En la cola del grupo, sudando de lo lindo, reenqueantes en algunos tramos, continuábamos ambos la caminata, acompañados de Pepi y Crecen. A aquella etapa, se había añadido a la ausencia de mi hermana, la falta de Finita y Valentín de viaje por Zamora, su tierra, y la de Daniel y Tere que andaban con su tramo del Camino Francés entre Burgos y León. El calor empezaba a ser asfixiante por momentos, ni un asomo de sombra que nos aliviara, el ritmo que imprimía Antonio Gomez bastante alto ya que por pura cabezonería debíamos todos cumplir con el horario previsto por él, y las botellas de agua empezaban a verse medio vacías incluso por los mas optimistas. Cuando de pronto notamos un revuelo en cabeza del pelotón, y al ir acercándonos hasta donde este se había detenido, pudimos comprobar como un par de chicas habituales de nuestras rutas, Luz Divina y Carmen Herreros, se introducían entre los campos de centeno. Una vez llegados hasta allí, ya practicamente la totalidad de los compañeros estaban entre los verdes sembrados. El motivo era que unos aspersores dedicados al riego del cereal, se habían puesto en marcha y la totalidad del grupo se refrescaba con la inesperada pero oportuna ducha de agua. El caso es que aquellas dos mujeres consiguieron acabar completamente caladas en unos pocos minutos. Con las camisetas totalmente mojadas y pegadas al cuerpo, daban la sensación de salir de un concurso de Miss Camiseta Mojada, pasando de todo y entrando una y otra vez en medio de los sembrados, consiguieron no solo que cada uno de nosotros las imitara, agradeciendo de paso la ocurrencia y la oportunidad de refrescarnos a conciencia. También se agradeció, sobre todo entre los hombres el espectáculo de aquellas camisetas mojadas insinuando lo que había debajo, lo que en el caso de Luz Divina es "muchísimo".
También ahí cayó la imagen de seriedad de nuestro Presidente. Un hombre que siempre se había distinguido por su correctísimo carácter de hombre cabal, lamentablemente se le veía ahí, mojado como un pollo, y con mas pinta de "Reina de los Mares" que de Presidente "in pectore" de nuestra seria Asociación.
El caso es que durante aproximadamente un par de kilómetros, nos fuimos encontrando con nuevos aspersores en funcionamiento, y en cada caso el personal corría a darse la agradable ducha, ante la rabieta de Antonio que veía como sus planes y horarios se venían abajo irremisiblemente. Estas excursiones suelen ser siempre alegres, y a pesar del cansancio nos lo pasamos divinamente, pero la de aquel día fue especialmente divertida y no nos habíamos reído tanto desde el día en que el Presidente cayó al agua al cruzar un pequeño regato del Vinalopo.
Mucho mas frescos, pero con las botas pesadísimas pues arrastrábamos todo el barro de los campos, continuamos con la etapa, para casi ver, mas bien adivinar en el horizonte la torre de una iglesia, claro síntoma de que íbamos llegando poco a poco a nuestro destino final.
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