jueves, 21 de febrero de 2008

De vuelta en casa

Antes de continuar, y habiendo repasado los comentarios de los últimos días, veo que se me pasó contestar a Anonimo/a, y a la Amante del Camino. Por la forma de escribir, me parece que es la propia Amante que escribe dos veces, pero que se equivoca al enviar los comentarios. Caso de que no fuera así, la alegría sería doble, pues sería señal que una nueva lectora de fin de semana se une al blog, y se atreve a intervenir y a participar. Contestando al tema de la fotografía, debo confesar que me encanta hacer fotos. Y luego revisarlas, ponerles fecha y titulos para no olvidar y poder recordar cuando fueron hechas, agruparlas, tratar de mejorarlas, y gracias a mi amigo Gambín que me descubrió el programa de Google, Picasa, poder tenerlas guardadas en el "sitio" sin que ocupen espacio en el disco del ordenador. No soy un especialista ni estudioso de ese arte, pero consigo de vez en cuando sacar alguna que otra bastante buenas o que, al menos a mi, me gustan mucho. Por ejemplo en el Camino, no tener una buena colección de fotos de esos días me parece imperdonable, y yo me empeño mucho en ello.
Y continuando con las aventuras, decir que llegamos a Alicante sobre las ocho de la mañana de aquel Viernes 16 de Septiembre 2005, y que gracias a la anteriormente denostada chinita, conseguí no dejarme olvidado mi polar en el asiento del bus, y que cuando ya estaba abajo recogiendo mi mochila, la chavala me lo bajo y entregó. Todo un detalle por su parte, lo que le agradecí efusivamente por medio de gestos y moñisquetas.
Subí rápidamente hasta casa para ver de desayunar con MªDolores antes de que se fuera al trabajo. Una semana sin verla, ni a ella ni al resto de seres queridos de la familia, habían hecho mella, y a pesar de que el contacto telefónico había sido, como siempre, de varias veces al día, no era lo mismo que tenerla abrazada entre mis brazos.
A media mañana recibí una llamada de Javier y Esperanza, que ya habían llegado a Donosti. Mas tarde llamé yo a Rafa para saber como le iba, y supe que aquella mañana se había levantado muy fastidiado de sus rodillas y solo había conseguido llegar hasta Navarrete, a solo 10 Kms. de Logroño.
Durante los siguiente 29 días que aún tardó en llegar hasta Santiago, tanto yo como los vascos, hicimos un exaustivo seguimiento de los avances del almeriense, llamándolo y hablando con él cada dos o tres etapas, y así supimos que se había acoplado (en el buen sentido) con una catalana morenita con la que lo habíamos visto, muy animado, en el albergue cuando nos despedimos, y con ella había andado muchas jornadas.
A trancas y barrancas, Rafa consiguó su objetivo de acabar de un tirón. Cuando nos llamó desde Santiago, muy cansado pero emocionado, nos transmitió su ilusión, ya que todos, unos desde San Sebastian, otros desde Alicante, habíamos hecho fuerza para que lo lograra. Sentí mucha alegría cuando llegó y cierta envidia sana al no haber podido yo acompañarlo hasta el final.
Por él supimos que Miguel, el de Enguera, también había llegado pues se habían visto en la catedral. Miguel lo lograba por segundo año consecutivo. Cuando le envié un CD con todas mis fotos, tal y como hice con el resto, me envió una carta agradecido y sorprendido por el detalle. Lo curioso de aquella carta, es que estaba escrita y fechada en un area de servicio de una carretera de Cambridge (Inglaterra) en donde Miguel había parado a descansar, sin duda en medio de unos de sus transportes de frutas, pero que denotaban que no solo se acordaba del Camino, sino de sus amigos, al igual que los hacíamos el resto del equipo.
Tanto aquella mañana de mi regreso a casa, como en las semanas siguientes, cada vez que pensaba en aquellos días y en aquellas experiencias, sentía un bajón anímico. Cierta pena por tener que realizar la Ruta en tramos, teniendo que esperar un largo año para volver a ella.
Durante los meses siguientes fueron muchos los correos electrónicos y llamadas telefónicas con los compañeros, entre los que no hay que olvidar a granadinas y ovetenses, incluso con el escocés, con lo que seguíamos en contacto unos con otros, lo que propició varios reencuentros durante aquel año.

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