jueves, 14 de febrero de 2008

Tarde de visita turística

Antes de iniciar la entrada de hoy, dar la bienvenida a Manolo, buen amigo que recientemente ha descubierto este blog y promete acercarse de cuando en cuando para leerlo, siempre y cuando Marisol, su simpática mujer, se lo permita . Ademas Manolo me comenta que esta interesado en realizar algunas etapas del Camino a Santiago. Incluso me pregunta las fechas de mi tramo de este año 2008 y se interesa por una pequeña salida de solo 3 días que tenemos proyectada, juntamente con algunos compañeros de mi Hermandad, para el puente del 1 de Mayo y que, si todo va bien, nos llevaría de Roncesvalles a Pamplona. Para mi sería una alegría tremenda poder andar con Manolo, que pudieramos coincidir. Es una persona de la que se suele llamar "verdadero amigo". Y ademas le vendría muy bien para adelgazar tras una molesta enfermedad tratada con cortisona que lo ha dejado algo hinchado.
Y continuando con mi relato... allá que nos fuimos, Rafa, Javier y yo, a tomar un café. Nos adentramos por las callejuelas cercanas al albergue hasta encontrar un precioso cafe-pub en la plaza de los Chapiteles. Atendían la barra dos jovencitas muy monas pero extranjeras, lo que reanimó momentáneamente a Rafa que intentó un primer acercamiento preguntandoles por la música que tenían sintonizada las chicas, una mezcla de "Chili out" y jazz muy suave.
Comentamos entre nosotros la etapa y las impresiones del albergue asi como mis intenciones de aprovechar las pocas horas que me quedaban por pasar con ellos en Logroño. Mi autobús salía a las 23,30 y quería estar en la estación con tiempo de sobra, no fuera que volviera a perderlo como seis días antes. Rafa, que había perdido cierto interés por aquellas extranjeras que no reconocían el fino humor andaluz que el intentaba desplegarles, galantemente, eso sí, prefería regresar al albergue y descansar las piernas. Javier pensaba que debería esperar que su mujer se levantara para realizar la visita, pues en caso contrario habría de realizarla dos veces.
Con lo que me despedí de ellos, y salí por otra puerta que tenía el bar y que daba a la peatonal calle Portales, una de las calles importantes de la ciudad pues en ella estaba situada la Catedral.
Debería comprar algunos regalos para llevar a casa, por lo que empecé mirando escaparates por ver de inspirarme en tan dificultosa tarea, y compré un buen surtido de caramelos Solano en la tienda que la casa matriz de la marca tenía en Logroño desde hacía una pila de años.
Me dí, en un par de horas, una caminata impresionante, curioseando las tiendas, mirando las casas y empapándome de aquella ciudad que anteriormente no conocía. Llegué hasta la plaza del Alferez provisional y el palacio de la Diputación, donde visité una exposición de cuadros. Regresé por Bretón de los Herreros, y de allí hasta El Espolón o la Plaza del Principe de Vergara, una famosa plaza, grande y muy cuidada, donde se encuentra la estatua del general Espartero y su no menos famoso caballo, que según el vulgo, estaba dotado de impresionantes atributos. En la Plaza de la Paz hice algunas compras y visité el Mercado de Abastos, curiosamente abierto por la tarde. De allí, a la cercana calle Laurel, famosa en toda España por sus tascas y sus pinchos, pero dada la hora todas estaban cerradas, pero podía ser una buena idea cenar en cualquiera de ellas mas tarde.
Compré mis decimos de lotería de Navidad. (Esta vez, y sin que sirva de precedente, me tocaron 100 € de la pedrea, cantidad que ingresé en el banco para disponer de ella en mi próximo tramo)
Por la Plaza del Mercado, pegada a la Catedral y en la que una televisión local retransmitía un programa de karaoke callejero, al estilo de como solía hacer Canal Nou, seguramente un acto mas de las cercanas fiestas patronales de Logroño, siempre al final de la vendimia, y de allí llegué de nuevo al albergue. Allí me encontré con Rafa, que sentado en la terraza ajardinada, charlaba animadamente con un numeroso grupo de jóvenes peregrinos, de los que reconocí a muchos, encontrados en la ruta los días precedentes. Me indicó que Javier y Esperanza habían salido para hacer su propia visita a Logroño, con lo que decidí dejar al matrimonio a su bola y unirme a la tertulia, esperando que el hambre y la hora de la cena llegaran.

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