Lastima que el próximo sábado no podamos contar con el almeriense... sensible ausencia... (snif).
El caso es que este año deberá aprobar todo en Junio... o de lo contrario será que no estudió tanto en el fin de semana. Pero seguro que pronto lo tendremos con nosotros, y podrán los dos continuar con su particular "coso multicolor-batalla de flores-piropos".
En cuanto a Gambin... en lugar de ayunar para comer más el sábado, bien podría editar ya "Alaska" de Mitchener, si es que no hay otra cosa del autor.
! Bueno... y de mi señora qué?... ahí está ella haciendo su comentario... de cada año ¡¡¡ Esperemos que esta puya cibernetica la anime a escribir un poco mas.
Y como... cada loco con su tema... seguiré relatando lo acontecido desde aquella primera toma de contacto con mi Asociación. Tras renunciar a aquella etapa por la Ruta de la Lana, durante varios meses nada mas se supo de las salidas al Camino del Sureste. Desconocía el funcionamiento de aquellas excursiones, e ignoraba que hasta el final del invierno todo quedaba paralizado. Sin embargo el gusanillo iba creciendo en mi interior, y mas después de haber visitado en la basílica de Santa María, el punto de inicio de aquel Camino, el kilómetro cero, representado por una enorme concha de mármol blanca, un bordón de peregrino y una placa conmemorativa que existe en una escalera lateral de la iglesia, con salida a la calle Villavieja.
Así que un sábado de aquellos en que salía a andar para mantener a raya mi diabetes, enfilé la avenida de Aguilera y la carretera de Madrid, hasta llegar al cementerio. Aquello fue como atravesar el cinturón industrial de la entrada de Burgos... largo y cansino... sin ningún aliciente.
Pero al final del muro del camposanto alicantino, sobre un murete medio derruido, apareció la primera señal. La primera flecha amarilla.
La sensación de alegría que sentí fue indescriptible. Puede parecer una tontería, pero se me pusieron los pelos de punta. Para mi, las queridas flechas eran algo que solo aparecían de año en año y tras un largo viaje hasta el punto elegido para realizar tramos del camino Francés. Cada año el primer contacto con aquellas señales de pintura amarilla, eran una especie de bienvenida, una cálida sensación de estar en la dirección adecuada, tras haber esperado muchos meses, con infinidad de preparativos anteriores, para disfrutar de algo que me apasionaba. Y resultaba que ahora podía hacerlo sin salir muy lejos de mi propia casa y sin mas impedimenta que una botellita de agua.
Me emocioné y seguí adelante, cruzando bajo la autovía por un túnel, y con cada flecha que me encontraba crecía la ansiedad por marchar un poco mas y ver la siguiente. El camino asfaltado y el paisaje insulso de casas de campo y alguna que otra pequeña industria no me desanimaban, y en mi cabeza iban pasando aquellos primeros momentos en el Cebreiro y las sensaciones que me acompañaron en mis primeros pasos hacia Santiago. Tras ascender por la carretera una pequeña loma, el camino se desvió bruscamente a mi izquierda internándose ya por una senda de tierra, en la que, de cuando en cuando, aparecían bien en una piedra, bien en uno de los escasos arboles, mas señales en forma de dibujos de peregrino, algún cartelito de madera ya deteriorado por el tiempo con las siglas de la Asociación, y muchas mas flechas amarillas. Estaba exultante. E ingenuamente pensé que aquel sendero de tierra ya me acompañaría hasta las mismas puertas de la catedral compostelana, siendo aquel paisaje campestre la tónica a partir de aquel punto. Nada que ver con los paisajes de Galicia o Navarra, pero a fin de cuentas Camino de Santiago.
El tiempo se me había echado encima y lamentablemente debía iniciar el camino de vuelta, con lo que volví sobre mis pasos, pero haciendo planes para el sábado siguiente en que pensaba volver hasta el cementerio en coche evitándome así el aburrido transcurrir por las calles de la ciudad.
1 comentario:
YA , LISTO PARA DECARGAR EL LIBRO "ALASKA" , EN MI SITIO , Y POLONIA PERO EN INGLES "POLAND" , SE HACE LO QUE SE PUEDE
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