Miguel, aquel Jueves 15 de Septiembre de 2005, se salió con la suya. Sobre las 6 de la mañana se levantó y muy ladinamente, como el que no quiere la cosa, empezó a hacer ruido con su mochila, ya totalmente vestido. Los otros tres, ante el hecho consumado, fuimos levantándonos cansinamente. A mi me hubiera venido bien descansar un poco mas, dado que aquella noche viajaría de regreso a Alicante, y pensaba que no llegaría a pegar ojo durante todo el viaje.
Nos vestimos, aseamos, preparamos las mochilas y desayunamos un café con bizcochos gracias a Esperanza que la tarde antes había realizado la compra en un colmado del pueblo, y faltando aun bastante para las 7 de la mañana, ya estabamos en ruta.
Era noche cerrada aun, pero un camino llano, despejado y recto nos facilitó el caminar casi a ciegas. !!! Y como disfrutaba el de Enguera ¡¡¡ viendo al fin cumplido uno de sus mayores anhelos... salir temprano y adelantar camino. Rafa sin embargo de era de la misma opinión. Nos había costado mucho que se levantara aquella mañana, y caminaba rezongando en cola, haciendo la goma y protestando por el madrugón. Aquello parecía animar mas a Miguel, y si lo hubieramos dejado ir, hubiera llegado a Santiago de un tirón para la hora de la merienda.
Apenas clareaba sobre las 8, cuando ya habíamos cubierto los 6 Kms. que nos separaban de Sansol, entre viñedos y parcelaciones agrarias, y cruzabamos la peligrosa carretera por la falta de visibilidad, para primero bajar y luego subir una empinada y pedregosa cuesta hasta llegar a una pequeña plazuela del pueblo, donde sin embargo un par de abuelos tenían abierto ya una pequeña tiendecita. Esperanza hizo la compra. Pan, queso, chorizo y no pudimos resistirnos ante la vista de aquellos bocatas, con lo que nos pusimos a almorzar cuando sonaban las ocho campanadas en la torre de la iglesia de San Zoilo.
Estabamos allí comiendo cuando pasaron un par de jovenes franceses, con uno de esos pañuelos a cuadros palestinos, esos con borlitas que llevan todos los terroristas fedayines. Aquellos dos lo llevaban en la cabeza al modo de Peter O'Toole en la pelicula Lawrence de Arabia. No se me ocurrió otra cosa que saludarlos con un sonoro "Salan a li kum". Sonrieron, nos devolvieron el saludo y continuaron su marcha.
Tras acabarnos los bocatas continuamos la marcha, y nada mas salir del pueblo tuvimos una preciosa vista desde lo alto de Torres del Rio, siguiente población de la ruta a solo kilómetro y medio. Y en un suspiro, allí llegamos, dándonos la bienvenida la Iglesia del Santo Sepulcro. Debo aquí rectificar lo escrito unas entradas pasadas, cuando situé por error el Santo Sepulcro en la localidad de Cirauqui. (Muchas veces los datos se me entremezclan en la memoria, ya que escribo prácticamente de memoria, y debo estar cometiendo muchos errores de este tipo... pido perdón... sobre todo a los de ambas poblaciones por confundirlas... ¿Por cierto? ¿Hay alguien de Cirauqui por ahí leyéndomeeeeeee? No, supongo que no...) Como dije en aquella entrada, la iglesia era netamente templaria, octogonal y del siglo XII. Parecida a la de Eunate. Pero estaba cerrada con lo que nos conformarnos con verla desde fuera y fotografiarnos junto a ella.
Continuamos andando y empecé a sentir necesidad de un cafetito caliente. Descubrí un bar llamado Pata de Oca en el que entré seguido de Javier y Esperanza. Miguel andaba en cabeza dispuesto a lograr el maillot amarillo, y Rafa algo decolgado, paso de largo cuando llegó hasta allí.
martes, 5 de febrero de 2008
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