A medio camino de Villamayor del Rio la lluvia cesó, y hasta salió tímidamente el sol entre las numerosas nubes. Un gordo caracol cruzaba el sendero, y aproveché para sacarle una foto con la flecha amarilla de madera que había comprado en Grañon. Aquella foto mas tarde me sirvió para presentarla en el Concurso fotográfico de la Asociación de Alicante, y al menos despertó simpatías y alguna sonrisa... y es que yo me conformo con muy poco.
Si será verdad esto último, que solo pedía en aquel momento un café caliente... y ni por esas. Cuando asomó por fin el pueblo, vi con ilusión un gran cartel de un bar restaurante. Si hasta entonces había andado mas que de prisa, puede decirse que volé hasta llegar a su altura. En la puerta, pegada una hoja de papel, y en ella pude leer casi al borde de las lágrimas " Lunes, cerrado por descanso del personal". ! Joder ¡ ¿Pero que día es hoy?... ! Lunes, claro ¡ Me conformo con poco... y además, suelo ser un tipo flemático dentro de lo que cabe. Pero aquello iba mas allá de lo que yo podía soportar... encima, en la distancia adiviné algo rojo moviéndose... aún podía ser mucho peor... !!! los canarios que llegaban al pueblo ¡¡¡
En un momento de paranoia les eché las culpas de todos mis males... de la lluvia, de los bares cerrados, de la falta de bocadillos de chooped...
Me quité el poncho que empezaba a hacerme sudar, miré la distancia hasta Belorado, el final de etapa, hice de tripas corazón y continué los cuatro kilómetros que restaban.
Se me hicieron interminables. El paisaje, que tal vez debía ser bonito, no me interesaba. Las tripas me rujian y mi humor pasaba del marrón oscuro... al negro.
Y por fin a lo lejos apareció una gran fabrica de madera, y el cartel de Belorado. Por fin se acababa aquella etapa de solo 23 Kms pero que las condiciones atmosféricas habían conseguido hacer mas dura de lo que era realmente.
Nada mas pisar las primeras calles del pueblo, me senté en una especie de parque y decidí quitarme los calcetines, algo húmedos, y cambiarme las botas por calzado mas cómodo. Las dos menos cuarto, y solo una magdalena desde las 8,30 en Grañon, pero como soy "algobastantemuygilipollas" me ablandé y me quedé esperando a los canarios, que llegaron bastante después discutiendo entre ellos. Sin dejarles tiempo a que descansaran, les indiqué que deberían empaquetar parte de sus pertenencias y mandarlas por correo a Tenerife, y sobre todo correr para que no les cerraran la estafeta de correos. Por primera vez aquellos dos, me hicieron caso, y allá que nos fuimos buscando la oficina postal, sin tiempo para visitar la Iglesia de Sta. María La Mayor, ni ver el albergue municipal en cuya puerta había un curioso cartel que pedía encarecidamente se cerrara la puerta para que "las moscas no entraran".
Cuando dimos con Correos, compraron las enormes cajas de embalaje, y abrieron aquellas mochilas llenas hasta los topes de tantas cosas inservibles para una peregrinación, se me volvió a caer el alma a los pies. Salí y aproveché para intentar encontrar sitio en un hostal próximo, aunque sin suerte, llamar a MªDolores y resto de amigos para darles el parte de guerra, y para ver que estábamos justo enfrente de un asador donde anunciaban Lechazo.
Cuando por fin salieron los dos elementos, con las mochilas reducidas a la mitad, se empeñaron en buscar primero alojamiento. Caí en la cuenta que aquellos dos no tenían la misma necesidad de comer que tenía yo, pues ellos se habían ido atiborrando de tomates por el camino, pues la famosa bolsa había desaparecido. Tras evitar un autentico sablazo en el hotel Jacobelo, del que los canarios habían conseguido publicidad en alguno de los pueblos anteriores, acabamos en una pensión a la salida del pueblo. Primero decidieron, unilateralmente, proceder a la ducha y lavado de ropa, ante mi frustración ya que hubiera cambiado el orden y yo hubiera comido antes. Pero, por fin a las 3,30 de la tarde conseguí arrastrarlos hasta el asador que a mi me interesaba. Bien aventurados los que pasan hambre y sed, porque ellos heredarán... ¿qué?
martes, 1 de abril de 2008
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1 comentario:
No se hereda nada por pasar hambre pero, como bien sabes, el Camino te da otras satisfacciones.
Cómo me ha recordado la etapa que terminé en Azofra.
Llegué muerta de hambre y como estaban en fiestas en el pueblo, en los bares no servían comidas, lo estaban celebrando.
Al "super" a por ¿comida preparada? y al microondas del albergue a calentarlo.
Por la tarde, previo pago, degustación de jamón en chapata y vino de la tierra y luego ya por la noche nos tocaron unos bailes en la plaza, donde estaba el loco con su niña descalza y bailando.
Cuando nos levantamos todavía estaban celebrando la fiesta, los más jóvenes, por supuesto.
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