy bien servidos con San Marcos. Con las pintas de peregrinos que llevábamos, sobre todo yo con mis chanclas de gomas y los esparadrapos que me asomaban por los pies, y con todo el morro del mundo nos metimos a curiosear en la recepción del lujoso Parador. Desentonábamos entre los clientes del hotel y los invitados a las bodas de postín, pero nosotros ahí, sacando fotos y abriendo la boca espantados ante los precios del restaurante... ! Oiga, ¿es que aquí no tienen menú del peregrino a 6 € como en todos los sitios? ! ... y con gesto torero salimos a admirar el exterior, donde la emprendí, fotografía va, fotografía viene, con todos los medallones de las diferentes ciudades del Camino de Santiago que había en los jardines.
Tras reposar junto a la estatua del peregrino descalzado, que parece dormitar frente al Parador, y que despide a los peregrinos cuando dejan la capital, decidimos visitar la iglesia y el Museo provincial, pero una nueva boda nos impidió hacerlo a nuestras anchas, ya que claustro y varias salas, las mas importantes, estaban cerradas al publico, conformándonos con una rápida visita a dos de ellas, en las que había algunos restos arqueológicos de la época romana, y en otra infinidad de retratos de antiguos Maestres de la Orden de Santiago.
Bordeando el Paseo junto al Bernesga, donde un par de pescadores echaban sus cañas, llegamos al de Papalaguinda y de allí, por la avenida de Ordoño II, con MD haciendo compras a destajo volvimos hasta las inmediaciones de la iglesia de San Marcelo.
Empezaba a anochecer, y de nuevo al barrio de las tapas. Y aunque le habíamos cogido el gusto a eso tapear, para esa ocasión nos encaminamos al Bar Latino, donde me puse a pedir raciones de embutidos leoneses, morcilla de esa picante, calamares a la romana, una tabla de quesos... Menos mal que el camarero no quiso hacernos sangre... y recortó mi comanda dejándola en solo embutidos y calamares. Nosotros, acostumbrados a la presentación de los calamares en nuestra tierra, en forma de aritos, nos las vimos y nos las deseamos para poder acabar con aquella fuente de calamares, cuyas rodajas eran de al menos 3 dedos de gruesas... y faltaba por llegar la fuente de embutidos... !! Una verdadera exageración. Como para acabar con el hambre en el mundo ¡¡ Hasta tal punto eran las raciones, que empaquetamos en servilletas gran parte de la cecina, el jamón y el lomo embuchado y nos lo llevamos para los bocadillos del día siguiente en el tren de regreso a Alicante, dejando varias rodajas de salchichón y chorizo pues ya no podíamos comer mas. Por cierto, aquella pantagruélica cena juntamente con las bebidas, solo costo 23 €.
Pesados e inflamados volvimos al hotel, pero realmente satisfechos por todo lo visto y disfrutado aquella jornada. Y aun nos quedaban algunas horas al día siguiente, domingo, hasta la hora del regreso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUE ENVIDIA ME DA, SOLO DE LEER LA TARDE QUE PASASTEIS EN LEÓN. SAN MARCOS PRECIOSO Y LA COMIDA GENIAL. Y ES QUE COMO DICEN SAN FAEMINO Y CANSADO: SI VAS POR ALICANTE NO DEJES DE PROBAR LA MORCILLA DE BURGOS.