Y yo sigo con mis aventuras. Puede que no vaya a solucionar todos los problemas del mundo con la varita mágica que se le presupone a Obama, pues no la tengo (y el tampoco, desgraciadamente) pero al menos intento dentro de mis posibilidades entretener a mis parroquianos. Y continuando con esas aventuras, ahí tenéis el "coqueto" albergue de las Siervas de María, como se llamaba. Resulto que aquel edificio pertenecía a una congregación religiosa, un convento concretamente. Quedaban solo cuatro monjas, ya muy mayores, que casi no podían mantenerse por si mismas. Con lo que el obispado decidió dispersarlas entre otros conventos de la orden, y de alguna manera el edificio acabó convertido en albergue de peregrinos.
Pero nadie reparó en que su fachada, con esa pintura rosa pálido, de tonos pastel, como si de la casita de la Barbie se tratara, no estaba acorde con los aguerridos y curtidos peregrinos que hasta allí vendrían a morar. Allí, recuperando el resuello tras la tremenda subida anterior, me fui haciendo el animo de que pasaría la noche en casa de PinyPon. Pero las ganas de descargarme de la espalda la mochila y tomarme una ducha caliente pudieron mas que el primer conato de huida hacia otro albergue, tal vez mas alejado.
Subimos las escaleras y nos encontramos al fondo de un largo pasillo con un hospitalero holandés poco simpático que nos fue tomando los nombres. Inmediatamente detrás llegaron unas jabatas alemanas, mas altas y grandes que un armario ropero de tres cuerpos y al minuto un par de jovenes japoneses, mucho mas pequeños, mas monos.... ideales para hacerse un llavero.
Una vez inscritos, una especie de ayuda de cámara de origen sudamericano nos acompañó por las instalaciones hasta dejarnos en el cuarto que nos había tocado. Puede que parezca excesivo que el "Valet de chambres" nos hiciera los honores de la visita guiada, pero el edificio se las traía... con lo que la ayuda no era un lujo sino una necesidad. Para empezar, constaba de planta baja donde estaban ubicados tanto la recepción, como la cocina y comedor, la sala de curas y una enorme y vistosamente amueblada biblioteca. Dos plantas mas de habitaciones, con sus correspondientes baños y duchas. Y finalmente una planta aún mas baja que la anteriormente descrita, no diremos que sótano pues todo era exterior, donde se lavaba la ropa, se tenía salida a un jardín y aun existía una terraza intermedia donde se tendía la ropa.
Todo el edificio, en su parte trasera, daba al enorme terraplén que habíamos subido al llegar al pueblo, disponiendo de esta forma de una espectacular vista de parte de las murallas, toda la vega del Tuerto y por supuesto de San Justo de la Vega a solo un par de kilómetros. Cada cuarto tenía asignado un nombre de ciudad Jacobea, habiendonos correspondido a nosotros el de "Santo Domingo de la Calzada", habitación para cuatro personas muy limpia y cuidada, así como el conjunto del albergue, donde aún se veía la mano de las monjitas.
Confortablemente instalados en aquella "pocholada" rosácea, nos dirigimos sin mas demora hacia las duchas, donde dejamos correr por el desagüe todo el cansancio de la jornada. Teníamos hambre y decidimos dejar la colada para mas tarde y buscarnos un buen restaurante para comer. ¿Del dolor de muelas? Aunque no había remitido, se podía decir que no había ido a mas que ya era algo... ¿Sería verdad que la medicación para la menstruación iba a sacarme del apuro? Eso aún estaba por verse. Aunque a raiz de los jocosos comentarios de nuestro Vecino de Abajo aparecidos en blog de Rafa Gambin, estoy por callarme el desenlace y evitarme los "cachondeitos almerienses."
3 comentarios:
No estoy muy puesta en esto y la memoria también falla, pero creo que no fué Noé el que hizo la magia de separar las aguas, me parece que la patente la tenía Moisés.
Que alguien nos lo aclare.
Berín,
En efecto Berín tiene razón quien separó las aguas fué Moisés, también las Tablas de la Ley
¡Cuántos recuerdos buenos de la etapa de Astorga! Estuvimos en este mismo albergue y la verdad es que, quitando las escaleras que eran un poco jorobadas, no estaba mal. El municipal que estaba al lado era un auténtico asco.
Intentamos hacer turismo porque no llegamos tarde, pero la tarde era infame. Llovía a mares. Así que después de un rápido vistazo, nos metimos en un hotel enfrente del edificio de Gaudí y nos apretamos un par de cubatas junto con otro peregrino de Barcelona.
Noé y Moisés estaban relacionados con el agua, uno construía barcos y el otro se dedicaba a quitar el agua de enmedio ¡cabrito! jorobar a un amigo de esa manera no es de buen cristiano.
Publicar un comentario