lunes, 25 de febrero de 2008

Chirimoyas de La Herradura

Desde hace ya varios días veo con resignación como la foto que decoraba el blog ha desaparecido sin que se sepa la causa. Cosas de internet.
Ayer cuando intentaba recuperarla sin exito, e iba pensando en la entrada de hoy para contar el reencuentro con las granadinas que se produjo el 1 de noviembre de 2005, recibí una de sus llamadas telefónicas... coincidencias de la vida. Inma y MªAngustias, que cuando estan aburridas cogen el móvil y chafardean con cualquiera que pillan para pasar el rato, me eligieron a mi para sus marujadas de tarde de domingo. Tras explayarse a gusto con el tema de la separación matrimonial de nuestros compañeros asturianos, Alberto y MªJesus, me hicieron la advertencia de que debía ir preparando ya el trayecto para el 2010 en el que se vendrán conmigo. Se me acumula la faena por momentos. Aun no tengo totalmente perfilado el proyecto de escapada del puente de Mayo, ni mi tramo hasta O'Cebreiro de Septiembre y ya tengo que trabajar en algo que puede que ocurra dentro de dos años. Pero estas granadinas son tremendas... que le vamos a hacer?
Aquel reencuentro se produjo a raiz de un viaje a Lanjarón (Granada) que hicimos aprovechando el puente de Todos los Santos. Tras pasar un día por la Alpujarra y no perdonar un buen plato alpujarreño en Bubión, y otro en una escapada a Granada capital, el último día lo habíamos dejado, MªDolores y yo, para hacer una visita a nuestras amigas en La Herradura.
Llegamos hacia el medio día, ya que antes visitamos Motril y Salobreña y encontamos a Mari y a Inma preparando los ramos y centros de flores que por la tarde llevarían a sus difuntos al cementerio. Las granadinas, avisadas con anterioridad de nuestra llegada, habían organizado de inmediato una comida de celebración, y con cuatro llamadas habían logrado un cuorum de aproximadamente unas veinte personas, entre familiares y amigos... cura del pueblo incluido. El lugar elegido fue uno de chiringuitos al borde del mar, en plena playa, y el menú consistió en varias clases de pescaditos fritos, calamares y chipirones, y como plato fuerte... como siempre... migas. El cañizo que como entoldado de la terraza del bar nos cubría del día de sol que felizmente nos hacía, no fue suficiente para que, cuando las migas fueron hinchándose en nuestros estomago, nos entrara a todos un sopor y unos sudores de escándalo.
Pero las amigas no estaban dispuestas a que la fiesta decayera y tras los postres me obligaron a acudir hasta un huerto propiedad de un familiar suyo, al otro lado de la carretera de la playa, y allí provisto de una caja de cartón que nos había facilitado el dueño del restaurante, me fueron cargando de chirimoyas que yo mismo hube de ir cogiendo de los árboles a medida que me las iban eligiendo. Con barro hasta los tobillos, pues o bien habían regado recientemente o bien la lluvia había visitado La Herradura hacía poco, volví hasta el resturante y el coche, para llenar el maletero con algo mas de 20 Kgs. de fruta, algunas de casi un kilo de peso cada una, y todo porque MªDolores, que no siempre saber estarse calladita, había comentado que le encantaban las chirimollas.
Cuando el resto del personal invitado fue marchándose hacia sus casas, sin duda para darse una siesta, cosa que nos estaba vedada a nosotros ya que las amigas nos convencieron para tomar un café en una cafetería-pastelería próxima, en pleno paseo marítimo, y poder charlar mas a gusto. Así es como consiguieron salvar una aburrida tarde festiva las tres. Pastel vá, pastel viene... (entre medias, lamentaban los kilos de mas que las adornaban... y que son muchos) fueron desgranando todas las preguntas y chismorreos que les interesaban (MD incluida) hasta que, casi pasadas las seis de la tarde, recordaron que debían ir al camposanto para llevar sus flores.
Habían sido unas pocas horas juntos. Suficientes para comprobar que mis amigas seguían como siempre... dicharacheras, alegres y desbordantes de simpatía y generosidad... aunque luego la procesión y los problemas vayan por dentro, pero dando siempre el estereotipo de los buenos andaluces.
Nos despedimos de ellas e iniciamos la fuerte subida hasta la Alpujarra, oyendo en cada curva como las chirimoyas golpeaban el maletero del coche.
De nuevo en Alicante, mi señora estuvo comiendo chirimoyas durante casi un mes,... y su madre, .... y los vecinos de su madre... Hubo para todos.
Aquellas granadinas exageradas, estuvieron a punto de lograr que pusieramos una tienda de ultramarinos en la esquina. Pero... Benditas Amigas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vuelve colocar esa u otra foto como hiciste la primera vez , y no la muevas mas.eres un fenomeno ,(si ya lo se ,yo si que soy feo) , pero quiero fotos en tu blog.
Ya que la redaccion es impecabe , amena y hasta divertida , debes ilustrarla.Con Cariño , Rafael.
(y sobre todo los fines de semana , que es cuando te visita ,(amante del camino).

Anónimo dijo...

Perdona , de hasta divertida nada , es a veces hasta cach... , bueno que te desco...... , eso que no lo pasamos muy bien