miércoles, 4 de junio de 2008

Final de etapa: Villena

Antes de nada, dar la bienvenida a mis amigas MªAngustias e Inma, a este blog. Nuestras granadinas favoritas, se suben al carro de la modernidad y ya navegan por internet. Si les da por hacer comentarios, el nivel del blog podría subir varias décimas, porque las "Amigas" cuando se ponen... se ponen, y no dejan a nadie indiferente con su desparpajo.
Felicitar también a MªCarmen por ese correo con todo el proselitismo de la que es capaz por su ciudad natal, y del que me he encargado de reenviar a todo quisque. Nos has ganado para la causa, y ya pensamos en buscar hueco para visitar Cordoba.

En otro orden de cosas y continuando con la etapa del Sureste, salimos de Santa Eulalia reconfortados por el almuerzo, el descanso y por aquella inesperada y curiosa novedad que había supuesto el pueblo. Algo diferente al mas que discreto paisaje por el que nos movíamos.
Muy pronto alcanzamos una zona en la que el sendero, dejaba la tierra y nos permitía pisar, unas enorme lascas de piedra, restos de una Calzada Romana de unos pocos metros de largo. Sentí cierto cosquilleo interior al pensar, y me gustó el juego de palabras, que estaba haciendo un Camino milenario andando por una vía bimilenaria. De nuevo me reconciliaba con el Sureste, al notar que, muy de vez en cuando, y casi por sorpresa, algún elemento destacable le hacía parecerse al Francés. Pero ya digo que eso se daba muy de tarde en tarde y la tónica eran paisajes mas bien anodinos, por repetidos. Solo las parcelaciones agrarias con algo mas de verde por los cultivos de cereales, el centeno, nos alegraba algo la vista.

Salvo una corta pinada que atravesamos entre una nube de mosquitos que nos dificultaron hasta el respirar, y mas adelante un caserón abandonado con varios arboles secos, tristes y melancólicos, pero de una dimensiones impresionantes, el resto de la vegetación eran los campos sembrados. Aproveché el momento para realizar algunas fotos, y de manera fortuita entable conversación e hice así conocimiento de MªJosé y Carmen Herrero, dos maestras, habituales de nuestras marchas.
Centeno, centeno y mas centeno, hasta cruzar las vías férreas de la línea Alicante-Madrid, y hacer una pequeña parada para un breve descanso junto a un viejo y abandonado Citroën "dos caballos" que con una enorme flecha amarilla indicaba el camino corresto. Desde allí ya podía verse el perfil de la ciudad de Villena con su Castillo en lo alto. Los últimos kilómetros, con cierta dificultad debido al cansancio acumulado, nos llevaron por un corto polígono hasta llegar a las primeras calles de la ciudad zapatera.
Tras conocer el lugar exacto en que nos recogería el autobús, y sabiendo de antemano que sería inutil tratar de visitar la iglesia arciprestal de Santiago, que por la hora debía estr cerrada, callejeamos brevemente hasta dar con un bar donde comer. Dos mesas juntas para dar cabida al grupo de compañeros, las bebidas servidas, y el desparrame de bocadillos varios, latita de atún, frutos secos y demás provisiones que llevábamos, dieron paso a las bromas y risas de siempre. El consiguiente carajillo de ron Negrita de Tere y marido, y de vuelta hasta el lugar del regreso, para tras un corto viaje llegar de nuevo a Alicante donde me esperaba MªDolores.

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