jueves, 15 de mayo de 2008

Mi gozo en un pozo

El domingo siguiente dejé el coche en las inmediaciones del cementerio, evitándome el aburrido paseo hasta allí. Rápidamente me dirigí hasta donde había interrumpido la semana anterior mi caminata, el sendero de tierra. Alegre y ufano fui avanzando, comprobando que me encaminaba hacia Fontcalent por su vertiente norte. Tenía a la vista la planta de hormigón de Erose, y cuando la tuve a pocos metros, el camino de tierra se acabó reiniciándose el aburrido asfalto. No me amilané, y pensé que aquello sería pasajero y que la carretera acabaría pronto. Nada mas lejos de la realidad. A aquella planta de hormigón siguió otra mas adelante, luego la cantera de áridos, un poco mas allá la planta de asfaltos de los Ortiz, y casi pegada a ella la del hormigón. El paisaje... abrumador, con cada pequeña plantita a la que se le hubiera ocurrido crecer allí cubierta totalmente de polvo, la carretera machacada a fuerza de soportar el trafico de camiones de gran tonelaje, y con un palmo de un polvo gris y ligero que me iba coloreando las botas. Di gracias a Dios por haber elegido el paseo en domingo, imaginándome como debía estar de concurrida aquella estrecha carretera con el trasiego de camines y hormigoneras.
Aún así no desesperé. Continué así durante varios kilómetros esperando que la naturaleza aún conservara algo de verde, pero por lo visto estaba claramente perdiendo la batalla ante los intereses industriales.
Unas cuantas casas de campo me devolvieron la esperanza momentaneamente, pero un par de kms adelante empecé a notar una cantidad exagerada de bolsas de plástico desperdigadas por todo el contorno, que el viento llevaba de ahí para allá. Unos metros mas, ya todo plagado de aquellas molestas y antiestéticas bolsas voladoras, reparé en una cantidad ingente de gaviotas volando en círculos sobre una extraña loma. Cuando estuve mas cerca, comprobé que me encontraba bordeando el deposito de residuos solidos de Inusa... en una palabra... el basurero de Alicante. Aquello empezó a superarme. Desde luego no esperaba bosques pirenaicos, ni verdes valles gallegos, tampoco iglesias o puentes románicos... No estaba en el Francés. Pero caminar por los alrededores del basurero municipal... pues tampoco.
Sin embargo continué acompañado por los grazñidos del millar de gaviotas que continuaban a lo suyo, unas volando en circulo, otras escarbando entre la basura o simplemente tomando el tibio sol del invierno, muy lejos todas del mar que debía ser su medio natural. Pero supuse que con el mar ya esquilmado y con poco pescado, aquellos pajaros se buscaban la vida en el lugar en que se lo ponían mas fácil... un vertedero donde cada día les servían y cambiaban el menú.
Unos centenares de metros mas adelante volvieron las casas de campo. Primero muy desperdigadas, para luego formar una ocasional urbanización. Los perros me ladraban al pasar, amenazando saltar sus vallas y atacarme por atreverme a molestarlos pues debían ser muy pocos los locos que acostumbraban pasear por allí. Y cuando ya adivinaba el pueblo del Rebolledo a lo lejos, dije ! basta ¡
Aquello no era lo que me había imaginado que sería. No es que fuera solamente el desagradable paisaje por el que me movía, la falta de vegetación, etc... era que no me había preparado mentalmente para esto. Cuando uno hace la peregrinación suele saber, desde varios meses antes a lo que se expone. El peregrino esta preparado para lo bueno y para lo malo (aunque aquello parecía ser todo de lo segundo) El seguir hacia delante es una constante. Seguir la senda marcada hasta el final de la etapa. Un día tras otro hasta completar el periplo que uno se ha impuesto. Y la meta, el albergue o la localidad de destino el punto importante. A medida que avanzaba la mañana yo me alejaba mas y mas del punto de salida, que inexorablemente debía ser el de vuelta, con lo que el reloj trabajaba en mi contra de manera inconsciente. No podía alejarme mucho mas. También la falta de compañía jugaba en contra, no me había preparado para aquella soledad. No llevaba nada para comer ni beber, pues mi plan había sido el de un simple y agradable paseo de exploración, y todo aquello empezaba a fastidiarme de tal modo que reinicie el camino de vuelta mas quemado que la pipa de un indio.

Me surgían toda clase de dudas en mi camino de regreso... ¿Serían así todas las etapas del Sureste? ¿Como solucionaría la logística de los transportes, de ida y vuelta, la Asociación?
Estas y muchas mas preguntas me fueron preocupando aquel día y los que siguieron, y ante la falta de información, las enormes expectativas que tenía con aquellas caminatas fueron cayendo en el olvido y enfriándose. Desde luego no volví a embarcarme en una nueva aventura por el estilo. A eso ayudó la buena costumbre que adoptó por aquellas fechas MªDolores de acompañarme, un día cada fin de semana, en unas pequeñas caminatas por las calles de Alicante, siempre iniciándolas con un chocolate con churros en La Madrileña, y normalmente acabando en la Playa del Postiguet donde tomábamos el sol... y luego a comprar el pan. Esto era sin duda mucho mas emocionante que caminar por el basurero de la ciudad y alrededores... donde va a parar ¡¡¡

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo la primera excursión del Camino del Sureste, como llegaste de desiluionado porque comparabas los paisajes del Norte con estos y las caminatas tan solo.Como ha cambiado todo, debido a las personas tan agradables que has conocido ahora proyectas cada excursión con entusiamo, vamos como tu sueles hacerlo todo. Este sábado de nuevo con los tuyos, y yo te esperare en la parada como siempre

Unknown dijo...

Ok , peregrino , postergamos hasta nueva orden "El ARROZ" , espero te sea amena la lectura de la tierra del frio , si quieres cualquier otra cosa !! solo pidela !!.
El sureste es un camino duro para reconfortar la vista , pero es sano , seco y sano.