El Victor's cuanto menos causo extrañeza entre nuestros amigos. Se trata de un disco-bar al que acuden los fines de semana y mezclados entre la multitud de jóvenes, muchos separados/as en busca de unas copas... y si por casualidad cae por allí algún "mirlo blanco" pues se aprovecha la ocasión. Pero esta especie de blanco pájaro está decididamente en extinción, aunque sí tuvieron oportunidad de observar una nutrida colección de "cuervos" de diferentes pelajes pero con una única obsesión, y alguna "urraca" nonagenaria y pintarrajeada como la Bette Davis en sus mejores interpretaciones hollywodienses, pajarraco a fin de cuentas que se resistía a irse a la cama en una noche de fiesta. A pesar de la extraña fauna y de la improvisada lección de ornitología que tuvimos a nuestro alrededor, tras una copa pronto volvimos a lo nuestro... el bailoteo... y allí tenemos al matrimonio Sirvent en un tórrido movimiento de baile que viene a decirlo todo. Otro que como suele decirse, y en el mas simpático tono de la frase: "parecía tonto cuando lo compramos", era Alfonso el marido de Berin, que se destapó como un consumado "dancer" perdiendo irremisiblemente su imagen de hombre serio, de ciencias... pero sensato y cabal que teníamos de él. A partir de ese momento, sudado como un maratoniano, nuestro buen amigo tomó el mando de las operaciones tirando de nosotros para que visitáramos cuantas mas barracas mejor. Puntos que le dan a uno cuando se lo esta pasando bien, con lo que tras apurar las copas fuimos hasta una barraca cerca del Ayuntamiento y donde, en principio pareciera que había un velatorio, con nuestra inesperada presencia volvimos a relanzar la noche en aquella barraca, y a mayor gloria de una especie de rubia y maciza "pinn up", algo ligerita de ropa, que cantaba con algo de decidía y aburrimiento hasta aquel momento. Los chicos del conjunto musical y la vedette reverdecieron laureles y desempolvaron sus mayores éxitos, faltándoles solamente por cantar la "Conga del Jalisco" de su extenso repertorio.
Cuatro de la madrugada y nos encaminábamos hacia la zona del puerto, cuando una indisposición de MªDolores, en forma de mareos, sudores fríos y visión de lucecitas de colores, curiosamente, en un solo ojo, nos hizo a ella y a mi, optar por replegar velas (opción muy marinera puesto que estábamos cerca del puerto) y tener que, desgraciadamente, dejar a nuestros amigos seguir la marcha sin nosotros, e intentando regresar a casa antes de que la cosa fuera a mayores. Ante la cola en la parada de taxis y la nula asistencia a través del servicio de llamadas, elegimos ir subiendo poco a poco andando hasta casa, deteniéndonos varias veces a descansar en un intento de que el malestar pasara cuanto antes. Lo mejor y mas alucinante fueron los sudores "fríos" en una noche en que hasta los pajaritos se caían de los arboles de puro agobio por la ola de calor, y el asombro de los miles de festeros con los que nos cruzamos que la veían a ella con una rebequita de punto que ella siempre lleva en su bolso juntamente con un paraguas y un millón de cosas mas. Ella es así, diferente a todas, y por eso la quiero tanto. Menos mal que la cosa pasó pronto y quedó en una anécdota de una persona que lo mas fuerte que bebe suele ser un zumo de piña con pajita y sin hielo. ! Cosas de la vida ¡
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